Nos encontramos ante un singular proyecto hotelero ubicado en el municipio valenciano de Alboraya, y diseñado por Morph Estudio. El punto de partida es el esqueleto circular en el que la crisis había dejado reducido un ambicioso proyecto de oficinas. Cuando se empieza a trabajar con la volumetría ya definida, el reto es dar con una idea que se integre con las condiciones preestablecidas de una forma tan natural que los dos proyectos se fundan en uno. La tipología hotelera genera un ritmo de huecos extraordinariamente profuso y regular. ¿Como combinar esa retícula de huecos con el dinamismo de estos dos grandes cilindros? La respuesta estaba en realizar un pequeño giro en cada planta que acabara conformando una piel en damero con unos sutiles pliegues que refuerzan una dinámica fachada de directriz helicoidal. Las sombras son especialmente relevantes en un edificio cilíndrico, ya que en todo momento del día se producen sombras que dan una segunda escala a la fachada.
Para evitar una fachada adireccional, Morph impregna de color pequeños elementos de la misma. En este sentido, el color se emplea de forma paramétrica, con un gradiente que permite personalizar cada punto de vista.
Para evitar una fachada adireccional, Morph impregna de color pequeños elementos de la misma.
Un magistral juego de colores
Respecto a los interiores del edificio, se genera una entreplanta que supone una ruptura entre las plantas altas y privadas del edificio, y la planta baja de acceso. Dicha planta queda conformada como un espacio monocolor que únicamente se verá interrumpido por el color naranja de la escalera que conecta con la entreplanta, convertida en una abstracción espacial de color oscuro donde solo la luz y el color naranja toman protagonismo y descubren los espacios comunes del hotel. Las habitaciones, de color blanco y negro, contarán con el eco de color de la fachada del edificio, cambiante en cada habitación y un colorido baño que lo convertirá en una experiencia única.
El hotel más grande de Valencia
Se trata de un edificio de oficinas que se vio afectado por la crisis de 2008 y que Urbania compró hace dos años por diez millones de euros, con su firma Syllâbus a Altamira, propiedad del Banco Santander, para transformarlo en un hotel, el más grande de Valencia. Una inversión de 25 millones de euros que contará con 442 habitaciones, siendo el más grande que Syllâbus tiene en cartera. Más de 21858 m2 de hotel con nuevos servicios y comodidades para sus clientes, como coworking, cafetería, área de juegos, gimnasio, comedor, terrazas y un club como zona de ocio.
Se conforma una piel en damero con unos sutiles pliegues que refuerzan una dinámica fachada de directriz helicoidal
