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Entrevista con Christian de Portzamparc

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“LA CIUDAD DE LA MÚSICA DE RÍO DE JANEIRO ES MI PROYECTO MÁS COMPLICADO Y BONITO”

Pese a su frustrada inauguración a finales de 2008 y la polémica política que ha rodeado al proyecto, el arquitecto francés Christian de Portzamparc, vencedor del Pritzker en 1994, asegura que la Ciudad de la Música de Río de Janeiro está llamada a ser un punto de inflexión en la urbe. “Es un edificio muy brasileño”, afirma.

TEXTO: Eduardo López-Jamar
FOTOGRAFÍAS: Ana Limp

El nombre de Christian de Portzamparc no forma parte del star system de la arquitectura internacional. Sin embargo, fue el primer arquitecto francés en recibir el Premio Pritzker, en 1994 –cuando contaba tan sólo con 50 años– y está considerado una de las voces con más autoridad a la hora de desarrollar proyectos que envuelvan acústica, tales como salas de conciertos, óperas o filarmónicas. De su mano brotaron los diseños de la Cité de la Musique parisina, la Filarmónica de Luxemburgo, o la más reciente Ciudad de la Música, en Río de Janeiro, que ya ha sido calificada como “el edificio más importante desde Brasilia”. Su relación con Brasil viene de lejos: veraneaba con su familia en el país sudamericano y está casado con la diseñadora industrial brasileña Elizabeth de Portzamparc. Además, como el arquitecto brasileño más universal, Oscar Niemeyer, confiesa haber sido cautivado por las curvas de la conocida como Ciudad Maravillosa –“las de sus montañas y las de sus mujeres”, especifica–.
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La inauguración de la Ciudad de la Música carioca acabó envuelta en la polémica, ya que faltaban muchos meses de obras. ¿Se sintió decepcionado?
Sí, pero también me sirvió para dar una vuelta por el edificio y verlo todo iluminado por la noche. Queda mucho por hacer, tres o cuatro meses de trabajo, por lo menos. Lo cierto es que se han hecho las cosas con prisas y muchos elementos no se han instalado correctamente.
portzamparc1Se ha criticado el lugar escogido para levantar la Ciudad de la Música.

Al principio pensaba que la localización del proyecto era un poco extraña, cerca de un cruce de carreteras, rodeado de enormes centros comerciales muy vulgares. La Ciudad de la Música sería excesivamente monumental y ostentosa para ese lugar, quedaría un poco descontextualizada. Al día siguiente, me di cuenta de que en el lugar no se veía ni el mar ni los montes de Río. Pero cuando subí a una pequeña colina de unos diez metros de altura, descubrí de nuevo todo el paisaje, una laguna, el mar, las montañas… Entonces pensé que era necesario levantar el edificio, que el público llegase a esa altura. De ese modo, el edificio serviría para marcar un punto en la monotonía del barrio de Barra da Tijuca. Poco a poco el proyecto empezó a tomar forma; pensé que era necesario crear un espacio público, empezando por un gran jardín que rodease el edificio, y un belvedere para poder contemplar las vistas. Sobre la terraza se crea un clima fresco, lo que ayuda a combatir el calor tropical. Para el jardín, llamé a Fernando Chacel [el más importante paisajista brasileño en la actualidad]. Tenía que ser un lugar que atrajese a las personas.

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