«La obra de mi vida», así calificaba Antonio Lamela las Torres Colón. A sus espaldas proyectos de la envergadura de la ampliación de la Terminal 4 de Barajas, junto con Richard Rogers, el Hotel Meliá Princesa de Madrid, la ampliación del Estadio Santiago Bernabéu o el Edificio Pirámide, en pleno paseo de la Castellana.
Optimista, entusiasta, apasionado o magnético son solo algunos de los adjetivos con los que califican a Antonio Lamela tanto sus más allegados como todo aquel que haya trabajado con él o visitado sus míticas oficinas en el despacho de la 6º planta del edificio O´Donnell 34, proyectado por el mismo y sede de su estudio durante casi cincuenta años.
Un espacio que, el pasado 6 de julio, sirvió como marco de presentación del documental «Torres Colón: La Arquitectura Suspendida de Antonio Lamela», obra del realizador Héctor Gómez Rioja, y del libro «Antonio Lamela y Torres Colón, historia de unas de las realizaciones más relevantes de la arquitectura y de la ingeniería estructural del siglo XX», en el que Concha Esteban recoge la historia, el proyecto, el marco socioeconómico y la repercusión social de las torres de la madrileña plaza de Colón. Un homenaje que no hace más que corroborar el importante legado que el recientemente fallecido arquitecto deposita en nuestro país.
Ese mismo día, por la tarde, el Salón de Actos del Colegio de Arquitectos de Madrid fue testigo de la presentación oficial del libro y del documental al público en general. Tal y como aseguró su hijo, Carlos Lamela, la idea de este homenaje partió de Jose María Ezquiaga, decano del COAM, un lugar al que Antonio se vinculó toda su vida y que quiso destacar «su figura como innovadora, humanista y un referente constante y comprometido con la arquitectura y con todos sus compañeros de profesión». En el encuentro estuvieron presentes también Manuel Blanco, director de la ETSAM, y Eloy Algorri, secretario general del CSCAE.
«Antonio Lamela ha sido una inspiración para nuestra generación», Norman Foster.
“Debemos adecuar nuestro urbanismo a nuestros tiempos, a nuestra sociedad, a nuestra mentalidad de hoy y de mañana, y no a la de ayer. No se puede vivir de la herencia de la historia, de la nostalgia de cosas que fueron. Ese no debe ser el espíritu ni de los urbanistas ni de los arquitectos. Por eso tenemos que hacer urbanismo y arquitectura de hoy, no de ayer”, evocaba Carlos Lamela las palabras de su padre hace apenas una semana en un homenaje al autor de Torres Colón. Resumía así las señas de identidad de su arquitectura, las de un humanista preocupado por el progreso, el medioambiente y la sociedad de su tiempo. O como señala el arquitecto británico Norman Foster, uno de los grandes proyectistas de nuestro tiempo: “Antonio Lamela fue gran pionero con un talento extraordinario que ha servido de inspiración a mi generación».
Pionero en la disciplina
Además de para la propia trayectoria de Antonio, Torres Colón es considerada una de las obras más importantes de la arquitectura del siglo XX. Su valor radica en que nunca antes se había construido un edificio suspendido de estas características, desde el punto de vista de la ingeniería y la arquitectura. En esta línea, destaca que se construyó de “arriba a abajo” y su técnica supuso un salto gigantesco para ambas disciplinas. “El proceso de construcción tuvo tanta trascendencia como el resultado final, observado con atención y cierta suspicacia por lo insólito hasta la fecha, con un periplo de paralizaciones y problemas burocráticos sorteados gracias al tesón del arquitecto autor y la solidez de sus planteamientos”, señala Concha Esteban en las páginas del libro.
Asimismo, el edificio fue calificado en el Congreso Mundial de Arquitectura y Obra Pública celebrado en Nueva York en 1975, como el “de más avanzada tecnología en construcción edilicia hasta el momento”. Tanto el libro como el documental relatan el proceso técnico de la obra, así como las vicisitudes en las que se vio envuelta. En primer lugar, Torres Colón está proyectado como un volumen suspendido desde arriba, donde sus cabezas equivalen a la cimentación. Gracias a esa propuesta, se consigue liberar el espacio bajo la rasante y ganar superficie para el uso de los peatones en la vía pública. Pero aparte, su ejecución fue también pionera, al no existir casi antecedentes de una construcción similar en el mundo. De este modo, las dificultades técnicas se resolvían a medida que iban surgiendo.
A día de hoy, y pese a algunos cambios en su imagen original, el edificio sigue manteniendo gran parte de la esencia con la que lo concibió Antonio Lamela a partir de tres elementos básicos: el volumen bajo rasante del estacionamiento, la planta baja con doble altura, retranqueada para aumentar el espacio público, el cuerpo intermedio y las dos torres, de veinte plantas cada una.
Recorrido de la película y distribución del libro
El documental cuenta con dos versiones, la original de 45 minutos y la resumida de 25 minutos, que fue proyectada por primera vez en el COAM el pasado 6 de julio. Estará disponible en Internet y será distribuido entre arquitectos, ingenieros y escuelas de arquitectura con carácter divulgativo. El tráiler ya está disponible en su canal de Youtube.
Por su parte, el libro, editado recientemente por TC General de Ediciones de Arquitectura, tiene una tirada de mil ejemplares y cuenta con fotografías y documentación de la obra del arquitecto extraída del archivo de Estudio Lamela. Será distribuido a investigadores, arquitectos, instituciones docentes y escuelas de arquitectura.
