Si miramos a nuestro alrededor, con total seguridad, veamos un mayor número de edificios y construcciones que espacios verdes, a menos que vivamos en mitad del campo. Cada vez más, las ciudades experimentan un continuo proceso de expansión, ampliando sus fronteras, el proceso de urbanización nos obliga a levantar edificios más altos y el desarrollo nos permite mejorar nuestra red de carreteras, llegando así a más puntos.
Nadie se cuestiona los innumerables beneficios que nos aporta este desarrollo para seguir evolucionando y obtener una mejor calidad de vida, pero estamos tan inmersos en ello que restamos importancia a las consecuencias de esta supremacía del “ladrillo” frente a lo natural.
En este contexto, el pasado año 2020 supuso un antes y un después que nos obliga a detenernos en este aspecto. Según un estudio publicado en la revista Nature, realizado por un grupo de investigadores, por primera vez en la historia, la masa conformada por las carreteras, edificios, botellas, bricks o juguetes ha superado a la de todos los seres vivos (biomasa), es decir, que todo aquello artificial que ha sido creado por el hombre, supera en cantidad a lo natural.
Si vamos un poco más allá, en los últimos 100 años la masa vegetal se ha reducido a la mitad, mientras que el volumen de edificios, carreteras y máquinas se ha ido duplicando cada 20 años, lo que deja claro que los seres humanos estamos fabricando a un ritmo superior que el de la propia naturaleza. Esto lleva al surgimiento del Antropoceno, o la «edad de los humanos», un término utilizado por algunos científicos para referirse a una nueva era geológica marcada por el impacto del ser humano en la naturaleza.
Dejando a un lado los debates sobre la era geológica en la que nos encontramos, lo que es evidente es el impacto negativo que se ha producido en los últimos años sobre la masa vegetal. La deforestación es uno de los principales causantes de esta reducción en el número de árboles en todo el globo.
Cada año se pierde aproximadamente un 43% de la cubierta arbórea, alcanzando los 26,1 millones de hectáreas anuales, siendo las regiones tropicales las que más duramente se han visto afectadas por esta actividad. La agricultura comercial masiva es otra de las actividades causantes del 40% de la deforestación mundial, llegando al 70% en países de América latina.
Además, el hecho de que haya más edificios y carreteras que árboles se ve agravado por los materiales que se utilizan para su construcción. Después del agua, que ocupa la primera posición, el cemento es el segundo elemento más utilizado en el planeta, lo que supone un gran riesgo medioambiental, ya que es el responsable del 8% de las emisiones de CO2 del mundo, según el informe Making Concrete Change del instituto británico Chatham House.
Pero todo no iba a ser negativo. la velocidad a la que la deforestación está actuando ha sido mucho menor en los últimos años, pasando de perder siete millones de hectáreas en un año a tres millones, según el informe El estado de los bosques del mundo de la FAO. Esto principalmente se debe al aumento de la repoblación arbórea. En este sentido, encontramos el caso de Uruguay, un país que ha sido capaz de aumentar su masa forestal en más de un 131%.
Todo esto hace que sea de vital importancia seguir apostando por llevar a cabo una reforestación consciente para contrarrestar esta pérdida de cubierta arbórea e intentar frenar el desequilibrio entre lo natural y lo artificial.