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Un restaurante que comprende la historia viva del lugar a través de sus objetos

Marta Badiola, de Ensalada Works, y Lorna de Santos firman el interiorismo del restaurante Casa Martón, situado en el pequeño pueblo aragonés Sallent de Gállego. Con una superficie de 270 m2, el desafío del encargo era diseñar un concepto que partiese de la identidad familiar, transmitiendo su recorrido e historia a través de los materiales y manteniendo las cualidades espaciales del salón, pequeño e íntimo, que les permite a los dueños estar cerca de sus clientes. El restaurante que diseñaron las interioristas se articula en torno a un núcleo central de baños con una serie de salones y espacios donde comer.

BACON STUDIO LORNA SANTOS 5

Cada uno de ellos busca tener unas cualidades espaciales singulares que ofrecen siempre una experiencia distinta. En uno de ellos el comensal puede contemplar el muro de piedra de La Torre adyacente con más de 600 años de antigüedad, mientras en el otro puede ver las herramientas con las que la familia ha trabajado el campo durante años. También puede sentarse frente a las brasas para ver a Sandra, una de las propietarias del local, trabajar la carne en el asador.

En este proyecto las interioristas entendieron que las cosas guardan la memoria de lo que somos y de lo que hemos hecho, y que esa es la razón por la que la familia Martón ha almacenado una cantidad inmensa de materiales, objetos y útiles desde generaciones atrás que hablan de su trabajo en el campo, de su tradición y gusto por la gastronomía, de la evolución de los paisajes del valle y su relación con las personas que lo habitan. Todo ello ha conformado un archivo valiosísimo para este proyecto.

En este sentido, hizo falta un trabajo de campo exhaustivo durante meses para analizar las posibilidades de cada pieza, seleccionando y diseñando al mismo tiempo. De aquí salieron bebederos de madera convertidos en lámparas o percheros, o los bebederos de piedra que utilizaron como lavabos en los baños y para uno de los cuales construyeron un pedestal adaptado a la topografía particular de su superficie. Con los cuellos de madera de las esquilas Marta y Lorna hicieron pequeñas bandejas de cobro, reutilizaron portaderas para la carga en animales como elementos decorativos y estanterías, y aprendieron qué eran y para qué servían las muchanas, las talegas, las cubiertas o las zoquetas que acompañan la decoración del espacio.

También se recuperó y reutilizó parte del material que salió de la demolición, con sus cicatrices y huellas del paso del tiempo. Con la tarima de suelo hicieron el techo acústico de uno de los comedores, pero también muchas de las piezas de mobiliario, encimeras de mesas, estanterías, revestimientos de pared. Con las vigas de madera se ideó una subestructura de madera de la que suspender distintos elementos, evitando perforar la insonorización del local, como el botellero de la barra o los diferentes sistemas de puertas y cerramientos de los salones. La piedra en la que apoyan los pilares de madera son recuperadas de la antigua fachada, al igual que la piedra almacenada en la barra.

Con la tarima de suelo las interioristas hicieron el techo acústico de uno de los comedores, pero también muchas de las piezas de mobiliario, encimeras de mesas, estanterías y revestimientos de pared

Cuando las interioristas emplean materiales nuevos el criterio siempre es buscar materiales y colores naturales que hablen de una relación más directa entre lo humano y lo natural en su procesamiento y aplicación, rehusando la producción industrial a favor de la artesanía y el trabajo con las manos. Por ello, el suelo es un mortero aplicado manualmente con base de arenas en distintos tonos. Asimismo, cabe destacar que el aislamiento acústico es de virutas y otros restos de madera en tono natural. Se ha empleado para revestimientos y control de soleamiento telas de fibras naturales vegetales como el lino, algodón y cáñamo.

En definitiva, este proyecto tiene la singularidad de comprender la historia viva de un lugar a través de los objetos, permitiendo a Marta y Lorna trabajar con lo desconocido y aprender de la cultura y saberes de los entornos rurales en un proceso de documentación visual, reinterpretación y puesta en valor de lo material para la conservación de la memoria de una familia y un territorio.

Se ha empleado para revestimientos y control de soleamiento telas de fibras naturales vegetales como el lino, algodón y cáñamo

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