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Neuroarquitectura y Arquitectura Bioclimática: la fórmula perfecta para oficinas saludables y productivas

La fusión de Neuroarquitectura y Arquitectura Bioclimática en el diseño de espacios de trabajo busca crear ambientes sostenibles y enfocados en el bienestar humano, promoviendo la productividad y el crecimiento tanto a nivel individual como colectivo.

En la actualidad, el diseño de espacios de trabajo ha experimentado una notable evolución con el objetivo de crear entornos que favorezcan el bienestar y la productividad de los empleados. Dos tendencias que han ganado protagonismo en este ámbito son la Neuroarquitectura y la Arquitectura Bioclimática, disciplinas que se están convirtiendo en un patrón repetitivo aplicado en múltiples proyectos.

La fusión entre Neuroarquitectura y Arquitectura Bioclimática no solo promueve la sostenibilidad, sino que también crea entornos que favorecen el crecimiento y el desarrollo tanto individual como colectivo.

¿Qué es la Neuroarquitectura?

La Neuroarquitectura es una disciplina que considera cómo el entorno construido afecta la mente y las emociones de las personas. Aspectos como la elección de colores, la iluminación natural y la integración de elementos de la naturaleza tienen como objetivo mejorar la concentración, la inspiración y el bienestar mental y emocional de los ocupantes de un espacio.

«Mientras que el cerebro controla nuestro comportamiento y los genes controlan el proyecto de diseño y estructura del cerebro, el entorno puede modular la función de los genes y, en última instancia, la estructura de nuestro cerebro, y por tanto cambian nuestro comportamiento», aclaraba en 2023 el reconocido neurólogo nortemaericano Fred Gage, segundo presidente de la Academia de Neurociencia para la Arquitectura (ANFA).

Gage defendió el argumento de que cuando diseñamos los edificios que habitamos, los entornos resultantes cambian nuestro comportamiento y alteran nuestro cerebro. De ahí la estrecha relación y la importante sinergia entre arquitectura y neurociencia a la hora de diseñar espacios que contribuyan a mejorar la experiencia de quienes viven y trabajan en ellos.

«Debemos ser racionales y pragmáticos, sin duda, pero sólo hasta un punto, y sin perder de vista que los elementos arquitectónicos de los distintos espacios, públicos y privados, afectan los ánimos y la forma de pensar de sus moradores», señalaba Elsa Punset en su artículo Neuroarquitectura: el reflejo por fuera de lo que somos por dentro.

Rita Gasalla, CEO y socia GALÖW Arquitectura Saludable, hablando sobre neuroarquitectura, la definía como «un área de la arquitectura que, con datos y evidencias científicas en mano, analiza de forma objetiva y sistemática cómo los espacios construidos modifican nuestras emociones y nuestras capacidades».  Gasella destacaba que esta disciplina «traslada las sensaciones que nos provocan los espacios a datos medibles, lo que nos permite analizar desde el punto de vista científico qué nos provocan los espacios construidos y buscar soluciones utilizando herramientas médicas e innovaciones tecnológicas».

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Favorecer el desarrollo individual en las oficinas con la Neuroarquitectura. Crédito: A. Kazantceva / unsplash.com

Definición de Arquitectura Bioclimática

La Arquitectura Bioclimática engloba una diversidad rica y en constante expansión de métodos y técnicas de diseño y construcción. En su esencia, esta rama de la arquitectura se enfoca en diseñar y construir edificios o viviendas que se integren armoniosamente con las condiciones climáticas y el entorno natural. Al aprovechar los recursos de la naturaleza, como el sol, la vegetación, la lluvia y los vientos, la construcción bioclimática busca minimizar los impactos ambientales y la huella de carbono de las edificaciones.

Este enfoque consciente del diseño y la construcción reduce significativamente el consumo de energía, proporcionando una forma de vida más sostenible y amigable con el medio ambiente. Los edificios bioclimáticos utilizan inteligentemente las condiciones ambientales locales para regular la temperatura y la luz en su interior, lo que puede eliminar o disminuir la necesidad de sistemas de calefacción, refrigeración e iluminación.

«La arquitectura bioclimática es la que se adapta al medio donde se ubica. No lucha con él, sino que aprovecha las características climáticas y recursos locales», señalaba Antonio Torres, profesional especializado en el ámbito de la arquitectura bioclimática, en una reciente entrevista con Arquitectura Sostenible.

Neuroarquitectura y Arquitectura Bioclimática en los espacios de trabajo

La combinación de la Neuroarquitectura y la Arquitectura Bioclimática permite abordar tanto la calidad del aire y la comodidad térmica como el bienestar mental y emocional de los trabajadores. La utilización de elementos naturales y una adecuada ventilación, junto con un diseño consciente de los colores y la iluminación, crea un entorno ideal que favorece la concentración, la relajación y la satisfacción en el lugar de trabajo.

La integración de estrategias bioclimáticas, como el aprovechamiento de la luz natural y la ventilación pasiva, ayuda a reducir significativamente el consumo de energía y la huella de carbono del edificio. Esto, combinado con las mejoras acústicas y las vistas al exterior promovidas por la Neuroarquitectura, tiene un impacto positivo en la salud mental de los empleados y, en consecuencia, en su productividad.

Los edificios que incorporan los principios de la Arquitectura Bioclimática y la Neuroarquitectura son más resistentes y adaptables a los cambios climáticos. Al diseñar espacios que se ajusten naturalmente a las condiciones ambientales, se mantiene un ambiente interior saludable y cómodo durante todo el año, lo que influye en la satisfacción y el bienestar general de los trabajadores.

Según señala Virginia Núñez, responsable del área de Diseño de Interiores y Creatividad de Moinsa, «la fase previa de estudio y conceptualización del espacio es fundamental para conocer qué necesita el cliente”, proponiendo como ejemplo el último proyecto desarrollado para L’Oreal y sus espacios Academy y el Salón Emotion, «donde el diseño biofílico y la neuroarquitectura están muy presentes”.

A largo plazo, la implementación de estas disciplinas combinadas puede conducir a una reducción de costos. La comodidad y satisfacción de los empleados se traducen en un aumento de la productividad, lo que a su vez puede conducir a mayores beneficios para la empresa.

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Fusión de Neuroarquitectura y Arquitectura Bioclimática en una oficina. Crédito: Moinsa
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