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Campo Baeza diseña un hogar en lo alto de una colina

Con la maestría y destreza que caracterizan a Alberto Campo Baeza a la hora de proyectar espacios pensados para mejorar nuestra calidad de vida, Casa Rotonda se eleva a las alturas con la sierra madrileña como fondo, como paisaje de horizonte lejano. Un singular hogar para Ana, su propietaria, que encuentra en el maestro Palladio la inspiración para su diseño.

Con una superficie de 540 m², Casa Rotonda atrapa un paisaje panorámico de 360º con vistas a la sierra de Madrid, el Guadarrama y la cornisa oeste de la ciudad, incluyendo las 4 —casi 5 — torres que se divisan en el skyline madrileño.

Alberto Campo Baeza y su equipo proyectan una vivienda en un lugar que, a pesar de las arquitecturas circundantes, tiene una cierta similitud a la situación de algunas villas del influyente Palladio —recordado por todos por su arquitectura basada en la sencillez, la proporción y la integración en el paisaje—, en la cima de una colina. En lo más alto de la casa se propone un belvedere. Para posarlo, se construye un podio de piedra del lugar, caliza de Campaspero, de dos plantas de altura, excavándose convenientemente los huecos y las ventanas. ¿El objetivo? Ver y dar luz y ventilación a las estancias.

Para poder apoyar esta construcción en la topografía escarpada de la colina, se opta por un podio en hormigón de color entonado con la piedra

Se propone una planta cuadrada de 12×12 m, dividida en nueve cuadrantes iguales de 4×4 m. Una planta de enorme flexibilidad donde todo es posible. Las funciones se ubican en los puntos más convenientes, alla maniera palladiana. En el semisótano, el basamento rustico, las estancias de servicio. En el piano nobile, la planta baja, el recibidor, la cocina, el comedor, una sala de estar más íntima y otras dependencias. En la mezzanina, la planta primera, tres dormitorios idénticos con baño y un dormitorio principal más amplio, con gabinete. Y arriba del todo, cerca del cielo, Campo Baeza atrapa un trozo de ese cielo: un espacio único, transparente, continuo, una gran urna bajo un gran techo de sombra. Una urna de cristal que se retira un poco de los bordes y un poco más de uno de ellos, creando un generoso porche abierto.

Para poder apoyar esta construcción en la topografía escarpada de la colina, un podio en hormigón, de color entonado con la piedra, contiene el garaje y las zonas de almacén e instalaciones. Se trata de un podio estereotómico, más pesante, más cerrado, más privado, en piedra, sobre el que se coloca la cabaña tectónica más ligera, más abierta, más pública, en vidrio y acero.

Campo Baeza lo tiene claro: “Cuando Mies van der Rohe visite la casa pondrá un whatsapp a su amigo Palladio para que venga a verla. Palladio le responderá que ¡ojalá! él hubiera tenido los medios para hacerlo así. Mies nos dirá que algo de esto pasaba por su cabeza cuando hizo el proyecto de su casa 50×50”.

Arriba del todo, cerca del cielo, una gran urna bajo un gran techo de sombra consigue crear un generoso porche abierto

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