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Destino: la Luna

luna web1 0La previsión de la NASA de volver a la Luna en 2020 para pasar breves temporadas ha activado la creatividad por una hipotética ciudad selenita. Algunos estudios de arquitectura ya han realizado proyectos; otros los desarrollan para NAN. Todos coinciden en usar materiales lunares y aprovechar la ingravidez.

TEXTO: Palmira Chavero

Destino, Marte. Primera parada, la Luna. Cuatro décadas después de que los tripulantes del Apolo 11 diesen “un pequeño paso para el hombre y un gran paso para la humanidad”, la Luna sigue rodeada del mismo halo misterioso que la convierte en la opción más atractiva, pero con una diferencia: ya  no es inalcanzable. Y es que cumplir los objetivos de la NASA de explorar Marte requiere, de momento, una parada lunar. La previsión es que en 2020 comiencen los primeros viajes, con estancias de siete días y formados por cuatro personas. A partir de ahí, habría misiones de 180 días para preparar los viajes a Marte.

Estudiar en la Tierra las condiciones del satélite
Con el objetivo claro, la NASA ya está haciendo pruebas que permitan vivir temporalmente en la Luna. En la Antártida, por ejemplo, se están probando las condiciones de viabilidad con habitáculos hinchables reutilizables. Con una apariencia similar a las casas de juguete infantiles, es un prototipo de vivienda aislada y presurizada, con un espacio útil de 35,7 m2. Lejos de encontrar una suerte de vivienda temporal, el objetivo último es explorar todo el territorio selenita, una vez que el descubrimiento de hielo en los cráteres y helio3 (podría reemplazar al petróleo) ha dado alas a la idea de una ciudad lunar. El primer escollo a salvar en una hipotética construcción lunar es el de los materiales. Los expertos coinciden en que la mejor opción es utilizar los recursos lunares, y algunos experimentos apuntan a la creación de una suerte de hormigón a partir de una mezcla de polvo lunar y sulfuro purificado. Además, hay que tener en cuenta otras condiciones: días y noches equivalentes a 14 días, temperaturas extremas (107ºC diurnos y -153ºC nocturnos), viento solar, etc.

Para estudiarlo, la NASA ha desarrollado prototipos de vehículos híbridos, pero no es la única. Google promueve un concurso para crear dispositivos que exploren la superficie del satélite, el Google Lunar X Prize. Arquitectos e ingenieros llevan un tiempo dándole vueltas a la idea de hacer del territorio lunar una prolongación terrícola. Algunos han compartido sus trabajos con NAN y otros han desarrollado propuestas para construir una ciudad en la Luna específicamente para estas páginas.

FERNÁNDEZ ABELLÁN
Base lunar

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El ingeniero de minas José Luis Fernández Abellán ha estudiado en profundidad la posible explotación de los recursos naturales de la Luna y las condiciones en las que tendría que instalarse una base. Según sus estudios, del suelo lunar habría que extraer sobre todo oxígeno, hierro y titanio. “Estos materiales serán para el propio consumo  en la Luna, bien para ser almacenados (el oxígeno, por ejemplo, puede utilizarse para abastecer de combustible a las naves espaciales) o bien para ser utilizados en la construcción y desarrollo de la propia base lunar o de otras bases y asentamientos futuros”, explica Fernández.

José Luis Fernández Abellán ha diseñado un prototipo de residencia lunar que podrían utilizar unas decenas de personas durante períodos de unos seis meses, para lo que se usarían todos los materiales de la Luna posibles, ya que tener que transportarlos desde la Tierra supondría un coste difícil de asumir. “Serían habitáculos pequeños y dotados con lo indispensable; hinchables y fácilmente transportables, que requerirían una adaptación específica, como presurizarlos y ventilarlos adecuadamente, dotarlos de un filtro para el peligroso polvo lunar, etc.”, explica su promotor. Fernández también ha desarrollado la forma de abastecimiento de energía: “Fundamentalmente sería solar, porque los rayos del Sol inciden directamente sobre la superficie y se aprovechan mejor que en la Tierra, aunque también se pueden emplear otras formas de abastecimiento energético, como pilas de combustible, energía nuclear, etc.”

La base lunar, en principio, tendría una vida útil de diez años, “aunque podría ampliarse, bien para su propia expansión, bien para convertirse en el centro de otras bases en distintas regiones de la Luna”, apostilla. En el estudio económico del proyecto, Fernández estimó el coste en unos 34.000 millones de euros para la instalación completa, incluido el transporte de materiales, personas, etc., pero advierte: “Es sólo orientativo, pues intervienen muchos factores y, además, cuanto más avanzada esté la explotación, menores serán los costes”.

LANDSCAPESTUDIO
Paisajismo de ingravidez

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Un modelo de colonización basado en las arquitecturas sin un contacto directo con el suelo, sustrayéndolas a su entorno físico, reinterpretando el paisajismo a partir de un profundo respeto al entorno lunar. Las jóvenes paisajistas Sònia Ferragut y Lisa Gràcia, de LandscapeStudio, cambian las reglas de la arquitectura urbana para adaptarse a la nueva realidad que presenta el territorio lunar: “El suelo deja de definir la arquitectura a través de una plataforma apoyada sobre pilotis, creando su propio nuevo terreno”, explican. De esta manera, proponen eliminar “toda huella de la noción de peso, tradicionalmente asociada al suelo y, con ello, crear un tercer espacio entre la arquitectura y el terreno. Estos espacios son utilizados como zona de análisis-explotación y regeneración de las extracciones lunares”. El objetivo último pasa por crear un jardín botánico, “que permita el cultivo de flores y vegetales, mediante un soporte de aluminio que se encarga de proporcionarle a la planta el dióxido de carbono que necesita y extraer el exceso de oxígeno que se acumula en el proceso de fotosíntesis”.
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Con esta propuesta, el emergente LandscapeStudio realiza un acercamiento a una nueva realidad selenita, que pasa por su comprensión y redefinición sin degradar el terreno lunar, explotándolo y regenerándolo teniendo en cuenta las peculiares condiciones y sutilezas que toda nueva realidad plantea. Bajo esta filosofía de trabajo, caminan hacia la integración entre los procesos naturales y un completo sistema de construcción en un territorio, el lunar, que puede suponer el primer paso en una visión de futuro y que permite desarrollar un nuevo paisajismo, que concentra la esencia de la tendencia glocal: se piensa en global, pero se actúa en el ámbito local.

CUARTOYMITAD
Ciudad en movimiento

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Superada la limitación de la fuerza de la gravedad y los conceptos urbanísticos tradicionales, Moon Parade es una propuesta de ciudad lunar sin límites, en continuo movimiento. El colectivo Cuartoymitad, promotor de la idea, explica la razón de ser de esta nueva ciudad: “Se plantea una nueva cultura de nomadismo tecnificado, basado en el silencioso tránsito de un enjambre de estructuras cinéticas ligeras. A modo de cuerpos aumentados, constituyen nuestro soporte vital dentro de la atmósfera lunar. Entre otros elementos, cada una dispone de un cambiante racimo de ámbitos habitables especializados, que toman la forma de contenedores inflados con aire respirable. Dentro de ellos podemos flotar sin gravedad y desplegar nuestros hábitos de convivencia cotidiana”.
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Las estructuras estarían relacionadas entre sí y cuentan con anclajes que permiten plegar y desplegar ámbitos de conexión y estancias, eliminando todo tipo de limitaciones.  Las piezas que configuran esta ciudad se mueven lenta pero ininterrumpidamente, “orientándose y reposicionándose localmente en función de sus necesidades de conexión y de las perturbaciones físicas de su entorno”.

Moon Parade refleja la filosofía de Cuartoymitad, generar nuevos espacios superando los límites de la arquitectura convencional. “Esta ciudad selenita no es estática ni tiene límites definidos: constituye un campo de fuerzas urbanas, una flexible malla vectorial de estructuras ligeras, unidas en su pausado fluir sobre el paisaje lunar”, explican desde el colectivo.

díez+díez diseño
Bandera en libertad

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El estudio madrileño díez+díez diseño plantea un entorno lunar en el momento anterior a que la carrera por la colonización del satélite de la Tierra haya dado el pistoletazo de salida: “Un escenario en el que el único elemento con que el hombre haya roto la quietud del horizonte selenita sea un inmenso mástil en el que ondee, aunque sea de manera artificiosa, una gran bandera blanca”, reflexionan sus miembros.

De esta manera, más allá de limitarse a plantear un escenario selenita de libertad y sin fronteras, el estudio llama a la calma que produce la ausencia de batallas humanas por la consecución de un objetivo; “un estatus político para la Luna donde este símbolo identitario por definición de los diferentes estados se difuminase hasta alcanzar una blancura luminosa; la disolución de este elemento no sería a su vez sino un reflejo de una situación mucho más compleja y profunda como sería la desaparición, o para hablar con propiedad, del no surgimiento sobre la superficie lunar de un elemento geopolítico como es la frontera que, como heridas abiertas, tantos conflictos y dolor ha generado en la Tierra a lo largo de su historia”.

El color blanco de la bandera se constituye en un indicador de territorio virgen, una superficie a la que el ser humano se enfrentaría aplicando sobre él los conocimientos y lecciones aprendidas a lo largo de los siglos .

Para díez+díez diseño, formado por los hermanos Javier y José Luis Díez, estaríamos ante una oportunidad para corregir luchas pasadas y abogar por un futuro bien distinto a todos los niveles, no sólo arquitectónico: “El descubrimiento de la Luna se nos presentaría como una segunda oportunidad que el destino nos brinda para poder izar al cielo, con la Tierra en cuarto creciente al fondo, una única bandera, la bandera del ser humano”.

WONKA architectuur
Hotel Lunatic

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El estudio holandés Wonka ha sido uno de los primeros en ver la oportunidad que ofrece la Luna, lo que les llevó a diseñar un hotel para el satélite de la Tierra. El estudio ha visto en la baja gravedad y en la ausencia de atmósfera una oportunidad para desarrollar construcciones que no son posibles en la Tierra. Para disminuir el elevado coste, casi todos los materiales de construcción son producidos en la Luna, “sólo tendríamos que transportar las herramientas y la maquinaria”, explica Hans-Jurgen Rombaut. 
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Una parte del hotel estaría bajo la superficie lunar, incrustado en la roca; el material obtenido de cavar este hueco se destinaría a levantar las torres. También se utilizaría cristal y azulejos, que pueden ser fabricados con materiales locales. Según los cálculos del estudio, en 2050 este hotel podría ser una realidad para los turistas, que podrán alojarse una o 2 semanas. ■

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