Mauro Manca es un arquitecto italiano especializado en sostenibilidad y economía circular en el entorno construido. Con un doctorado (Ph.D.) en Arquitectura Sostenible y Economía Circular, es profesor y coordinador del área de sostenibilidad en la Universitat Internacional de Cataluña. Mauro también es fundador y director ejecutivo de Energreen Design, una consultora dedicada a la construcción sostenible, el diseño pasivo, la eficiencia energética y la economía circular. Su trabajo se caracteriza por un enfoque multidisciplinar y la colaboración entre arquitectura y otros ámbitos del sector de la edificación.
A lo largo de su carrera, ha colaborado con organizaciones públicas y privadas, tanto en Europa como en América, y ha recibido múltiples reconocimientos internacionales por sus investigaciones e innovaciones en el ámbito de la construcción sostenible. Además, es miembro del grupo de Economía Circular del Green Building Council España, y cuenta con diversas acreditaciones, incluyendo EA VERDE GBCe, DGNB y WELL AP, así como auditoría especializada en la Taxonomía de la UE.
Mauro, tu lema es «hacer del mundo un lugar mejor para vivir». ¿Cómo ha influido esta filosofía en tus decisiones profesionales como arquitecto y especialista en sostenibilidad?
En realidad es la necesidad de colaborar y trabajar de manera multidisciplinar para generar ganancias compartidas. Para mí, ese es el lema principal. Trabajar transversalmente en el sector de la construcción, entendiendo que es un ecosistema donde también se incluye al usuario. La idea es generar desde el diseño inicial beneficios para las personas y que todo esté alineado.
Yo trabajo la mayoría de mi tiempo en la consultoría estratégica de economía circular. La colaboración y repensar la manera en que diseñamos proyectos es clave, pero no siempre es obvia para los arquitectos. Todavía tenemos un enfoque donde se diseña primero y luego se pasa el proyecto a quienes dibujan las instalaciones, las estructuras etc. Pero, ¿quién lo construye? Muchas veces lo define la promotora, y lo que vemos es que la circularidad debe integrarse desde la fase de diseño. Es fundamental alinear a todas las disciplinas desde el principio. Si queremos avanzar en la arquitectura industrializada, tenemos que incorporar el conocimiento de los industriales desde el inicio, no que se adapten después a un diseño que ya no tiene margen de maniobra.
Cuéntanos algo sobre la divulgación científica que lleváis a cabo desde Energreen Design.
Es un pilar de nuestro trabajo. Todo esto surge de la forma en que se ha promovido la sostenibilidad y la economía circular. Llevamos hablando de sostenibilidad desde los años 70, con la crisis del petróleo, pero no se ha hecho gran cosa hasta ahora. El concepto en sí tiene poco valor si no se aplica correctamente. Hay muchas prácticas mal entendidas, y muchas filosofías de sostenibilidad que, en la práctica, no funcionan. En la arquitectura, pasa mucho; hay muchas propuestas, pero no siempre son efectivas. También tenemos casos de soluciones pragmáticas, como el passivhaus o algunas certificaciones, que funcionan bien en contextos específicos, pero no en todos.
Aquí es donde entra la importancia de tener una visión crítica, una perspectiva científica que te permita cuestionar las cosas y ser más humilde con respecto a tus conocimientos. Es fundamental contextualizar cada problemática y no imponer conceptos universales. No siempre vale hacerlo todo en madera o todo industrializado. No siempre hacer un edificio con certificación ambiental lo hace sostenible. Lo importante es poder medir y aplicar una metodología que permita cuantificar los resultados. Los arquitectos no somos artistas, nuestra labor es medir, dimensionar e implementar en la realidad. Este proceso de cuantificación nos permite tomar decisiones fundamentadas que luego tendrán una repercusión económica. Al final, todo se traduce en cuánto cuesta algo en la columna de un Excel.
Has mencionado en alguna ocasión que los edificios tienen un alto impacto en el cambio climático. ¿Qué rol crees que deben jugar, no solo los arquitectos, sino todo el sector de la construcción, en la lucha contra el cambio climático? Sobre todo con edificios longevos, que cuando se deconstruyen también aporten a la sostenibilidad?
Sí, esto es parte del nuevo rol que estamos intentando cubrir en Energreen, actuando no solo como consultores de sostenibilidad, sino como agentes activos en el equipo de proyecto, como un «Circularity Manager». Alguien que apoye todo el proceso de diseño y construcción con directrices de sostenibilidad. Eso incluye desde la arquitectura bioclimática: orientar el edificio, usar ciertos materiales, jugar con la ventilación natural, la protección solar. Todo esto afecta de manera significativa el diseño. A veces tienes que cambiar la orientación o la geometría de un edificio por cuestiones de bioclima, lo que puede ser un cambio muy brusco, sobre todo cuando no somos los proyectistas.
Lo ideal es implementar esto desde el inicio, en cocreación con el equipo de diseño. Eso es determinante. He mencionado el bioclima, pero también puede ser por consideraciones estructurales o el tipo de material, que tiene implicaciones estructurales y económicas.
Muchas veces, las decisiones sobre una estructura se toman por razones económicas, no tanto por sostenibilidad. Esto también afecta las instalaciones, porque dimensionas un equipo de climatización en función de los materiales del edificio. Todo se cruza. Y el arquitecto tiene que tener esta visión integrada desde el principio. Porque antes podías diseñar un edificio y luego pasarlo al estructurista o al especialista en instalaciones para que lo ajustaran. Con la sostenibilidad, esto no puede ser. No puedes decir “ahora giro el edificio 20 grados”.
Este es el rol del arquitecto ahora, responder a las necesidades de la sociedad: una vivienda saludable, reducir el impacto del cambio climático, crear oficinas que fomenten la conexión entre las personas. Todas estas son cuestiones que hay que abordar, y la respuesta se solapa mucho con los conceptos de sostenibilidad. Por eso es necesario co-crear y dialogar mucho. La sostenibilidad es un valor de vida. No es un estilo, es un eje transversal.
«El rol del arquitecto ahora es responder a las necesidades de la sociedad»
En los últimos años, hemos visto un aumento en el interés por las ciudades inteligentes. ¿Cómo puede la sostenibilidad integrarse en el desarrollo de estas ciudades?
Este tema es complicado. Hay que tener cuidado con el marketing, porque el término «ciudades inteligentes» suena bien, pero no se trata solo de la tecnología. Las ciudades inteligentes deberían ser también aquellas que elevan el nivel cultural de sus ciudadanos. Por ejemplo, vivo en Barcelona, y algo tan simple como tirar la basura en el contenedor correcto puede parecer complicado.
Porque la sostenibilidad no es solo una cuestión de inteligencia, sino de cultura. La clave está en facilitar el sentido de conexión social, en crear un ecosistema entre los ciudadanos, y eso empieza facilitando el intercambio de información, dando sentido a por qué se hacen las cosas.
Si creamos cultura y facilitamos la información, retroalimentamos las costumbres, lo que permite compartir recursos como el transporte o los espacios, algo clave en una ciudad inteligente. Compartir la energía es más técnico, pero también entra en este esquema.
Sobre la cuestión de compartir espacios, hay muchos en la ciudad que están vacíos la mayor parte del tiempo, como centros deportivos, que podrían usarse para actividades más globales en momentos en los que no se utilizan. Lo mismo con oficinas y espacios públicos, en lugar de replicar actividades que pueden hacerse desde casa. Resolver esta problemática también reduce la necesidad de transporte.
Y todo esto tiene que ver con cómo la tecnología nos ayuda a simplificar procesos, compartir usos y optimizar los espacios. Si los utilizamos de manera más eficiente, ya estamos dando un gran paso. Lo mismo ocurre con el transporte: si podemos optimizar los espacios donde trabajamos o vivimos, nos movemos menos y de manera más compartida, haciendo cosas que realmente tienen sentido, como conectar con personas y no trabajar aislados en cubículos.
Ese es el punto de partida.Y toda la tecnología debe apoyar esto. La tecnología debe simplificar este tipo de coordinación. Si puedes identificar los picos de ocupación y aprovechar tecnologías como la inteligencia artificial para interpretar cómo funciona todo esto, te acercas mucho a un uso eficiente de los recursos. Y eso ya es un gran avance.
«La sostenibilidad no es solo una cuestión de inteligencia, sino de cultura»
Volviendo al cambio climático, ¿qué oportunidades crees que ofrece la crisis climática actual para transformar la manera en que se concibe la arquitectura y la construcción?
Estamos en un momento donde la sostenibilidad ha pasado de ser una idea interesante o una postal bonita a una necesidad real. Es algo obligatorio, tanto por ley como por razones financieras. De hecho, en mayo de este año se aprobó la nueva Directiva Europea sobre Energrgia donde se incluye tambien el análisis de ciclo de vida, que refuerza este enfoque. Entonces, no es tanto subirse al carro, es que si no lo haces, te quedas fuera. Ya llevamos mucho tiempo hablando de esto. El problema es diferenciar lo que es realmente sostenible de lo que no lo es.
Porque hoy en día todo parece ser sostenible, pero hay mucho greenwashing. Algunos dicen: «Hago esto o certifico con Breeam, así que soy sostenible». Pero eso no es suficiente. Necesitarás demostrar que el edificio funciona de forma sostenible, que consume poca energía, poca agua, que tiene un bajo impacto ambiental y bajas emisiones de CO2. De lo contrario, se creará una burbuja de productos que se venden como sostenibles pero que no tendrán valor real.
Las promotoras inmobiliarias y los inversores deben tener esto claro. Aunque muchos lo tienen, hay otros que se dejan seducir por lo fácil, por lemas o cursillos rápidos. Pero esto es mucho más complejo. Quien invierte dinero tiene que estar bien preparado y ser consciente de que no se trata solo de poner un sello al edificio, sino de hacer que las cosas realmente sean sostenibles.
Si demuestras que el edificio es sostenible y tiene propiedades cuantificadas, lo puedes vender mejor porque es un producto de mayor calidad. Así que estamos viendo cómo la sostenibilidad se convierte en una cuestión de inversión. Un buen inversor es alguien que conoce bien el tema, que ha hecho un estudio detallado. He visto mucha gente que entiende esto, pero también mucha gente que no.
Como fundador de Energreen Design, ¿cuáles son los mayores desafíos que enfrentas para integrar la sostenibilidad en todas las fases de un proyecto de construcción?
Uno de los mayores desafíos es la educación y la cultura en torno a la sostenibilidad. Como ya hemos comentado, hay mucha competencia de quienes ofrecen simplemente un «sello» de sostenibilidad, y los clientes se quedan contentos con eso. Nosotros también hacemos certificaciones, desde Breeam, LEED o VERDE hasta otras más avanzadas como DGNB y WELL. Pero mi principal obstáculo es convencer a los clientes de que tienen que ir más allá del sello. Tienen que comprometerse desde el diseño inicial del proyecto para crear un producto coherente en todos los aspectos que conciernen a la sostenibilidad.
El problema es que muchas veces nos piden implementar criterios de sostenibilidad o certificaciones en proyectos ejecutivos ya cerrados. Ahí es cuando entras con una actitud correctiva, y se fomenta el mito de que la sostenibilidad es más cara. Claro que es más cara si ya tienes el edificio hecho y tengo que modificarlo para cumplir con ciertos criterios. Pero si diseñamos desde el principio con estos criterios en mente, hacemos un análisis de costos de ciclo de vida y trabajamos con gemelos digitales, eliminamos cualquier justificación para ese sobrecoste.
Porque los modelos digitales nos permiten proyectar los costos de funcionamiento y tomar decisiones en un momento en que son más baratas y tienen un impacto potente. Pero si lo hacemos después, todo es más caro y menos efectivo. Entonces, el primer mito que hay que desmontar es que la sostenibilidad cuesta más. Lo que realmente cuesta es no planificar desde el inicio.
Otro reto es encontrar clientes dispuestos a compartir no solo un servicio puntual, sino todo el proceso del proyecto. Si podemos medir y cuantificar ciertos aspectos, esos datos no solo benefician al constructor o al jefe de obra, sino también al departamento de marketing, que tendrá más herramientas para vender el edificio, o al equipo de atención al usuario, que podrá explicar mejor cómo funciona el edificio.
«El problema es que muchas veces nos piden implementar criterios de sostenibilidad o certificaciones en proyectos ejecutivos ya cerrados»
El problema es que, quien ve la sostenibilidad solo como una herramienta de marketing o de especulación, te contrata por un servicio puntual, a coste por hora, y no se involucra en el proceso completo.
Y eso genera mucha confusión. Muchas veces los inversores o promotores no son expertos en sostenibilidad, y se encuentran con dos presupuestos: uno que es más barato y parece ofrecer lo mismo, y otro que les explica bien cómo se deben hacer las cosas, pero cuesta más. Es difícil competir cuando la diferencia parece ser solo de precio, pero no lo es.
Reconozco que mi trabajo cuesta más que un proyecto tradicional, pero con nuestra aportación podemos reducir a mínimos términos los factores de riesgo vinculados a los objetivos de sostenibilidad. Esto genera un ahorro mayor en todo el proceso de construcción porque si el proyecto se desvía en la fase de obra en un 1 o 5%, estamos hablando de mucho dinero. Así que la inversión en calidad del proceso te asegura muchos menos problemas en el futuro.
Por eso, mi principal problema es intentar poner en valor todos estos aspectos cualitativos, compitiendo contra quienes solo marcan un checklist y dicen: «Lo hago como tú». Pero en realidad, no es lo mismo.
La economía circular es un concepto clave en tus proyectos. ¿Podrías explicarnos cómo aplicas este enfoque en la arquitectura bioclimática y la reforma de edificios?
La reforma es un gran ejemplo de circularidad. Intervienes en la vida útil de un edificio y la extiendes. Porque la economía circular es una ciencia con muchas vertientes. No se trata solo de reciclar material, eso ya es tratar un residuo. Economía circular significa pensar en el ciclo de vida de un edificio desde el diseño. Tenemos que centrarnos no solo en si un material es desmontable, de madera, o con baja emisión de CO2. Eso es importante, pero lo esencial es la función, el propósito que da el edificio. El edificio da un servicio para la vida de las personas. Si no te centras en eso, solo estás reciclando un material, pero si ese material no sirve de nada en su función, entonces no estamos logrando nada.
Es decir, cuando hablamos de economía circular, la palabra clave es «economía». Lo más importante es cómo se centra la economía en la función del edificio. Para que un edificio sea saludable, confortable y flexible, es necesario que pueda adaptarse a lo largo de su vida útil. Si tienes cuatro hijos, necesitas más habitaciones, pero cuando los hijos se van y te quedas con tu pareja, tus necesidades cambian. Poder demostrar que un edificio se adapta a estos cambios aumenta su valor.
Este valor no puede quedarse solo en la fase de construcción. Aunque como promotor no estés en la fase de explotación del edificio, esto debería interesarte. Es como cuando vendes un coche. Los concesionarios venden en base a la seguridad, el consumo y la fiabilidad, todo aquello que reduce las visitas al taller. Eso es economía circular. Tienes que tener en cuenta todo el ciclo de vida del edificio y ser capaz de monetizar el retorno de la inversión de alguna manera, demostrando los beneficios a lo largo de todo el ciclo de vida.
También tenemos que hablar de la contabilidad de materiales, aquellos que son más fáciles de reparar o reutilizar. Piensa en el aluminio: puedes desmontarlo en una reforma y revalorizarlo. Esto es ganar dinero a partir del valor retenido o residual de los materiales. Pero si no vinculamos todo esto a un valor concreto de mercado, no estamos haciendo un buen ejercicio. No será ni escalable ni vendible.
«Tener las reglas, los documentos y las herramientas es importante, pero también cómo las usas»
Ya hemos hablado un poco sobre las certificaciones, pero en concreto para concretar algo más. ¿Qué papel juegan las normativas y certificaciones en los proyectos que tú desarrollas?
Lo primero es que es importante diferenciar si hablamos de certificación energética o certificación ambiental. En general, la certificación ambiental, como LEED, BREEAM o VERDE en España, abarca más conceptos. Son herramientas muy importantes porque establecen pautas para diseñar y construir proyectos sostenibles. Además, requieren una cohesión entre actores. No puedes llevar a cabo una certificación si el constructor no está alineado o si el proyectista de instalaciones no sigue ciertas indicaciones. Y ahí es donde surge el problema, porque muchos no lo tienen claro o simplemente cuesta más dinero. Si has contratado gente que trabaja con mínimos, no estarán por la labor ni siquiera de pasarte un informe completo.
Bien implementada, una certificación introducida en una fase temprana del proyecto te permite establecer unas reglas claras. Todas las certificaciones ambientales globales, que abordan aspectos sociales, energéticos, materiales, biodiversidad, y lugar, son útiles. Ofrecen un esquema básico que cualquier proyectista puede seguir y promueven un acuerdo entre las partes, facilitando la cohesión de intereses para hacer un edificio mejor y más sostenible.
Pero esto es solo un punto de partida. Tener las reglas, los documentos y las herramientas es importante, pero también cómo las usas. Es como el ejemplo del martillo: lo puedes usar para clavar un clavo o para hacer daño. La certificación puede utilizarse bien o mal, porque tener un sello no significa necesariamente que el edificio sea sostenible. Y esta diferencia no siempre está clara.
Por ejemplo, la certificación energética es una herramienta para clasificar productos y edificios. Está muy estandarizada, con criterios como A, B, C, D, pero son criterios amplios que tienen que servir para todos los edificios de España, sean residenciales o no. No puedes utilizar algo tan genérico para diseñar un edificio eficiente. Desde mi punto de vista, ni siquiera para justificar subvenciones o préstamos. Es solo un sello. No critico las certificaciones energéticas, pero si comparas un centro deportivo con una piscina, que consume muchísima energía, con un pequeño comercio que solo tiene una bombilla y una impresora, verás que la misma herramienta no puede medir ambos casos de la misma manera.
Cada herramienta es útil e importante, pero lo que pasa es que, cada vez más, estas certificaciones se convertirán en commodities, no en algo que aporte un valor diferencial. Lo importante será ser capaces de poner un valor más claro y concreto a cada una de ellas.
«Implementar la sostenibilidad es difícil porque implica más exigencias, más esfuerzo, más energía.»
Por ejemplo en Rebuild, se mencionaba que sobre todo en el sector de la construcción, hay gente que lleva 40 años y ahora tiene que tener en cuenta tantísimas cosas. Esto debe ser complicado. ¿Te has encontrado con esta situación?
Sí, esto pasa mucho, incluso dentro de la misma empresa. A veces no hablas directamente con quien puede tomar una decisión importante, y te toca un filtro que no entiende bien el tema. También hay mucha mala experiencia en este campo, y eso puede frenar los avances. Porque muchas veces alguien ha intentado certificar un edificio y ha sido un desastre, pero eso no significa que el proceso esté mal. Tal vez te topaste con alguien que no sabía lo que hacía.
Implementar la sostenibilidad es difícil porque implica más exigencias, más esfuerzo, más energía. Si te encuentras con alguien que ve todo esto como una complicación, te puedes encontrar con un muro, aunque esa persona esté interesada en hacer un edificio sostenible.
Cambiando un poco de tema, en NAN hablamos también de formación. Tú, como profesor y coordinador de sostenibilidad en la Universidad Internacional de Cataluña, ¿qué consejos le darías a alguien que quiere especializarse en sostenibilidad y economía circular?
Yo les diría que ahora es un momento excelente para desarrollarse en temas como la sostenibilidad y la economía circular. El problema es que las universidades, en muchos casos, siguen teniendo presencia de personas que llevan 40 años construyendo de la misma manera, con piedra y ladrillo. Con todo el respeto, porque se pueden hacer edificios sostenibles con esos materiales, pero no ha habido una evolución en los planes de estudio de las facultades de arquitectura. No se introducen de forma explícita cursos sobre sostenibilidad, y eso es un error.
A un estudiante le diría que se ponga las pilas en este tema, porque todavía tiene una ventaja competitiva. Y, sobre todo, que empiece con los conceptos más básicos: diseñar con el clima y la energía en mente, conocer los distintos materiales, como la construcción en seco, la producción en metal, la construcción en madera. Tienes que pensar no solo en cómo montar un edificio, sino también en cómo desmontarlo.
También es clave estudiar cómo recibe el sol un edificio durante todo el año. Empecemos por ahí, que ya hay mucho trabajo por hacer, y mucha gente no lo hace.
«El bioclima determina muchas decisiones de diseño importantes»
Ahora pasamos a tus colaboraciones internacionales de investigación, ¿has notado diferencias en el enfoque hacia la sostenibilidad entre América del Norte, América Latina y Europa?
Sí, absolutamente. Cada región es diferente. Incluso dentro de una misma ciudad, como Barcelona, no es lo mismo proyectar un edificio cerca del mar que detrás de las colinas de Collserola. El bioclima determina muchas decisiones de diseño importantes. Además, la sostenibilidad debe estar muy vinculada con el aspecto y la cultura local. La manera de construir, los materiales que tienes a tu disposición, todo eso cambia de un lugar a otro.
Si quieres ser sostenible, debes usar materiales locales, o al menos saber qué te falta para poder conseguirlo o buscar una alternativa. Porque el uso de materiales locales es clave para reducir el impacto ambiental de un proyecto.
¿Y cómo ves la evolución de la tecnología en la construcción sostenible? ¿Crees que herramientas como el diseño paramétrico o la impresión 3D juegan un papel crucial en el futuro?
Yo creo que, como en cualquier contexto, se actualiza todo. La industrialización no va a ser la única respuesta, aunque sí considero que es un aspecto muy importante e interesante. Lo mismo con la parametrización y la impresión 3D, son herramientas muy interesantes que deberían introducirse de manera mucho más radical y efectiva en el sector, ya que eliminan parte de la redundancia de la industrialización y la modularidad.
Porque antes, una construcción industrializada y modular consistía en que todo era igual: paneles que se montaban de manera uniforme. Pero si introduces parametrización e impresión 3D, puedes industrializar componentes distintos y ensamblarlos de manera mucho más rápida y eficiente. Ese es el gran potencial que les veo.
El problema, a veces, es que se pierde el foco. Nos concentramos demasiado en que la parametrización y la impresión 3D se utilicen para crear edificios que dan vueltas, se tuercen y son muy visuales. No es algo malo en sí, pero creo que se desvincula un poco de resolver problemas reales.
Y lo mismo ocurre con la impresión 3D. No es necesario resolver todo montando una máquina gigante para imprimir casas de barro en forma circular, volviendo a la construcción de muros portantes, algo que, bajo muchos puntos de vista, está bastante obsoleto. Tiene sentido en ciertos contextos, pero no solo se trata de eso. La impresión 3D también puede utilizarse para crear productos con muchas variables, en los que cada pieza sea distinta, pero que formen parte de una construcción industrializada, ensamblable y fácilmente construible.
Para finalizar, la sostenibilidad no solo tiene un impacto ambiental, sino también social. ¿De qué manera crees que la arquitectura sostenible puede contribuir a la equidad social y a la mejora de las comunidades urbanas?
Creo que la sostenibilidad genera cultura, información y buenos ejemplos. Pero, en lo material, creo que se vincula directamente con las ciudades inteligentes: generar espacios que fomenten la conexión, el bienestar social y que activen la cultura. También se trata de crear espacios saludables y conectados con la naturaleza. Y no hablo solo de plantar árboles en los balcones, porque a veces eso se lleva a extremos que no siempre tienen sentido. Me refiero a tener una verdadera conexión con el entorno, el espacio exterior, incluso algo tan simple como una vista al cielo o recibir la luz adecuada a cierta hora de la mañana, lo que puede influir en tu ritmo circadiano y, en consecuencia, en tu calidad de vida y de sueño.
Son cuestiones que, aunque parezcan simples, afectan de manera cuantificable y medible, lo que hace que puedan transferirse al cliente final. Es importante traducir estas cosas en proyectos, desde la construcción hasta la introducción de materiales que no emitan compuestos tóxicos.
Hoy en día, nos fijamos mucho en las etiquetas de los alimentos que compramos, si tienen Nutri-Score A, B o C. Del mismo modo, debemos prestar atención a las etiquetas de los materiales que usamos en los edificios, qué contaminantes llevan, qué conservantes contienen, o incluso el nivel de cortisol que puede generar un edificio en sus habitantes. Estos son aspectos clave en un proyecto.