fbpx
InicioArquitectura-pro"Los interioristas somos intérpretes de deseos"

«Los interioristas somos intérpretes de deseos»

imagen noencontradaHablar de interiorismo en España es hablar de Pascua Ortega. Barcelonés de origen y afincado en Madrid, el prestigio del diseñador e interiorista traspasa fronteras y tipologías. Su creatividad ha dado forma a toda clase de proyectos, desde casas particulares hasta grandes hoteles, pasando por embajadas e, incluso, bodas reales. El pasado mes de marzo, de su alianza con El Corte Inglés nacía Estudío [Y], un showroom que, en palabras del propio diseñador, pretende acercar el interiorismo de alto nivel a la mayor cantidad de personas posibles. Sobre este y otros proyectos hablamos con el propio Pascua Ortega.

Texto: Lucas Manuel Varas Vilachán
Fotos: Elkin Rengifo

¿Cómo está funcionando Estudio [Y] estos primeros meses?
Lleno de ilusión. Es un concepto bastante inédito, pero con mucho sentido común. Consiste en acercar el trabajo del interiorismo más de alta costura a un público mayor. El pret a porter en el interiorismo y la decoración. Es una idea que está siendo aceptada, pero que creemos que va a tener una mayor amplitud.

El hecho de ir de la mano de El Corte Inglés, ¿ayuda en esta búsqueda de un público mayor?
El Corte Inglés es un ejemplo en el mundo comercial, y está en un momento de acercar las grandes firmas y el mundo más exclusivo y del lujo a un público mayor, que es el perfecto para poder dar este salto. Proporcionar a una clientela mucho más amplia los trabajos de profesionales que nos hemos dedicado a un mundo más exclusivo.

¿Qué tipología de proyectos manejáis?
Estamos abiertos a todo tipo. He trabajado con esta división de el Corte Inglés anteriormente, y hemos hecho mucho proyecto de hostelería, pero el objetivo principal es el público privado, la vivienda medio-alta, aconsejar a gente con su primera vivienda y darles un poco de carácter.

¿Os movéis en esos niveles adquisitivos u os adaptáis a distintos presupuestos?
Seguimos creyendo en un punto de exclusividad, en el sentido de que trabajamos a medida. Yo firmo todos los proyectos. No tomo las medidas de cada cliente, pero sí estoy al tanto de cada proyecto y le doy personalidad. Hay una cierta exclusividad, no se trata de masificar, es un punto superior a la gran superficie pero muy bajo en cuanto a presupuestos de lo que normalmente hacemos los interioristas.

Con Estudio [Y] queremos acercar el trabajo del interiorismo de alta costura a la mayor cantidad de público posible

¿Cuál es tu implicación en Estudio Y?
Reviso y oriento todos los proyectos, los personalizo.

¿Consideras que sigue existiendo una imagen elitista del interiorismo?
No. Christian Dior empezó siendo un taller de alta costura. Hoy día cualquiera puede comprarse unas gafas Christian Dior. Pasándolo al mundo del interiorismo, nosotros en principio trabajamos para clientes concretos. Lo que se pretende es ampliar nuestro trabajo, y que llegue a más gente. Sin masificarlo y adaptándolo a unos costos muchos menores. Con una organización comercial como esta es mucho más fácil. Por supuesto, yo sigo interviniendo en cada proyecto, pero con un punto mayor de estandarización del trabajo.

¿Cómo te gusta que sea esta relación con el cliente?
El éxito de mi trabajo, si yo intervengo en un proyecto, es que al final el cliente se sienta en su propio proyecto. Yo soy un intérprete, yo tengo que sacar al cliente lo que quiere y no sabe, porque si lo supiera no vendría a mí. Hay una parte psicológica, y con todos los condicionantes de cada proyecto, desde espacios a presupuestos, sacar el máximo, pero siempre dirigido a una persona. Yo soy muy personalista en los proyectos privados.
En los proyectos institucionales o empresariales ocurre lo mismo, a veces tienes que inventarte una historia que el empresario no ha imaginado. Él puede decir “quiero un hotel”, pero tú tienes que inventarte la historia para que ese hotel sea distinto al de la competencia. Pero siempre dentro de lo que el empresario está soñando. Somos intérpretes de deseos o de posibilidades. Mucha gente sabe que quiere algo pero no sabe exactamente qué es lo que quiere.

En esta interpretación de los deseos de otros, ¿marcas unas líneas rojas?
Marco las líneas rojas del sentido común y la razón.

Has hecho todo tipo de proyectos, desde diseños muy exclusivos hasta los más corporativos. ¿En qué tipo de trabajos te encuentras más cómodo?
Nunca he tenido una especialización, creo que ha sido lo que me ha distinguido. Podía haberme especializado en hoteles o casas importantes, pero a mí siempre me interesó la novedad, el enfrentarme a un nuevo proyecto. Hacer cosas muy diversas me enriquecía profesionalmente, obliga a que tu cabeza esté planteándose distintos momentos. Ha habido proyectos de todo tipo que me han dado una gran satisfacción.

¿Qué proyectos destacarías de los que trabajas actualmente?
Esto es un poco como lo de los hijos, no puedes decir a quién quieres más. Todos tienen algo que engancha. Vengo de Florida Park, de un proyecto muy importante para Madrid. Estoy haciendo cosas fuera de España…
No podría destacar ninguno, hay cosas pequeñas que por cuestiones sentimentales me han marcado más. Yo siempre digo que el proyecto más importante es el que viene.

¿Dónde trabajas fuera de España?
Fuera de España he hecho cosas en sitios muy diversos. Es mucho más complicado. Por ejemplo he hecho diez embajadas, en sitios tan insospechados como Kuala Lumpur. La última que hice fue en Washington, que fue mi guinda en el mundo de las embajadas. Ahora tengo proyectos en sitios como Londres o en países árabes, pero mi trabajo tengo que controlarlo.

Llama la atención ese gran número de embajadas, ¿cómo se consiguieron esos proyectos?
Todo fueron concursos. Mi carrera no se ha basado en los concursos, he tenido esa suerte, la arquitectura está más limitada a ellos. El mundo de las embajadas se desarrolló durante una época en concursos cerrados, y las gané. Fue una experiencia fantástica, tengo embajadas en mundos tan distintos como Santo Domingo o Estocolmo.

¿Cómo definirías esa relación entre arquitecto e interiorista?
Debería ser maravillosa. Amo profundamente la arquitectura. Creo que es una simbiosis fundamental. Hay arquitectos que tienen ese sentido del interior. Yo la ventana la pongo no porque me vaya bien en la volumetría de fuera, sino porque necesito que la luz entre de una determinada manera. Lo ideal es que el arquitecto tenga una comprensión, algo de conocimiento y un respeto por el interiorista, y que el interiorista tenga un respeto grande y un concepto de la arquitectura. Tiene que ser una simbiosis.

¿En ese sentido se ha tecnificado el trabajo del interiorista a la hora de entender el edificio?
Totalmente, para mí es una continuidad. Es el origen de todo. Si el espacio no tengo que tocarlo, fantástico. Lo malo es que la mayoría de las veces, incluso respetando el contenedor, tengo que trabajar el espacio interior, porque no está suficientemente trabajado. Para mí lo ideal es que el espacio ya esté perfecto, y para eso la colaboración con el arquitecto desde un principio es fundamental.

¿Es común trabajar desde el inicio con el arquitecto?
Lo ideal es trabajar con él desde un principio, es lo que se pretende y yo lo hago constantemente. Se coordinan dos puntos de vista que tienen que convivir. Concretamente en España, salvo raras excepciones, no se ha cuidado la arquitectura del interior, el funcionamiento de los espacios por dentro. En el mundo en el que vivimos, en todas las grandes obras, hay un arquitecto y hay un interiorista. Y si no, se nota.

¿Cómo arranca la historia de Pascua Ortega como interiorista?
Por instinto. Desde siempre lo sentí, hasta el punto de que creí que era una cosa que todo el mundo sentía igual. Se fue desarrollando, hubo una serie de circunstancias que me favorecieron. Trabajé en Nueva York en banca a principios de los setenta, y yo ya tenía claro que había una parte creativa que quería desarrollar. A mi vuelta, en plena transición, se fueron concatenando las cosas. Hice el primer restaurante, porque era mío, y se convirtió en un hito del interiorismo, publicado en América. Y desde entonces no he parado.

¿Cómo ha evolucionado el interiorismo en todos estos años?
Ha evolucionado una barbaridad. Hoy día la calidad de vida ha mejorado mucho, hay mucha información, la gente ha adquirido más conocimiento. En estos años han surgido las superficies tipo Ikea. Con un poco de criterio puedes tener un apartamento de soltero y con dos pesetas dotarlo de un gran encanto. Vivir de una manera más confortable y con más estilo está al alcance de mucha más gente. El salto ha sido total, la gente lo aprecia mucho más. Hay una cantidad enorme de publicaciones, lo vemos en la televisión.

artículos relacionados