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Arquitectura que genera complicidades entre los más pequeños

Este proyecto, de MGM Morales de Giles Arquitectos, se ubica en el interior del recinto perimetral del colegio Bienaventurada Virgen María las Irlandesas, obra de los hermanos Barquín y Barón (1964). Se trataba de construir una escuela infantil, así como dar solución a algunas patologías en aulas prexistentes, que formarían parte de todo el conjunto. El programa funcional se detalla en base a aulas de nueva construcción junto a un patio de juegos, y a un patio de invierno —para solventar la climatología, permitiendo el desarrollo de otras actividades—. Por último, este programa se completa con una pequeña reforma y saneamiento de tres aulas prexistentes.

El proyecto crea un ámbito de acceso y de separación respecto del colegio prexistente, planteando un patio alargado a modo de calle, desde el que se accede al conjunto. El estudio propone un organismo de aulas y espacios, a modo de racimo, que conecta con las tres aulas originarias de la escuela infantil. Todo este conjunto se ordena alrededor de un gran eucalipto prexistente, que formaba parte de la identidad de los espacios libres de este colegio. Este árbol se utiliza como referencia espacial y de orden geométrico para la ordenación de las aulas. Todas las aulas se miran entre sí, y ponen en valor el espacio libre de juegos, al mismo tiempo que acentúan el espacio del mismo como centro de la educación complementaria al aire libre.

Esta copresencia entre aulas, comunidad educativa y espacio libre, constituye el objetivo de esta obra. Para ello, ha sido muy importante el acento que se ha puesto en tres aspectos:

  • El sentido de comunidad, para la que se plantea este pequeño “asentamiento urbano”.
  • La disolución del aula y su integración en el espacio de juegos al aire libre, creando umbráculos y áreas de protección para que la docencia tenga diferentes espacios en el que desarrollar tanto la formación individual del niño, como el sentido de complicidad y colaboración con los demás.
  • Un gran patio-aula de invierno, sin límites, genera una gran cubierta que abraza todo el conjunto. Este “gran abrazo”, formalmente queda orientado a sur, constituyendo así un gran umbráculo en verano, y un gran paraguas en invierno.

Esta gran cubierta, al mismo tiempo que arropa todas las aulas, permite la identidad de cada una de ellas, modificando el trazado y la geometría de la misma.

Generación de complicidades

El planteamiento del aula se ha realizado acentuando la individualidad de la misma, así como la pertenencia al grupo de las demás. Cada aula dispone de una puerta de acceso directo al patio de juegos, generando un umbral bajo la protección de la cubierta, y desde este al patio de juegos. Este umbral dispone de una puerta-mueble que mide la relación de acceso al patio, permitiendo la generación de complicidades entre los niños en relación con los pequeños espacios. Las aulas generan entre sí, una estructura, laberinto, con la intención pedagógica de relacionar conocimiento, búsqueda, participación y planteamiento de estrategias, de modo individual y/o colectivo.

Para ello, el perímetro que rodea todas las aulas, junto con la estructura del edificio, permiten que sea un mobiliario de juego, en el que se integran patios y aulas.

Una mayor libertad en el espacio interior

Un elemento importante en la configuración de todo el proyecto ha sido la concepción de la estructura, que se ha confeccionado como un mobiliario de juego en sí mismo, que aporta al mismo tiempo una gran unidad a todo el conjunto de la cubierta. Para ello, se ha planteado la estructura fuera del aula, con la intención de permitir la mayor libertad en el espacio interior de la misma. Al mismo tiempo, y como se había previsto, actualmente las crucetas de San Andrés y pilares, los niños se están utilizando como elementos de juego. Por último, ha sido esencial el revestimiento de madera hidrófuga y acústica. Este revestimiento se genera en el interior del aula, sale hacia los umbrales, y forra todo el interior del patio de invierno.

La estructura se ha confeccionado como un mobiliario de juego en sí mismo, aportando una gran unidad a todo el conjunto de la cubierta

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