El edificio construido por el Estudio Lamela en el estado de Querétaro, (México) servirá para concentrar los centros de llamadas que el Banco Santander tiene dispersos en varios países de habla hispana. Caracterizado por una geometría rotunda y mirando hacia la carretera Panamericana, su visibilidad está asegurada, en una ciudad histórica sin referencias arquitectónicas contemporáneas.
TEXTO: Piedad Bullón
FOTO: Estudio Lamela
Sabido es que una de las características más llamativas de la arquitectura precolombina es su hermetismo compacto. Sólida como las rocas, carece de vacío interior. En el complejo del Banco Santander en Querétaro hay muchos referentes externos que evocan ese pasado lejano, sobre todo en las zonas inferiores, de hormigón, pero también en altura, a pesar de sus materiales metálicos y ligeros. Se trata de un cuerpo central, el más visible, que se levanta rotundo a pesar de la suavidad de sus formas, en las que se han evitado las aristas presentes en la arquitectura mesoamericana. Ya en el interior se rompe con cualquier atisbo de influencias lejanas: lo abierto frente a lo hermético y la luz y el color frente a la oscuridad, son las notas dominantes de un espacio acogedor, acorde con su función comunicativa.
Conceptualmente, la propuesta de Lamela plantea una clara separación entre esos dos elementos. El primero emerge de la tierra y en consonancia se compone de materiales pesados y opacos, inspirándose en la tradición local por el color, la textura, el despiece y los materiales. El segundo, el edificio elevado, es transparente, ligero y luminoso, de ahí que los materiales empleados sean productos derivados, nuevos materiales, más livianos, producto de procesos industriales.
Con una superficie de 18.700 metros cuadrados, plantea una imagen innovadora, resuelta exteriormente con una doble piel de aluminio perforado para controlar la luz exterior. Las perforaciones que presenta permiten dar cierta vibración a la fachada, y su diámetro se estudió para que la iluminación interior fuera la necesaria e impidiera el paso de aves. Una fachada de aluminio y vidrio resuelve el aislamiento térmico. El volumen incorpora dos plantas de atención de llamadas y una planta baja que contiene la estructura principal.
Resuelto con colores neutros y materiales industriales como acero, aluminio y vidrio, el edificio es contemporáneo, internacional, amable, sin aristas y emblemático por su forma; en él se ha potenciado la separación con el edificio situado debajo, apareciendo así visualmente en el aire.
Y como el uso interno requiere una gran concentración, para los momentos de descanso se han creado unas salas que comunican con el ambiente exterior gracias a los patios: espacios donde se producen intercambios de los sentidos, luz, aire, sonido o circulaciones verticales.
Marca del Estudio Lamela, el color se ha controlado mucho por razones corporativas y se ha decidido concentrarlo en torno a los patios, para dar un ambiente más distendido. Los muebles que conforman las agrupaciones de atención telefónica han reducido al mínimo su altura, para ampliar en lo posible la percepción del espacio continuo.
En el perímetro exterior se ubican los despachos y salas de reunión. Todo el espacio cuenta con paneles para el aislamiento acústico y por los conductos de los tres silos discurren las instalaciones necesarias que luego se distribuyen a través de un falso suelo.
