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Inés Sánchez de Madariaga: “Hay una situación de discriminación real hacia las mujeres arquitectas”

Si hablamos de arquitectura y género, es inevitable hacer mención a Inés Sánchez de Madariaga. Directora de la Cátedra UNESCO de Género y profesora titular de Urbanismo en la Universidad Politécnica de Madrid, ha plasmado en una decena de libros y más de ochenta artículos su extensa experiencia en la perspectiva de género a nivel internacional. Conversar con Inés conlleva indagar en la necesidad de diseñar medidas de igualdad en las organizaciones, fomentar la puesta en marcha de estudios estadísticos sobre la situación de las mujeres en la profesión y promocionar el valioso trabajo de las arquitectas en nuestro país.

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© Quim Roser

¿Cuál es la situación actual de las mujeres en la arquitectura en España?

En términos generales, la situación de la arquitectura en nuestro país es mala, el sector se ha devaluado mucho y los salarios son excesivamente bajos para la clase de trabajo técnico, especializado y con tanta responsabilidad que llevamos a cabo. Pero, si nos paramos a analizar el caso de las mujeres, la situación es particularmente difícil por su compleja integración laboral. Más del 50% del alumnado son mujeres y, sin embargo, esas excelentes profesionales no consiguen entrar en la profesión. De las que entran, pocas consiguen permanecer, y de las que permanecen pocas logran progresar.

De la formación a la profesionalización, ¿con qué trabas se encuentra la mujer en el ámbito arquitectónico?

Las mujeres no reciben el mismo trato en las organizaciones que los hombres, no se valora su mérito ni la calidad de su trabajo en igualdad de condiciones. A ello su suman los dobles estándares y estereotipos de género en el mundo laboral que provocan que, cualidades consideradas positivas en un hombre, como la sana ambición y el afán por mejorar profesionalmente, en una mujer sean percibidas negativamente. O el que a la hora de distribuir las tareas profesionales en un estudio u organización, aquellas tareas que generan mayor especialización y mejores oportunidades futuras se atribuyen a los hombres, mientras las tareas más secundarias, o incluso más de apoyo logístico de oficina (el denominado término inglés officehousework), se atribuyen a las mujeres. En definitiva, tareas que contribuyen menos a la formación continua, a la especialización, al aprendizaje en profundidad y a la mejora profesional.

¿De quién crees que es la culpa?

No creo que haya culpables, sino situaciones y funcionamientos de las organizaciones que tienen impactos negativos para las mujeres. En este sentido, hay aspectos culturales y sesgos que muchas veces vienen implícitos y, en ocasiones, se toman decisiones que no son conscientes pero que provocan que los caminos se bifurquen. Por ejemplo, cuando se atribuyen de manera sistemática las mayores oportunidades de promoción, los salarios más altos o las tareas más interesantes a los hombres y no a las mujeres. Todo ello es el resultado de cómo funcionan en las instituciones los sesgos de género, por los cuales inconscientemente las personas valoramos más lo que es masculino.

El cerebro humano funciona rellenando huecos a partir de información incompleta sobre la realidad, adecuando esa información a esquemas mentales predeterminados, entre los que están los estereotipos de género. En nuestro caso, de lo que es ser arquitecto, es decir, un estándar modelo masculino. Cuando vemos la realidad de una mujer en esa profesión se produce una incongruencia en nuestra mente provocada por el hecho de que esa persona sea arquitecta no se corresponde con el modelo social. De ahí vienen los prejuicios, los sesgos, la discriminación. La incongruencia que produce ver a una mujer en una profesión considerada masculina genera muchas de esas situaciones de discriminación.

“Existe un doble estándar en el reconocimiento del mérito, no se valora igual el trabajo de las arquitectas”

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© Quim Roser

¿Qué vías pueden contribuir a mejorar la situación profesional de las mujeres?

Lo primero es reconocer que hay una situación de discriminación real hacia las mujeres arquitectas. Y, una vez que hemos aceptado esta realidad de trato desigual, hay que actuar en las organizaciones. Para ello hace falta que las personas con capacidad de decisión asuman liderazgo para cambiar las cosas y que exista un apoyo a las políticas de igualdad y a los planes de igualdad desde arriba. Por su parte, es necesario producir datos y llevar a cabo series estadísticas que se mantengan a lo largo de los años para ver cómo evoluciona la situación.

También necesitamos estudios de tipo cualitativo, realizar entrevistas a individuos y grupos en talleres que nos permitan obtener información en profundidad, no solo una cifra. Hace falta también formación, expertos que tengan conocimiento en planes de igualdad y sobre temas de género en las organizaciones, que pongan en marcha medidas y políticas que sean efectivas y factibles. Por supuesto, es necesario también acción por parte de las propias mujeres, que muchas veces se auto limitan en sus aspiraciones. Bien es verdad que esa auto limitación tiene un fundamento de comportamiento racional: si por experiencia sabes que no te van a valorar y a promocionar igual que a tus compañeros, es racional reducir las aspiraciones.

Con el objetivo de dar mayor visibilidad al trabajo de las arquitectas, el pasado 16 de marzo nació la Asociación de Mujeres Arquitectas de España, de la cual eres presidenta. ¿Cómo surge esta iniciativa?

Empezamos a forjar la Asociación hace dos años a raíz de la ceremonia de premiación de las Medallas de Oro otorgadas por el CSCAE, en la que llamó mucho la atención la ausencia de mujeres, tanto entre los premiados como entre los miembros del jurado y los participantes en el acto de entrega. Fue entonces cuando impulsé, junto con Ariadna Cantís, Martha Thorne y otra docena de compañeras, una carta dirigida al anterior presidente del Consejo en la que explicábamos la necesidad de que los premios se actualizaran, se modernizaran y respondieran de una manera más efectiva y más sensible a la realidad, no ya de la sociedad española, sino de la arquitectura y de la profesión en nuestro país. Nos dimos cuenta que hacía falta una asociación que representara a las arquitectas y que promoviera su presencia, su representación, su visibilidad, contribuyendo a mejorar de manera efectiva la situación profesional de las mujeres en la arquitectura.

¿Qué tipo de actividades queréis llevar a cabo?

La Asociación aspira a convertirse en un lugar de encuentro e intercambio de experiencias entre las arquitectas, y también en un foro desde el que promover e impulsar medidas con respecto a diferentes organismos y agentes del sector. Queremos visibilizar la situación en los medios de comunicación y colaborar con asociaciones similares a nivel nacional e internacional, entre otras muchas acciones.

En la última entrega de premios del CSCAE, Lluís Comerón expresó su compromiso de repensar los premios para reflejar mejor la diversidad de la profesión y, en particular, el talento de las arquitectas. En este sentido, ¿de qué manera os está apoyando el Consejo?

FOTO CSCAE NUEVA
La Junta Directiva de AMAE se reúne con el presidente del CSCAE y con la decana de COAVN. © Samuel González/CSCAE

Recientemente, la Junta Directiva de AMAE nos reunimos con el presidente del Consejo y con la decana de COAVN, Matxalen Acasuso. Durante nuestro encuentro, Lluís Comerón se comprometió a tener en cuenta el tema de género en la nueva encuesta del estado de la profesión que se va a llevar a cabo. Esto nos permitirá tener una buena descripción estadística de cuál es la situación de las mujeres en la arquitectura española a día de hoy. También se comprometió a impulsar medidas dentro de las instituciones colegiales. El Presidente del CSCAE expresó públicamente como dices el compromiso de repensar en próximas ediciones el modo en el que están concebidos los premios, de manera que pueda haber más mujeres premiadas. En este sentido, en mi opinión el Consejo tendrá que revisar el procedimiento de nombramiento de los jurados en el sentido indicado por la Ley de Igualdad. Creo que se tendrá que hacer un mayor esfuerzo para conseguir una mejor representación de la diversidad de la arquitectura española en los jurados, en las candidaturas y en los resultados de los
reconocimientos.

“De las arquitectas que entran en la profesión, pocas consiguen permanecer. Y de las que permanecen pocas logran progresar”

¿Y qué es de aquellas que no fueron reconocidas? ¿Cómo podemos recuperar la memoria histórica de nuestro país en materia de género?

Es necesario hacer investigaciones de personas concretas como Matilde Ucelay, la primera mujer arquitecta española, cuya biografía escribí hace unos años, y de otras pioneras españolas como Rita Fernandez Queimadelos. Sin embargo, también es importante no centrarse en nombres concretos, sino llevar a cabo estudios con una visión historiográfica más amplia que vaya más allá de la biografía y el estudio de las obras singulares de personas específicas. Esto permitirá comprender mejor por ejemplo cómo fue la vida profesional de esas mujeres, qué pudieron hacer y qué no, cuáles fueron las razones, cómo lo vivieron ellas… También permitirá conocer mejor el papel de las mujeres como mecenas, como promotoras y como usuarias de la arquitectura. Aunque hay un trabajo importante de autor, la arquitectura es muy colaborativa. Debemos ampliar esa visión de quién es responsable y quién contribuye al proceso de la arquitectura para entender las aportaciones de mujeres a esta profesión.

Como asesora de ONU Hábitat, ¿qué importancia tiene el género en la Nueva Agenda Urbana?

La Nueva Agenda Urbana habla mucho de género y de mujeres, concretamente en 34 párrafos de los 176 que tiene, así como en el preámbulo en el que se hace mención importante al tema de las mujeres y las niñas. A mi parecer, estas menciones no entran en temas de profundidad o más estructurales, pero nos dan pie para trabajar en casi todos los campos de la ciudad en los que es relevante.

Cuando hablamos de urbanismo con perspectiva de género, ¿a qué nos referimos?

Nos referimos a que hombres y mujeres utilizan la ciudad de manera distinta como consecuencia de las tareas que llevan a cabo cotidianamente. En este sentido, las mujeres se hacen cargo de la mayor parte de las tareas de cuidado y tienen una percepción diferente de la seguridad en el espacio público. Ellas son las que hacen la mayor parte de los viajes que tienen que ver con la atención a personas que no tienen autonomía para desplazarse en la ciudad, las que usan más el espacio público, las que utilizan más los equipamientos y los espacios residenciales. Cuando hablamos de perspectiva de género en el urbanismo hablamos de cómo hacer que el urbanismo pueda responder mejor a esas necesidades diferentes en el uso la ciudad de las mujeres y de los hombres en función de los roles de género que adoptan en su vida cotidiana. Las evaluaciones de impacto de género, como la que estamos haciendo mi colega Inés Novella y yo sobre la Operación Madrid Nuevo Norte, son un instrumento importante para ello.

“Las tareas que contribuyen menos a la formación y a la mejora profesional tienden a atribuirse a las mujeres”

¿Qué lugares específicos podrían mejorar a la hora de diseñar nuestras ciudades?

Hay muchos espacios, como los túneles, los puentes o las calles con fachadas continuas en las que no hay ventanas y puertas o no hay actividad en trayectos de la vivienda a las paradas de transporte público. Asimismo, también habría que prestar atención a barrios con niveles de renta más bajos, que tienen una mayor degradación del espacio urbano, que se encuentran en situaciones periféricas limítrofes con zonas de cambio de uso.

¿Qué retos plantearías de cara a un futuro cercano en materia de género?

El primer reto es que haya un reconocimiento profesional de las mujeres arquitectas españolas y una respuesta en igualdad de condiciones en el mundo laboral. Los números son escandalosos y hace falta que haya un reconocimiento de esta realidad para que sobre él se construyan y pongan en práctica medidas claras y con apoyo de las personas que tienen capacidad de decisión dentro de los organismos, las organizaciones, la sociedad y, en definitiva, todos los agentes dentro del universo arquitectónico. Sin embargo, es en este punto en el que me pregunto si es bueno que todo funcione por autopromoción y una competitividad exacerbada. Si lo que se está pidiendo a las mujeres es sumarnos a un modelo en el que solo cuente la rivalidad, la competencia permanente y el auto bombo, quizá debamos pararnos a analizar y cambiar el modo de reconocimiento. El liderazgo tiene que basarse en otros valores.

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