Esto es lo que hace la Fundación Culturas Constructivas Tradicionales con sus premios Richard H. Driehaus de las Artes de la Construcción: conservar y dar continuidad a las artes tradicionales de la construcción en España. Convocados por la Fundación Culturas Constructivas Tradicionales con la colaboración de INTBAU España, el Ministerio de Cultura y Deporte, a través de la Dirección General de Bellas Artes, y el Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España.
Se conceden anualmente a maestros que han destacado en la conservación y continuación de las artes tradicionales de la construcción en cuatro categorías: trabajos de albañilería y cantería, trabajos de carpintería, acabados y otros trabajos de la construcción tradicional y trabajos del vidrio y el metal. Durante su octava edición, los galardones se entregaron en Madrid en el mes de junio de 2024 y se buscó, como cada año, fomentar el reconocimiento de los maestros de los oficios de la construcción tradicional.
“Estas artes tradicionales de la construcción han ido recogiendo durante siglos el saber de innumerables generaciones sobre el uso sostenible de los recursos de un lugar y las reglas esenciales para la creación con ellos de espacios y entornos bellos y confortables. Son estas artes tradicionales las que han dado lugar al patrimonio material que hoy admiramos y sin ellas la conservación de este patrimonio estaría con el tiempo condenada al fracaso. Son fruto de nuestra cultura y nuestro territorio, una seña de identidad que hace única a la construcción de cada región, y constituyen un irremplazable cúmulo de conocimientos sobre el entorno y cómo habitarlo no sólo con respeto, sino también con provecho a largo plazo”, explica Alejandro García Hermida, director ejecutivo de la Fundación.
Asimismo, subraya: “Hoy, sin embargo, muchos de estos oficios están en riesgo de desaparecer y, con ellos, puede perderse la experiencia de las muchas generaciones de maestros que los han practicado y transmitido”.
Cuatro premios
Sebastián Pérez Gómez de Fuentes, maestro albañil y tallista de ladrillo
La primera categoría, que lleva el nombre de Rodrigo de la Torre en homenaje a quien fuera uno de los principales maestros canteros españoles – premiado en 2020 – incluye los trabajos de arcos y bóvedas, las escaleras de bóveda, la labra de piedra y otros trabajos de albañilería y cantería. El jurado decidió otorgar este premio a Sebastián Pérez Gómez de Fuentes de Andalucía (Sevilla), maestro albañil y tallista de ladrillo.
«Para mí, esto no es trabajar, es disfrutar.»
Sebastián Pérez Gómez se formó en el oficio de albañilería desde joven, aprendiendo de su padre, José Pérez Gamero, «el Sillero», y otros maestros. A través de su experiencia en obras, Sebastián desarrolló un interés especial por el arte del tallado de ladrillos de barro, una técnica que ha perfeccionado con los años. Este dominio le ha permitido realizar numerosas obras en Fuentes de Andalucía, tanto de nueva construcción como de restauración. Además, su colaboración con el arquitecto Fernando Martín Sanjuán, ganador del Premio Rafael Manzano 2020, ha sido clave en su crecimiento profesional.
“En nuestro trabajo todo es manual y eso es lo más bonito del oficio. Para mí, esto no es trabajar, es disfrutar. En este oficio se emplea el ladrillo, el formón y el martillo. Aunque buscamos la perfección y las piezas deben estar hechas a medida, al hacerse de manera manual nunca son iguales. Así es la artesanía, que aporta singularidad a cada pieza”, afirma Sebastián.
Sebastián también ha realizado importantes trabajos de restauración en construcciones históricas, como un gran palacete situado en la calle Lora del Río de la localidad sevillana, donde ha restaurado una portada barroca y ha recuperado el esplendor original tanto de varios de sus patios como de una imponente torre que el paso del tiempo y la falta de mantenimiento habían deteriorado.
Max Rutgers, maestro carpintero
La segunda categoría engloba las armaduras y estructuras de madera, el mobiliario, los mocárabes, la tornería, la talla en madera, las carpinterías de puertas y ventanas y otros trabajos de carpintería. El premio fue concedido al maestro carpintero Max Rutgers, quien desarrolla su trabajo desde el Alto Ampurdán gerundense.
«Con los oficios tradicionales, cuanto más aprendes, más ganas de aprender sientes.»
Max Rutgers, de origen holandés, encontró su pasión por la madera desde joven, lo que le llevó a formarse como carpintero de estructuras en 1994 con los Compagnons du Devoir en Francia, una prestigiosa asociación de artesanos. Durante su formación, realizó el «Tour de Francia», un programa itinerante que le permitió trabajar junto a maestros artesanos en diversas regiones, enriqueciendo su experiencia y conocimiento en el oficio. En 2007, tras haber trabajado en Europa, América y África, Max se estableció en el Alto Ampurdán, donde fundó su empresa Max Madera, especializándose en la construcción de estructuras de madera como porches y cubiertas.
“Con las herramientas manuales logramos unos acabados más finos y tocamos muy de cerca la madera. Eso implica que, cuando necesitas emplear máquinas eléctricas, entiendes mejor tanto el material como la máquina. Con los oficios tradicionales, cuanto más aprendes, más ganas de aprender sientes. El oficio se convierte en parte de tu vida. Es esencial recuperar el orgullo del artesano y el amor que profesa por su oficio”, afirma Max.
Tras unos primeros años en los que realizó todo tipo de trabajos y pequeños encargos, pronto tuvo la oportunidad de acometer importantes trabajos de restauración en edificios patrimoniales y de construir o rehabilitar estructuras de madera de grandes viviendas y masías, así como otras más singulares.
Julio Barbero, maestro de la técnica del esgrafiado
La tercera categoría agrupa la azulejería, los mosaicos, las yeserías, los estucos, los esgrafiados, los pavimentos decorativos y otros acabados tradicionales. El premio en esta categoría fue otorgado al maestro abulense Julio Barbero, especializado en revestimientos de cal y uno de los principales maestros de la técnica del esgrafiado.
«Yo amo la cal. El oficio de mi vida es este.»
En su taller en Burgohondo, Julio y su equipo preparan cal para fachadas y paramentos en toda la península, un material con el que Julio tuvo su primer contacto en su juventud mientras trabajaba pintando paredes. Más tarde, en Barcelona, conoció al maestro estuquista Joan Campreciós, quien le mostró las múltiples posibilidades de la cal y lo introdujo en el arte del esgrafiado, técnica en la que Julio se especializó hasta convertirse en uno de los maestros más destacados en España.
A lo largo de su extensa trayectoria profesional Julio ha intervenido en decenas de construcciones de toda España. Entre todos estos trabajos pueden destacarse los revocos exteriores del Palacio de Trénor, en Asturias; la intervención en el tramo elevado del Acueducto de Segovia; la rehabilitación del Castillo de Turégano, también en Segovia; las labores de rejuntado de piedra realizadas en la Puerta de Alcalá, en Madrid; o los numerosos esgrafiados y otros acabados de cal realizados en innumerables fachadas de edificios residenciales, tanto históricos como de obra nueva, en las ciudades de Ávila, Segovia y Madrid.
Friedrich Bramsteidl, maestro herrero
La cuarta categoría abarca trabajos de forja, rejería, cerrajería, vidrieras emplomadas y otros trabajos tradicionales del metal y del vidrio. En esta ocasión se seleccionó al maestro herrero Friedrich Bramsteidl, quien desde Mazonovo, en Santa Eulalia de Oscos (Asturias) ha revitalizado en España el trabajo de forja con mazo hidráulico.
«Desde pequeño mamé el oficio y mi maestro principal fue mi padre.»
Friedrich Bramsteidl, nacido en Austria en 1961, proviene de una familia con una tradición de siete generaciones en el arte de la forja. Formado desde joven junto a su padre y otros maestros herreros, decidió expandir sus horizontes profesionales en España, atraído por su rico legado artesanal. En 2001, fundó su primer taller de forja artística en Bande, Orense, donde también impartió cursos de iniciación a la forja tradicional. En 2006, se trasladó a Santa Eulalia de Oscos, Asturias, para encargarse del Conjunto Etnográfico del Mazo de Mazonovo, un mazo del siglo XVIII. y que hoy el último mazo hidráulico activo en un taller de forja de toda la Península Ibérica.
“Yo nací en una fragua y, desde pequeño, tuve la ventaja de poder estar en la fragua de mi padre, que también fue la de mi abuelo, bisabuelo y tatarabuelo. Desde pequeño mamé el oficio y mi maestro principal fue mi padre. Y, cuando murió, estando yo viviendo en Galicia, me di cuenta de que este oficio es su legado. Llevo trabajando como herrero desde hace 31 años y es mi vida”, afirma Friedrich.
Desde 2014, Friedrich y su equipo han llevado a cabo una gran cantidad de trabajos de forja –tanto de obra nueva como de restauración– en destacados edificios patrimoniales. Entre estos, cabe destacar el Palacio del Marqués de Santa Cruz en Castropol, el Palacio de Trénor en Figueras y el Palacio de las Torres de Donlebún en Barres.
Sobre el jurado
El jurado, que se reunió este año en la sede del Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE), estuvo compuesto por un grupo de profesionales de reconocido prestigio en el campo de la defensa de la arquitectura y los oficios de construcción tradicionales. Sus integrantes fueron Jesús Adeva Alonso, Elena Agromayor Navarrete, Álvaro Fernández-Villaverde y de Silva, Leopoldo Gil Cornet, Rafael Manzano Martos, Luis Prieto Prieto y María Pía Timón Tiemblo. El jurado estuvo presidido por Alejandro García Hermida.
Además, con el fin de contribuir a dar continuidad a la labor que desarrollan, el jurado selecciona en cada edición a alguno de los cuatro premiados, a quienes se dota de un apoyo económico adicional para la formación de un aprendiz durante un período de un año. Dicho aprendiz recibe también ayuda económica durante su etapa de formación. El jurado seleccionó para este fin al maestro Sebastián Pérez Gómez.