Hace unos años, cuando el término «sostenibilidad» comenzó a ganar protagonismo en el panorama mundial, existía un gran número de escépticos que restaban importancia a este concepto y a todas las implicaciones que conlleva. Muchos ciudadanos ni siquiera prestaban atención a los debates que comenzaban a surgir a su alrededor.
Hoy en día, la sostenibilidad es una prioridad. Una prioridad para empresas, consumidores y administraciones. Esto no es una suposición, sino una realidad que se ha traducido en un cambio del comportamiento en la población. Solo tenemos que echar mano de los datos que disponemos al respecto: por ejemplo, según una encuesta elaborada por Appinio, en nuestro país el 58% de los españoles han afirmado que alguna vez han dejado de comprar/usar una marca porque considera que no se preocupaba lo suficiente por el medio ambiente, lo que supone más de la mitad de la población de nuestro país. Esto es bien sabido por las empresas y compañías, que se han visto, ya sea por propia convicción o empujadas por estos cambios que mencionamos, a implementar y transformar nuevas políticas que apuesten por la sostenibilidad.
Por supuesto, la sostenibilidad ha llegado a muchos más ámbitos, y uno de ellos es la arquitectura. El desarrollo de las ciudades y la ausencia de espacios verdes en ellas es uno de los grandes problemas a los que nos enfrentamos con el proceso de urbanización. Precisamente, para frenar el avance de esa selva de cemento y hormigón, nace la arquitectura verde, o también conocida como sostenible. Se trata de un tipo de arquitectura que tiene en cuenta el impacto ambiental a la hora de construir un nuevo proyecto, que apuesta por nuevas ideas que tengan un carácter sostenible y que, a su vez, promuevan la conservación del medio ambiente.
Aunque el incluir la palabra “verde” nos lleve a imaginar construcciones cubiertas de una capa natural, este procedimiento va mucho más allá y tiene en cuenta una gran cantidad de elementos, comenzando por el emplazamiento del proyecto, la tipología de materiales reciclados y sostenibles que se utilizarán, pasando por el trazado e impacto visual en el entorno, la utilización de la energía y recursos para contar con espacios eficientes, hasta pequeños detalles como puede ser el tipo de pintura que recubrirá la obra.
El juego y la incidencia de la luz natural en el proyecto, buscando potenciarla al máximo, y utilizar elementos naturales como aislantes, son dos de sus mayores características. Un claro ejemplo de ello son las cubiertas naturales, donde aquí si representamos el verde del nombre de este tipo de arquitectura.
Un claro ejemplo de este tipo de construcción es el Hotel Parkroyal en Pickering, Singapur. En general, este país asiático es uno de los referentes mundiales en lo que a arquitectura verde se refiere. Este hotel cuenta con una gran superficie de áreas verdes, incluyendo un maravilloso jardín vertical, además de energía solar y un mecanismo que permite recolectar el agua de la lluvia.
Además de esta corriente, existen otros tipos de arquitectura que tienen muy presente a la naturaleza y la sostenibilidad, como puede ser la arquitectura biónica, que huye de las formas arquitectónicas básicas para apostar por las líneas curvas de estructuras biológicas y de formas varias de la naturaleza. O la arquitectura orgánica, que apuesta por un tipo de construcción que se inspire y se mimetice con la propia naturaleza.
Sea cual sea el modelo de arquitectura, como profesionales del paisajismo y como defensores de la conservación de la naturaleza en las ciudades, desde nuestra posición tenemos que fomentar la apuesta y el uso de este tipo de arquitectura, con el objetivo de reducir nuestro impacto ambiental en el planeta.