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Caja bioclimática

tracasa 38La obra arquitectónica ganadora del Premio NAN a la Mejor Integración de la Energía en la Arquitectura no sólo destaca por su innovador aprovechamiento de la energía del sol –luz y calor–. Su comportamiento térmico será evaluado en el ámbito académico para desarrollar nuevas soluciones arquitectónicas.

TEXTO: Eduardo López-Jamar
FOTOGRAFÍAS: José Manuel Cutillas – Proyectar

Por segundo año consecutivo, el Premio NAN a la Mejor Integración de la Energía en la Arquitectura va a parar a una obra construida en suelo navarro. Esta vez, el Jurado consideró que la obra que mejor había incluido un inteligente diseño de los aspectos energéticos en la construcción era el edificio de oficinas para Tracasa, diseñado por el estudio AH Asociados. Su ubicación no es otra que Sarriguren, la ciudad dormitorio de Pamplona que ha sido seleccionada para desarrollar una investigación de nuevos aspectos constructivos más sostenibles.

De hecho, el edificio de oficinas para Tracasa no es sólo una muestra de buena arquitectura bioclimática, sino que servirá como laboratorio para estudiar el comportamiento térmico de las soluciones arquitectónicas y constructivas empleadas.

Rascacielos horizontal
Desde el punto de vista de su forma, el edificio cuenta con unos volúmenes desarrollados en horizontal –Miguel A. Alonso Val, uno de los fundadores del estudio, junto a Rufino J. Hernández Minguillón, explica que fue concebido como un “rascacielos horizontal”–, de forma geométrica sencilla, con vidrio y hormigón como materiales esenciales.

Alonso explica las razones de la elección de los materiales: “Teniendo en cuenta que la luminosidad y la transparencia eran valores incorporados al programa, se optó por utilizar el vidrio como material predominante en una fachada de poderosos volúmenes envueltos por una lámina densa de hormigón armado”.

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Controlar los rayos del sol
El vector que guiaba el diseño arquitectónico del edificio era conseguir optimizar las condiciones térmicas del edificio y lograr el mínimo consumo energético posible.
La necesidad de luz y de abertura hacia el exterior, comunes a los edificios de oficinas, motivó la primera decisión de los arquitectos: orientar el edificio hacia el norte y el sur, para poder equilibrar las necesidades lumínicas, térmicas y de ventilación natural. La apertura al norte permite el paso de una luz indirecta, necesaria para la actividad laboral del interior, mientras que la apertura al sur obligó a los diseñadores del edificio a situar unos parasoles para evitar un soleamiento excesivo en las estancias interiores.

Los parasoles se ejecutan de forma continua en la fachada sur, realizando una extensión del forjado de cada planta –que, a su vez, genera unas plataformas de evacuación en casos de incendio– con un vuelo de 1,80 m, donde se han colocado unos elementos verticales de vidrio de seguridad con butiral coloreado reflectante. El grado de inclinación de estos elementos permite que los rayos del sol en invierno no incidan directamente en el interior de los locales, mientras que en verano son reflectados, evitando así que produzcan recalentamientos en el interior de los recintos.

Las galerías de evacuación funcionan a modo de climatizador del edificio: la bolsa de aire de la galería se calienta por la incidencia del sol, donde es controlado e introducido en el edificio cuando ha alcanzado la temperatura óptima a través de conductos en el falso techo. Con esto se consigue un ahorro de energía y de consumo de combustibles para la climatización de las oficinas en invierno.
 

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