Las grandes ciudades se enfrentan a desafíos ambientales y sociales cada vez más apremiantes, y las infraestructuras verdes se han convertido en una respuesta efectiva para combatir el cambio climático. Los jardines verticales, techos verdes y huertos urbanos están cambiando el panorama actual al proporcionar aire limpio, mejorar la estética de las construcciones y brindar espacios de contacto con la naturaleza.
Las construcciones masivas de edificios, el asfalto dominando la tierra, el incremento de gases de efecto invernadero, la falta de contacto con la naturaleza y el aumento de trastornos mentales cada vez más comunes, son algunas de las razones por las que las grandes ciudades se han visto con la responsabilidad de planificar diversas infraestructuras verdes. Estas incorporaciones vegetales se encuentran dentro de las grandes urbes a modo de jardines verticales o huertos en tejados, ya que cuentan con grandes beneficios para la salud, el medio ambiente e incluso tienen repercusiones socioeconómicas.
En el caso de los jardines verticales son considerados una de las soluciones verdes para las grandes ciudades, ya que estos aportan a la ciudad aire limpio, color a la tonalidad gris de las construcciones urbanísticas y también, son sinónimo de vida. Estos jardines verticales se pueden encontrar en fachadas, azoteas, terrazas y paredes de edificios. Tapices vegetales que están formados por diferentes especies de plantas, separadas ligeramente del edificio y formando cámaras de aire, dando la sensación de jardines minimalistas.
Además, poseen diversas estructuras de construcción basándose en una simbiosis entre la selección de especies, las características del medio y un sistema hidropónico —sustituyendo la tierra por una solución de agua y nutrientes—. Así, este tipo de infraestructuras están consideradas como una medida de adaptación contra el calentamiento global y los efectos del cambio climático.
Otra de las normativas que se adoptan para combatir los efectos del cambio climático es la instalación de techos cubiertos de vegetación. Estos son capaces de reducir los costes energéticos de los edificios, debido a la capa de aislamiento que forman. A su vez, estas construcciones capturan dióxido de carbono y agua de lluvia, acciones que contribuyen al cuidado del medio ambiente.
Algunas urbes han implementado huertos en terrazas y en espacios públicos, ya que son igual de beneficiosos tanto para el medio ambiente como para los seres humanos. Esta cultura ecológica promueve estilos de vida activos y saludables al estar en contacto con la naturaleza y combatir el cambio climático con la siembra de especies vegetales.
La Organización Mundial de la Salud recomienda que los municipios dispongan entre 10 y 15 m² de espacios verdes por habitante
Estas medidas aplicadas por las grandes ciudades suponen un enriquecimiento ambiental y socioeconómico. La ventaja más notable es la medioambiental, puesto que la implantación de vegetación en las urbes ayuda a purificar el aire, filtrando las partículas CO₂ y convirtiéndolas en O₂ gracias al proceso de la fotosíntesis. Las plantas tienen la capacidad de ser termorreguladoras, esto ayuda con los incrementos de temperatura que cada vez son más normales debido al cambio climático. Estas estructuras verdes absorben el 50% de la luz solar y reflejan un 30%, contribuyendo a refrescar el clima y reduciendo la isla de calor que se genera en las ciudades. A su vez, las plantas son capaces de reducir la contaminación acústica que se genera en las urbes.
Las infraestructuras verdes, cada vez más utilizadas por los ayuntamientos de las ciudades, aprovechan el espacio gracias a la integración arquitectónica, mejoran la estética paisajista de las ciudades y revalorizan los edificios. Al mismo tiempo, las plantas ayudan a evitar problemas respiratorios, gracias a la humedad generada por las especies. La incorporación de vegetación en las ciudades aumenta la sensación de bienestar entre la población, ya que un entorno verde tiene un efecto positivo sobre los ciudadanos.