La finca Can Mati, anteriormente conocida como Can La Sellaresa y construida por Marcel·lí Calbet i Sendra, tiene su origen a finales del siglo XIX. Se construyó como casa de payés en el núcleo histórico de Viladecans, en su día una localidad agrícola, que se transformó al inicio del siglo XX en un pueblo industrial.
Durante cuatro generaciones, la casa funcionó como vivienda familiar, para guardar el ganado y como almacén de herramientas campesinas. La casa se presentaba en buen estado de conservación, a grandes rasgos en el estado original, con unos porches más recientes en el patio.
«Es un reto partir de una estructura existente, pero a la vez nos ofrece la oportunidad de enriquecer un edificio, puesto que tal como nuestros antecedentes influyen en nuestras personalidades, los espacios históricos nos hablan de una manera que un edificio nuevo no consigue», explica el arquitecto responsable, Daniel Tigges.
La reforma parte de la idea de mantener al máximo la estructura existente y el espíritu del edificio histórico, creando espacios luminosos y generosos, también saneando la envolvente energéticamente.
Preservar la esencia original del edificio
El proyecto, obra del estudio Tigges Architekt, valora la sustancia existente y conserva viva la historia construida.
Los muros estructurales solo se han modificado puntualmente. Con la eliminación de los cielos rasos y una limpieza a fondo vuelven a lucir las vigas de madera y las bovedillas cerámicas.
Para mejorar la iluminación natural, se han ampliado las aberturas en la fachada principal, dotándolas de nuevas ventanas y porticones de madera, y se han cubierto los muros existentes con un enlucido de mortero de cal.
La cornisa diseñada para integrar el cableado público y el zócalo se han materializado con cerámica semigresificada.
© Pol Viladoms
La casa tenía una organización generosa bastante interesante, y se han mantenido sus virtudes.
El centro de la casa, anteriormente un espacio muy dividido/compartimentado y oscuro, se ha convertido en un vestíbulo de triple altura bañado de luz natural. Casi todos los dormitorios se han mantenido en el estado actual -uno se ha convertido en baño y lavadero-, iluminados por unas claraboyas. La zona de día atraviesa el cuerpo del edificio de la calle hasta el patio, uniendo tres espacios, que antiguamente eran un dormitorio y dos habitaciones.
«Esta casa es un horno en verano y una nevera en invierno», explica el hijo de la última propietaria. En este sentido, la rehabilitación energética ha conseguido un confort excepcional y un consumo energético mínimo de 31 kWh/m2a para la calefacción y 14 kWh/ m2a para la refrigeración, según el balance energético.
Durante el verano 2022, uno de los más calurosos de la historia, tan solo se usó el sistema de refrigeración durante dos semanas. El resto de días se pudo controlar la temperatura interior con ventiladores de techo y utilizando las protecciones solares.
© Pol Viladoms
Passivhaus
El proyecto mejora el impacto ambiental del edificio, con una estrategia para minimizar la demanda energética que principalmente utiliza medidas pasivas, pero también con unas instalaciones eficientes, y una instalación fotovoltaica de autoconsumo. En este sentido, ha obtenido el certificado Passivhaus EnerPHit clásico.
La envolvente es totalmente hermética y ha logrado un valor espectacular para una rehabilitación, de 0,5 renovaciones de aire, con lo que cumple con los criterios de obra nueva de Passivhaus. Se han aplicado soluciones sencillas, básicamente la escayolada y la misma impermeabilización de la cubierta. Solo puntualmente se han usado membranas de hermeticidad.
En la medida del posible se ha aplicado aislamiento por el exterior, la mejor solución porque permite también activar la inercia térmica de la masa construida. Por cuestiones de protección histórica se ha aislado la parte superior de la fachada principal con un aislante formado principalmente por corcho triturado y mortero de cal Diasen. La fachada del patio se ha aislado con un SATE de lana de roca con mortero de cal de Com-Cal. Los elementos horizontales se han aislado con fibra de madera, a excepción de una segunda capa de aislamiento de XPS encima de la membrana de la cubierta para proteger la construcción de condensaciones.
Todas las ventanas del proyecto están dotadas de un elemento de protección solar exterior móvil. La fachada principal con porticones de madera, y la fachada del patio, que es la más expuesta, está equipada con láminas orientables metálicas de Griesser.
La climatización y la ACS trabajan con una bomba de calor de Mitsubishi con depósito integrado en la máquina interior y con dos fancoils de conductos para distribuir calor y frío. Para mejorar el balance energético se combina con una ventilación de doble flujo con recuperador de calor de la marca Zehnder e instalación de ventiladores de techo.
Sostenibilidad
El proyecto contempla la selección de materiales de bajo impacto considerando todo el ciclo de vida. Se han escogido materiales de poca energía incorporada, y acabados que garantizan un aire interior de calidad sin contaminantes. Las superficies principales son pavimentos de baldosas cerámicas en la planta baja y parqué de roble en la primera planta, con 0% de COV (componentes orgánicos volátiles); también pintura mineral de Keim en las superficies pintadas. También se han escogido con estos criterios otras superficies, como el azulejo de cocina de mármol y las baldosas a los baños.