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Regenerando Madrid Centro Park & Palace: Conectar y activar la comunidad

Olalquiaga Arquitectos ha tenido la oportunidad de realizar un proyecto arquitectónico único e irrepetible en un emblemático enclave del centro histórico de Madrid, entre el Palacio Real y el Templo de Debod.

Os presentamos a continuación una obra que reforma y rehabilita una manzana, mejorando su morfología, espacialidad y relación con el entorno.

Se planteó el proyecto como una actuación de regeneración urbana para conectar arquitectura y ciudad, para activar e imbricar la vida de lo privado (edificio) y lo público (calle-barrio). El reto suponía la reforma y rehabilitación de un frente y dos laterales de manzana en uno de los enclaves históricos de la ciudad de Madrid, entre el Parque del Oeste y el Palacio Real.

«Esta responsabilidad implicaba mucho más que simplemente satisfacer el programa y cumplir con la normativa urbanística. Conlleva una responsabilidad en la que el encargo va más allá de resolver adecuadamente un programa y cumplir con la normativa urbanística«, en palabras de Pablo Olalquiaga Bescós, codirector de Olalquiaga Arquitectos.

Más allá de la propuesta volumétrica, de resolver acertadamente la habitabilidad y la espacialidad de la edificación, la intervención busca generar comunidad, conectando a los vecinos y espacios del edificio con los vecinos y la vida del barrio. La experiencia está siendo un éxito. Después de un año de ocupación el edificio ha tenido una gran aceptación por unos vecinos muy involucrados con el barrio. Agradecen esa continuidad visual con un patio interior ampliado y ajardinado y la disimulada escala de un edificio que dialoga y se adapta a la manzana existente, sin renunciar a un lenguaje contemporáneo que ha sido entendido y apreciado.

Entorno Privilegiado

La respuesta al planteamiento programático fue sencilla: sacar partido del entorno privilegiado y lograr el mayor número de apartamentos que tengan vistas a estos puntos de interés, incluyendo el nuevo patio de manzana ajardinado. Para ello se eleva progresiva y escalonadamente la edificación hasta tapar las medianeras del edificio de 8 plantas situado en la calle de Arriaza. Para adaptarse a la volumetría del entorno el edificio se fragmenta en dos cuerpos principales que se entrelazan. Un cuerpo basamento que se ajusta a la alineación oficial y se escalona para integrarse con las alturas de los edificios que hacen esquina en las calles Arriaza y Estanislao Figueras, y un segundo cuerpo elevado, a modo de ático de 4 plantas, que se va retranqueando progresivamente del primero para minimizar su impacto visual desde la calle y que a su vez se adapta a las diferentes alturas de las medianeras de los edificios linderos.

Al interior de manzana se busca una atmósfera especial llena de vegetación con un espacio generoso que permita vistas, iluminación y ventilación natural. Se ha disminuido el fondo de parcela permitido, ampliando así el ancho del patio hasta obtener el doble de superficie exigida por normativa. Este patio también sirve de telón de fondo de luz y de naturaleza al soportal de planta baja donde se sitúa la entrada en el eje central de la calle Irún. Se decide no colonizar la planta baja ni con comercio ni con vivienda, convirtiéndola en una gran planta porticada común abierta a la calle.

Se genera un efecto bioclimático donde intervienen la planta porticada, el estanque del soportal y los arboles del jardín del patio. Una corriente de aire circula desde la calle al patio por el espacio porticado, refrescándose por el agua evaporada de la fuente y la sombra de los árboles, disminuyendo en época estival la temperatura entre 3 y 5 grados. En invierno los árboles de hoja caduca dejan pasar el sol tendido de mediodía, calentando de forma natural la fachada sur del edificio.

Una gran terraza corona el edificio, culminando la vocación de la intervención de crear comunidad con un área de relación y disfrute que alberga una piscina, zona de descanso y un porche para barbacoas y celebraciones.

El plano horizontal de cubierta se superpone al del horizonte, ofreciendo unas estampas “velazqueñas” con vistas al Palacio Real, la Casa de Campo y toda la cornisa oeste de la ciudad de Madrid.

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