La iluminación pone ante nuestros ojos un espacio totalmente diferente al que presenciamos cuando lo hacemos con la luz del sol. Las diferentes posibilidades que ofrecen los elementos lumínicos dibujan ante nosotros un cuadro visual del paisaje desconocido durante el día. La noche hace desaparecer los colores y aporta protagonismo a las sombras y las tonalidades grisáceas; es el momento en el que los tonos son más suaves y plumosos.
A lo largo y ancho del jardín, además de a diversas alturas, se podrán instalar los diferentes elementos lumínicos que, dependiendo de su tipología, cumplirán unas funciones u otras. Los proyectores que se sitúan en el suelo proporcionan una luz indirecta que resulta ser romántica y quedan, así, prácticamente invisibles a la vista. Las balizas, por su parte, señalizan viales, paseos o las esquinas de los jardines, y se disponen simétricamente a una equidistancia para mantener un ritmo lumínico. Aquellos objetos que se colocan encastrados en el suelo permiten marcar peldaños, escaleras y determinados elementos que, por seguridad, es recomendable que estén señalizados.
Otro de los componentes que iluminan el jardín son las farolas, y su instalación permite mostrar el color de las plantas como son a plena luz del sol; a diferencia de las balizas que muestran tonos más oscuros de lo que son realmente. Tendremos en cuenta también las luces sobre muretes, que son pequeños farolillos que pueden ir encima de los muros para marcar determinados elementos cuando sea necesario.
La iluminación confiere al espacio un aporte estético que siempre debe ser, además, funcional para evitar contaminar el lugar. Para impedir la contaminación lumínica incorporaremos farolas que no proyecten la luz hacia el cielo, o dispondremos luminarias que no nos deslumbren. La tecnología LED, por su parte, ofrece numerosas soluciones, consume menos, no se calienta, y permite hacer efectos más modernos que los que conseguimos a través de la luz tradicional. La iluminación LED puede ir embebida dentro de estructuras como pérgolas, aportando gran modernidad al espacio, de forma que un jardín romántico de día se convierte en uno absolutamente moderno al ocaso. Este tipo de iluminación nos permite hacer retroiluminaciones de tal forma que la luz cobra más ligereza.
Si queremos dar un ambiente festivo recurriremos a catenarias o guirnaldas que nos recuerdan a las ferias tradicionales españolas. Pueden ser de bombillas sencillas, pero también se usan con un filamento marcado o con una especie de tapa superior que le da un aire de farolillo portuario o marino.