La urbe perfecta toma el espíritu de los antiguos barrios como impulso vital y se aleja del modelo residencial de los suburbios. La comunicación y la seguridad serían las claves de un nuevo urbanismo concebido por ellas. La revista NAN plasma una ciudad diseñada por un grupo de mujeres expertas.
Texto: Leticia Gil de Biedma
Hablar de una ciudad de las mujeres es situarse en el territorio de la ciencia-ficción. Sin duda alguna, ellas constituyen el colectivo social más castigado por la actual planificación urbana. Pasarán largos años hasta que la sensibilidad y las necesidades femeninas lleguen a colmarse. Tal vez, un único y raro experimento que se aproxime a esta urbe con alma de mujer sea el proyecto residencial Frauenwerkstadt, en Viena, diseñado por la arquitecta Franziska Ullmann. Todo en él está pensado para solucionar la vida cotidiana familiar, y sólo alguien que ha sufrido los inconvenientes de asumir la doble carga de las tareas del hogar y del trabajo podía haber resuelto con su exquisita precisión la infinidad de problemas con los que nos toca lidiar a diario. Frauenwerkstadt es una vuelta a la antigua vida de barrio, pero llevada al límite de la innovación moderna, un gran conjunto residencial donde se respira a un tiempo el ritmo calmado y el pulso vital de los barrios antiguos, con sus tiendas, guarderías, parques, lugares de trabajo, impecables servicios de apoyo y de transporte público…
Las viviendas se adaptan a las distintas estructuras familiares y a los diferentes momentos del ciclo vital; con unos cambios mínimos, una misma casa puede pasar de ser adecuada para una pareja con dos bebés, a ser idónea para los padres y dos hijos adolescentes, una persona mayor dependiente o para una persona sola. Especialmente una mujer podía haber previsto dejar espacios para guardar los cochecitos y las bicis de los niños, lograr que cada vivienda tenga una perspectiva para controlar la zona de juegos o que ésta esté diseñada según los patrones de ocio de chicos y chicas. Además, este pequeño cosmos está bunquerizado para ser un lugar seguro, de prevención del crimen, pues las mujeres son las principales víctimas de las agresiones y de los atropellos. De ahí que no haya recovecos y sí una gran visibilidad, señales y una espléndida iluminación.