El ser humano es un ser creativo por naturaleza. Cuando nacemos, tenemos la capacidad de pensar con libertad, sin ninguna barrera, pero a medida que crecemos y nos relacionamos con nuestro entorno o cultura, esta capacidad se ve reducida, dejando un espacio más pequeño para la creatividad. Buscar inspiración nos ayuda a frenar esta carencia y potenciar la parte creativa. Por ejemplo, la arquitectura, en su tarea de crear nuevas realidades, de plantear nuevas formas de interactuar con el entorno, de reimaginar los espacios y otorgarles una nueva función, precisa de la inspiración para ello, convirtiéndose en un elemento fundamental para las nuevas creaciones.
Si pensamos en la máxima fuente de inspiración para el ser humano, esa es la naturaleza. Los seres humanos hemos aprendido y evolucionado observándola y haciendo uso de ella, siendo un referente: si algo funciona en la naturaleza, el ser humano lo ha copiado y adaptado. Ante estas premisas surge la arquitectura biónica. Este concepto gira en torno a la idea de que, si queremos construir algo, la naturaleza ya lo habrá construido antes y lo habrá hecho mejor, por lo que es siempre una fantástica fuente de inspiración.
Este tipo de arquitectura tiene como objetivo buscar un mayor equilibrio con lo natural, ignorando las formas geométricas que han caracterizado las construcciones durante siglos, dejando de un lado el rectángulo para apostar por las líneas curvas de estructuras biológicas y de formas varias de la naturaleza. Además, este tipo de arquitectura tiene un compromiso sostenible y ambiental desde su diseño, su construcción y su uso.
La arquitectura biónica cuenta con una serie de particularidades que la diferencian de un modelo más tradicional, como puede ser la apuesta por un tipo de cimentación flotante que imita a las raíces de un árbol, lo que lo protege de posibles movimientos sísmicos.
Además, están diseñados para tener capacidades bioclimáticas, ya que aprovechan la energía solar y cuentan con un gran aislamiento térmico. Este tipo de construcciones cuentan con un equipamiento especial, como ventilación de doble flujo, climatización complementaria del aire o sistemas de recolección de agua. Todo ello crea un microclima interior, que además permite el paso controlado de aire y luz natural.
En España contamos con un referente mundial de este tipo de arquitectura, Javier Pioz, quien, gracias a sus obras, en las que incorpora los conocimientos de la naturaleza, crea construcciones verdaderamente espectaculares. Quizá, su obra más conocida es la Torre biónica en Shanghái, un proyecto que está concebido como una ciudad-vertical-ajardinada que contará con más de 1.228 metros de altura divididos en 300 pisos y que despertó interés en todo el mundo. Este tipo de proyectos no solo se inspiran en la naturaleza, sino que son construcciones que buscan ese equilibrio con ella, por lo que es una corriente arquitectónica a tener muy en cuenta en los desarrollos urbanísticos de los próximos años.