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“La gran arquitectura es independiente del tamaño o de la importancia de lo construido”

César PortelaCésar Portela es una de las figuras más importantes de la arquitectura española contemporánea. El arquitecto pontevedrés ha pintado no solo el decorado urbano de su tierra, sino buena parte de sus paisajes, con ese mar tan violento como bello como fuente de inspiración continua. Su delicada arquitectura, que ha traspasado fronteras y que le ha llevado a ser merecedor del Premio Nacional de Arquitectura en 1999, se ha ganado el respeto y el cariño de compañeros de proyectos y de profesión. Un año después de recibir el Premio Honorífico NAN en reconocimiento a su carrera, hablamos con César Portela sobre arquitectura y la emoción que esta profesión sigue despertando en él.

¿En qué te encuentras trabajando ahora?
Acabamos de finalizar las obras de la Lonja de Pescado de Santa Uxía de Riveira en la Ría de Arousa, el puerto pesquero de mayor trasiego de Pesca de Bajura de Galicia. Y estoy redactando el Plan Director del Paisaje Cultural de la Isla de Sálvora, muy cerca del anterior. Una isla maravillosa a la que, cada vez que desembarco en ella me siento un Robinson Crusoe y me entran ganas de tirar el móvil al agua y enviar mensajes dentro de botellas, a los seres queridos, contando que estoy en un lugar maravilloso, lo más parecido a lo que podría ser el Paraíso.
También estoy con el Proyecto de la Estación Intermodal de A Coruña y un Anteproyecto para la Torre de Control del Aeropuerto Internacional de Al Fujairah.

Llevas más de 50 años dedicado a la profesión. ¿Cuál es el mayor cambio que ha sufrido la profesión en este medio siglo?
Creo que la excesiva burocratización de los proyectos y de las direcciones de obra. La proliferación de Normativas y el creciente aumento de papeleo que todo ello conlleva. También la progresiva desaparición de personal cualificado en Obra, la desaparición de oficios y de trabajadores que ejecuten con solvencia y cariño su oficio, tan necesario para que cualquier proyecto llegue a buen término.

¿Cómo ves el momento actual de la arquitectura española?
La construcción arquitectónica ha recibido un fortísimo envite con esta enorme crisis y ya antes con la desaforada Especulación que la orientaba. El futuro de la profesión para arquitectos, arquitectos técnicos y técnicos de la construcción en general, es en este momento, incierto. En lo que respecta a los jóvenes titulados, muchos de ellos se han tenido que ir al extranjero. Creo que no son buenos tiempos para la arquitectura, por ello los que creemos en esta profesión y nos gusta hacer bien nuestro trabajo, los que creemos en la importancia del escenario para poder llevar a cabo esta representación que es la vida cotidiana: la casa, la plaza, el parque, la ciudad… debemos de esforzarnos aún más en nuestro cometido para tratar de superar los obstáculos que lo dificultan.

Tu amplia obra incluye colaboraciones con Aldo Rossi e Isozaki. ¿Cómo fue trabajar con ellos?
Una suerte el haberles conocido, tratado y compartir trabajo con ellos, por su competencia profesional y por su calidad humana. De ambas cualidades aprendí mucho o, al menos, lo he intentado. Siempre que hago una obra me pregunto como la harían ellos y, después de hecha, me vuelvo a preguntar qué opinarían y si les gustaría el resultado final.

A pesar de algunas obras de infraestructuras como el aeropuerto de Vigo, en tu obra se ven más proyectos de volúmenes contenidos. ¿Se puede decir que la obra de César Portela tiene mucho de evocador?
Cada vez que pienso y evalúo la variedad de obras que he realizado, me siento muy afortunado. El realizar obras de casas particulares, viviendas sociales, edificios culturales, museos, auditorios, centros sociales, estaciones de ferrocarril, aeropuertos, puentes, parques, planes urbanísticos,… me ha permitido conocer formas de vida y culturas muy diferentes en diversas partes del mundo, que me han hecho reflexionar acerca de la vida desde puntos de vista también diferentes, que creo que me han enriquecido profesional y personalmente.

¿Pensabas que podías ganar un Premio Nacional de Arquitectura con una estación de autobuses?
Nunca he abordado ningún proyecto pensando en recibir un Premio por ello. Me refiero a premio con mayúscula. Para mí el premio es que lo que hago cumple un programa previamente establecido, es decir de satisfactoria respuesta a una demanda social, que esté bien construido y, además, que los espacios, las formas y los colores sean lo más bellos posible. Este es el mejor premio que puedo esperar. Y este me gustaría alcanzarlo en la Estación de Autobuses de Córdoba y en todas y cada una de las obras que realizo.

El mar aparece como elemento común en buena parte de tu obra. Fuera de la arquitectura, ¿cuál es la relación de César Portela con el mar y cómo la trasladas a tu obra?
El mar es sinónimo de Libertad. Construir al lado del mar es para mí un reto y a la vez un estímulo. Es muy gratificante ver como tu obra crecer al lado del mar. Del mar me he apropiado, como telón de fondo, en proyectos como el Faro de Puntana Nariga, el Cementerio de Fisterra, ambos en la Costa da Morte, o el Museo del Mar de Galicia en la Ría de Vigo. Y ello hasta el punto de parecerme inimaginable contemplarlos sin la presencia del mar o, viceversa, ver, en ese lugar, el mar sin la presencia de estas obras que ya forman parte intrínseca del Paisaje.

Detrás de estos proyectos, ¿podemos encontrar el mensaje de que detrás de cualquier tipo de obra puede haber una gran arquitectura?
Alguien dijo alguna vez que todos los problemas que la Arquitectura plantea se dan en la casita más pequeña a la que nos enfrentamos como arquitectos. Por ello creo que la buena arquitectura, la gran arquitectura, es independiente del tamaño o de la importancia de lo construido. La historia de la Arquitectura está jalonada de pequeñas construcciones que son grandes obras de arquitectura y, viceversa, grandes construcciones que son aberraciones arquitectónicas.

La poca obra residencial que encontramos en tu currículum, ¿es algo premeditado?
Se conocen menos pero he hecho muchas pequeñas casas para amigos o para clientes que acabaron siendo amigos. Este es otro premio que esta profesión te ofrece. Puedo decir que todas las casas familiares que he hecho son como si fueran mías, que son mis casas, por cómo hemos estrechado nuestras relaciones los propietarios y su arquitecto, hasta llegar a ser amigos. También he hecho algunas viviendas sociales, de las que estoy muy satisfecho. Lo que no he hecho ni haré es obra especulativa.

Como tantos arquitectos, ¿te has enfrentado en algún momento a la incomprensión de tus obras? ¿Cómo encaja esta incomprensión el arquitecto?
Las obras que hago, creo que nos ocurre a todos o casi todos los arquitectos, además de gustarnos queremos que les gusten a los demás, ya sea una obra particular o colectiva. Pero para gustos se pintan colores y por ello es inevitable que, a veces, a alguien no le guste. En este caso debemos reflexionar y preguntarnos porque y sacar las oportunas conclusiones y corregir los errores, si existieran, o reafirmarnos, si estamos seguros de que lo que hacemos es lo que debemos de hacer.

¿Con qué te quedas de estos 50 años?
Con la obra realizada en su conjunto y, sobre todo, con los amigos que he hecho: clientes, compañeros de profesión, encargados, obreros… A veces, me encuentro a algún trabajador con el que coincidí en alguna obra, y se acerca a saludarme y nos damos la mano y nos abrazamos con cariño y recordamos la obra que hicimos juntos, como si se tratara de un amigo de toda la vida. Esto no hay nada que lo pague. Esto y el poder mirarte de frente en el espejo, cuando te levantas cada mañana, y sentirte satisfecho y orgulloso de lo realizado y de sus resultados o, al menos, de no haber regateado esfuerzos para conseguirlo.

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