Cuando se pretenden cambiar las formas cuadradas de cualquier construcción, es muy útil hacerlo mediante una buena estructura de jardín. Un ejemplo de esto es el edificio en el que ha trabajado Fernando Pozuelo, con un diseño en el que predominaban líneas puras, con un formalismo y un modernismo muy considerables.
El reto aquí estaba en hacer que el jardín ofreciera un entorno fresco, exótico y amable que contrastara en cierto sentido con la dureza constructiva y dulcificara el conjunto, haciendo así un todo armónico donde el jardín dialogara con la arquitectura.
Para ello, se utilizan diversas flores y plantas que contribuyen en gran medida a crear este efecto. Una de las zonas de la estancia estaba marcada por un talud, desnivel que se suaviza con la inclusión de terrazas ajardinadas. Se realizó un ajardinamiento muy naturalizado usando palmáceas y plantas exóticas de flor rojiza y naranja como la Canna indica, junto a gramíneas que se mecen con el viento como nasella tenuissima y otras especies de palmera como la dracena indivissa. Esta selección respondía no solo al deseo de tener un diseño naturalista, sino también al gusto de los propietarios por la flora exótica. De este modo usamos plantas adaptadas a nuestro clima, poco exigentes en agua y resistentes a los contrastes térmicos pero que, al mismo tiempo, transmiten un aire tropical.
El cierre de esta zona se llevó a cabo con jazmines de invierno trepadores (trachelospermun jasminoides) que además de vestir el muro de verde ofrecerán toques de olor con reminiscencias exóticas. Junto a los jazmines y dominando el talud se situó un grupo de magnolios, una especie arbórea muy elegante que ofrece sombra pero sin robar demasiado volumen y que además mantiene la hoja en invierno. Los magnolios descargan visualmente el talud donde están ubicados, generan una sombra y un dosel más elevados y cuando crezcan serán capaces de armonizar las vistas del horizonte desde la parte de arriba de la casa. Además, los magnolios ofrecerán sus grandes flores aproximadamente al mismo tiempo que el jazmín; ambas son de color blanco, con lo que crearán un efecto notable durante la floración.
Uno de los elementos singulares de esta zona estancial son las cañas de Indias empleadas en el talud. Su potente sistema de rizomas ayuda a fijar el terreno; la variedad elegida, de hoja púrpura, da un contrapunto al resto de verdes y proporciona un ritmo cromático que se acentúa gracias a su notable floración en naranjas y rojos que dura todo el verano.
Otra zona estancial de la casa con gran carácter es la de la piscina. En este caso colocamos una alineación de cipreses punteados en el pie con una sucesión de agapantos. La flor azul de los agapantos en forma de grácil umbela acompaña el color azul de la lámina de agua de la piscina y ofrece un toque de vaporosidad a la alineación de cipreses. A medida que crezcan, los cipreses darán un aire muy italiano, muy de Toscana, a esta parte de la vivienda.
La vegetación también influye cuando se habla de iluminar el jardín. Por este motivo, se incorpora una gran variedad de luces indirectas, tales como balizas, led en el suelo o focos junto a la vegetación, que añaden contraste y juego de sombras al jardín, amplificando su contenido.
Finalmente, y gracias al uso adecuado de determinadas plantas y flores, se consigue un jardín que contrasta con las formas del resto del espacio.
