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El Esferic de Barcelona, un idílico escenario para la celebración de los XIII Premios NAN

Un total de 234 candidaturas —entre los proyectos presentados por estudios de arquitectura y materiales registrados por empresas de construcción— y 18 estatuillas por entregar en la ceremonia de la XIII edición de los Premios NAN. Ya está todo listo para la gran cita de la arquitectura y la construcción, un punto de encuentro para los finalistas de las candidaturas presentadas, miembros del jurado, patrocinadores y diversos profesionales del sector en el emblemático Esferic de Barcelona. Los reconocimientos serán entregados el martes 12 de noviembre ante un quórum de 150 arquitectos y en un ambiente muy cercano.

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Un año más, como broche de oro al acto, se entregará el Premio Honorífico NAN, un reconocimiento a la trayectoria que, en anteriores ediciones, recayó en referentes arquitectónicos como Antonio Lamela, Jaime Duró Pifarré, César Portela, Carlos Ferrater, Cruz y Ortiz, Patxi Mangado o Blanca Lleó. Este 2019 la figura elegida, a propuesta del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España, recibirá el reconocimiento en manos de Assumpció Puig, decana del Colegio de Arquitectos de Cataluña.

Los galardones cuentan con el patrocinio de las firmas Actis, Bigmat, Cupastone, Schindler y Sika, demostrando así su dedicación y compromiso con la arquitectura y el sector constructivo.

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Un singular e histórico emplazamiento

Aislado de forma circular, el Esferic se construyó en 1929 como Pabellón de Ciencias para la Exposición Internacional de Barcelona. En los años 60, alojó la antigua cervecería Damm y formó parte del Parque de atracciones de Montjuïc, que se cerró en 1998. El Parque de atracciones de Montjuïc se transformó en los Jardines Joan Brossa, inaugurados en 2003, y este edificio fue de los pocos que se conservaron.

El edificio quedó vacío, sin cerramientos de fachada y se deterioró considerablemente. En 2004 se inició el proyecto de rehabilitación, ampliación y mejora por el arquitecto Joaquim Matutano Ros, finalizando las obras en 2008. El criterio de intervención se basó en mantener las características arquitectónicas originales que definen el volumen, actualizándose a los requisitos actuales, sobre todo en las instalaciones. Se trata de un edificio circular con una singular estructura, que se compone de doce pilares de hormigón armado en forma de Y, de dos plantas de altura, coronados con una jácena de hormigón circular que soporta la estructura de la cubierta, la cual es una cúpula piramidal. Esta, de 18 metros de luz, se compone de doce viguetas metálicas dispuestas de forma radial que se apoyan en otra jácena metálica circular.

Otra de las singularidades arquitectónicas del edificio es la bóveda catalana que se encuentra en el techo de la Sala Vidreres. Es un tipo de construcción que se aplicó en el siglo XIX a fábricas y naves industriales, principalmente en el ensanche de Barcelona. El edificio respira las vistas de Barcelona y el entorno verde del parque Joan Brossa.

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