fbpx
InicioActualidadCircularidad: la revolución hacia una construcción más sostenible

Circularidad: la revolución hacia una construcción más sostenible

Albert Grau, Local Public Affairs de ROCKWOOL Peninsular, plantea la importancia de aplicar un enfoque circular en el sector de la construcción para reducir el impacto ambiental y destaca la importancia de elegir materiales duraderos y reciclables, como la lana de roca, para construir edificios que ofrezcan una segunda vida a los productos con los que se han construido.

Economía circular en la construcción

A medida que tomamos mayor consciencia de la situación medioambiental del planeta, también crece la preocupación por la optimización del gasto de recursos. La transición hacia una economía circular parece inevitable y el punto de partida radica en una cuestión aplicable a todos los productos que consumimos diariamente, así como en los materiales que se han usado para construir los espacios en los que vivimos. ¿De dónde vienen estos productos y dónde acaban?

El enfoque económico lineal tradicional se basa en los principios de tomar-hacer-utilizar, un sistema que, aplicado en la industria de la construcción, genera importantes emisiones y residuos. Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), los residuos de construcción y demolición representan más de un tercio de todos los residuos generados en la Unión Europea. De ahí que nos planteemos la siguiente cuestión: ¿qué podemos hacer al respecto?

La respuesta obvia es el reciclado, o lo que es lo mismo, dar una nueva vida a estos residuos. Por este motivo, es fundamental aplicar un enfoque circular para reducir el impacto del sector en el medio ambiente. La economía circular se basa en el principio de reducir-hacer-reciclar, al igual que el sistema natural y biológico, por lo que, pese a requerir una gran revolución del sistema actual, no es nada nuevo para el medio ambiente.

Para llevar a cabo esta revolución del sector de la construcción, existen varios aspectos a tener en cuenta.

El ciclo de vida de los edificios y su impacto en el medio ambiente

Por un lado, resulta crucial detenernos a analizar el ciclo de vida de nuestros edificios: el proceso de producción de estos y de los materiales que los forman, la durabilidad, el ahorro que ofrecen y el final de su vida útil, que, en un modelo circular, conllevaría su reinserción al proceso de producción de forma parcial o total para reaprovechar este recurso. Según el Foro Económico Global, alrededor del 80% de los edificios de las ciudades seguirán existiendo en el 2050, lo que pone de manifiesto la necesidad de reducir su impacto sobre el medio ambiente en cada actuación que sobre ellos se haga.

Actualmente, solo el 7,2% de nuestra economía es circular. Este dato lo proporciona la organización Circle Economy, que cada año elabora un informe en el que analiza el aprovechamiento de los materiales extraídos en todo el mundo. Al contrario de lo que se pueda pensar, debido a la creciente concienciación social sobre el medio ambiente, este porcentaje ha disminuido durante los últimos años, como resultado de un crecimiento en la cantidad de materiales extraídos y un menor avance de lo esperado en políticas que fomenten la circularidad. En 2021, se han duplicado las toneladas de materiales vírgenes extraídos respecto a inicios del siglo XXI, y actualmente más de un 90 % de estos son consumidos, perdidos o simplemente no se han reaprovechado aún. Según el mismo informe, bajo un sistema económico circular se podría reducir la cantidad de materiales extraídos en un tercio.

¿Qué materiales de construcción pueden contribuir a la economía circular en la construcción?

Por otro lado, hay que tener en cuenta que todos los materiales de construcción ofrecen diferentes prestaciones. Sin embargo, es imposible concebir una evolución hacia un modelo de negocio circular sin que nuestros edificios estén construidos con materiales duraderos, que impliquen un ahorro energético y de recursos y que sean reciclables sin perder prestaciones. Dicho de otro modo, pensar nuestros edificios como banco de materiales a futuro, para que en su hipotética demolición pasados los años sus materiales puedan ser reutilizados con una segunda vida.

La circularidad de la lana de roca

La lana de roca es un buen ejemplo de material de construcción que cumple estas condiciones, dado que es circular por naturaleza. Proviene de uno de los recursos más abundantes del planeta, la roca basáltica, que puede ser reciclada, una y otra vez, sin perder sus propiedades.

Se trata de un material que sirve como aislante térmico, acústico y de protección al fuego, lo que se traduce en un gran ahorro energético en edificios construidos o rehabilitados con un aislamiento de lana de roca. Además, los productos de lana de roca tienen una larga vida útil, con una duración de más de 65 años sin perder sus propiedades.

Este ahorro energético también se puede trasladar a la producción, ya que con la reutilización de los productos nos ahorraríamos emisiones derivadas del proceso productivo de materiales de construcción. El último informe de la ONU al respecto determinó que el sector edificatorio acapara más del 34% de la demanda energética global mundial, y el 37% de las emisiones de CO2 liberadas en la producción de energía. Teniendo en cuenta que se trata de un sector de alto consumo energético, es crucial optar por materiales que puedan paliar estas emisiones durante su vida útil.

Así, mientras que una revisión de los procesos de producción y reciclaje en el sector de la construcción traerá consigo un ahorro notable, no debemos olvidar que hay materiales más contaminantes que otros por naturaleza y cuyo uso para determinadas funciones genera un balance negativo con el medio ambiente.

¿Hacia dónde se dirige la construcción sostenible?

Deberemos acostumbrarnos a oír hablar de conceptos tan extraños como “el presupuesto de carbono disponible por la sociedad”, o “carbono embebido” o “de la cuna a la cuna”. Todo ello es indisociable de la circularidad y la durabilidad, dos conceptos que unidos no sólo suman, sino que multiplican, como en el caso de la lana de roca.

De la misma forma que hemos aprendido el desperdicio que supone usar y tirar una bolsa de plástico cada vez que vamos a comprar, nuestras decisiones pasarán a replantearse los materiales que forman parte y nos rodean en uno de los lugares en el que más tiempo pasamos: nuestro hogar.

artículos relacionados