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Repensando las fachadas urbanas: del confort interior a la mejora del entorno exterior

Las fachadas de los edificios en las ciudades modernas han evolucionado significativamente, desde simples estructuras que protegen del exterior hasta complejos sistemas que priorizan la comodidad de quienes habitan en su interior. Sin embargo, esta evolución ha traído consigo desafíos, como el aumento del efecto isla de calor y la dependencia excesiva de los sistemas de climatización. Pero, ¿qué pasaría si las fachadas no solo beneficiaran a los que están dentro, sino también a los transeúntes y al entorno urbano?

Un poco de historia

Históricamente, las fachadas han sido una expresión de cultura, narrativas e incluso status social. Con el avance de la tecnología, el uso del vidrio se popularizó, ofreciendo transparencia y vistas ininterrumpidas. No obstante, el vidrio es un mal aislante, lo que ha llevado a la creación de sistemas de climatización masivos para mantener el confort interno, contribuyendo al calentamiento de las ciudades.

Hoy en día, es posible concebir una nueva generación de fachadas que no solo mantengan el confort interior, sino que también mejoren la vida en el exterior. Existen tecnologías innovadoras que permiten que las fachadas contribuyan positivamente al medio ambiente urbano. Por ejemplo, se pueden incorporar hábitats para la fauna urbana, sistemas de captación y purificación de agua, y materiales que reduzcan la contaminación acústica.

Nuevas tecnologías aplicadas a las fachadas

Una de las tecnologías más prometedoras es el uso de paneles que filtran el aire contaminado en áreas urbanas densas, mejorando la calidad del aire para los peatones. Otro avance es un sistema de ventanas autossombreadoras que reduce la necesidad de aire acondicionado al reaccionar automáticamente al calor exterior, manteniendo la transparencia y la conexión visual con el entorno.

Para que estas tecnologías se integren de manera generalizada en las ciudades, es necesario un cambio en las políticas públicas, incentivando a los desarrolladores a invertir en tecnologías de fachada que beneficien al público. Además, es crucial que los inquilinos exijan edificios que no solo sean estéticamente agradables, sino que también contribuyan a la salud y bienestar de la comunidad urbana.

En última instancia, las fachadas de los edificios pueden y deben servir a un propósito mayor, ayudando a crear ciudades más saludables, sostenibles y equitativas para todos.

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