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Entrevista a Julio Barbero, maestro artesano abulense, especialista en los revocos tradicionales de cal

Beatriz Ruiz Corvillo
Como SEO Content Manager en NAN Arquitectura, Beatriz aplica la capa de posicionamiento web a todas sus publicaciones. Enfocada en entrevistas que aporten valor y crónicas de eventos, debido a su licenciatura como bióloga le interesan especialmente todos los temas que tienen que ver con la sostenibilidad o la salud en la arquitectura. Síguela en Linkedin.

La Fundación Culturas Constructivas Tradicionales tiene como fin fomentar e impulsar el estudio, la protección, la enseñanza, la difusión y la conservación de la Construcción, la Arquitectura y el Urbanismo tradicionales, aquellos que son propios de las diferentes regiones del mundo. Con este objetivo en mente, entregó en junio de 2024 la octava edición de los premios Richard H. Driehaus de las Artes de la Construcción, que reconocieron la labor de Julio Barbero, maestro artesano especializado en los revocos tradicionales de cal y, más específicamente, en los esgrafiados.

Desde NAN Arquitectura hemos querido hablar con este artesano para saber su opinión sobre el panorama actual de los oficios y la arquitectura, su futuro y el de la profesión de maestro artesano.

«Somos ambulantes y nos vamos adaptando a las peculiaridades de cada parte de la geografía española, con sus artes constructivas específicas. Nos gusta hacer cosas que parezca que lleva ahí toda la vida. Una fachada queda bien cuando se mimetiza con el ambiente. Yo amo la cal. El oficio de mi vida es este. La vida consiste en buscar tu espacio, tu sitio. Yo soy feliz con lo que hago. Porque no es lo que hacemos, es lo que somos», afirma Julio Barbero en su vídeo para la Fundación, que puedes ver a continuación.

Tal como se explicaba en nota de prensa, en su taller en Burgohondo, Julio y su equipo preparan la cal que después es empleada en fachadas y paramentos de toda la península. Los primeros contactos de Julio con este material se produjeron en su juventud, cuando, con el fin de ganarse la vida, pintaba o enjalbegaba paredes con pintura de cal. 

Fue algo después, en Barcelona, donde conoció al maestro pintor y estuquista Joan Campreciós, quien, descendiente de una larga saga de maestros estucadores, le enseñó gran parte de las posibilidades que ofrece la cal como material de construcción. También le enseñó cómo utilizar la cal en la ejecución de esgrafiados, técnica en la que Julio se terminó especializando con los años hasta convertirse en uno de los maestros más reconocidos del oficio que quedan en España. 

Julio, ¿cuáles son los retos más destacados que enfrentas como especialista en esta técnica en un mundo donde la construcción modular y prefabricada está en auge? 

«En la construcción modular no creo que tengamos mucho que hacer, aunque sí hemos realizado esgrafiados en placas de aquapanel (un pladur de fibrocemento). Creo que nosotros, los artesanos, con ocuparnos de los trabajos de restauración de las fachadas en los cascos antiguos, de edificios protegidos, etc. tenemos un importante mercado. Yo personalmente digo que la cal no vale “para hacer aviones” y que una fachada ventilada o de medio pie no es el soporte de nuestros trabajos, como también digo que un mortero de cemento o una pintura plástica en un muro de piedra antiguo, con una humedad constante, no funcionan. O sea, cada material tiene su sitio».

«Creo que nosotros, los artesanos, con ocuparnos de los trabajos de restauración de las fachadas en los cascos antiguos, de edificios protegidos, etc. tenemos un importante mercado»

Gracias a la naturaleza itinerante de su empresa, Julio ha podido recorrer durante los últimos treinta años toda la geografía española. Estos viajes le han brindado la oportunidad de familiarizarse con las diversas técnicas que son características del trabajo con cal en cada región del país, técnicas que ha terminado por integrar en muchas de sus obras. 

De esta manera ha incorporado elementos del esgrafiado segoviano, conocido por sus motivos geométricos y arabescos; ha adoptado en ocasiones la simplicidad de los lisos a la madrileña; ha explorado la complejidad del esgrafiado catalán, con su amplia gama de motivos, que incluye desde figuras humanas y animales hasta escenas de la vida cotidiana; y ha experimentado con los fingidos toledanos, que son revocos en los que se recrean fachadas de ladrillo u otros materiales, a modo de trampantojos.

Julio Barbero, maestro artesano, trabajando

En tu experiencia, ¿cómo ha afectado la industrialización al proceso artesanal del esgrafiado? 

«Los morteros prefabricados industrializados en el mundo del esgrafiado no nos han afectado porque estos morteros son de base cementosa y tienen muy malas prestaciones para el tipo de trabajo que realizamos (para los profanos, decir que los morteros de cemento endurecen por fraguado mientras que los morteros tradicionales de cal grasa endurecen por carbonatación, lo que nos da un tiempo de trabajo más amplio); además, las texturas y colores que nosotros podemos lograr de manera artesanal son infinitos y los industriales están limitados a dos o tres texturas y a una carta de colores estandarizada. Aunque sí tengo que puntualizar que la irrupción de estos morteros industrializados, aunque son una copia de los revocos tradicionales, en acabados como la rasqueta sí han acaparado todo el mercado por su bajo coste, aunque su envejecido es de baja calidad».

Por lo general, el proceso de trabajo de Julio y su equipo se inicia con el apagado de la cal viva, producida a partir de algunas de las mejores canteras de España y Portugal. La continua hidratación del óxido cálcico en los depósitos que su empresa tiene en Burgohondo les permite trabajar siempre con morteros tradicionales de cal grasa de gran calidad, aquellos que hayan pasado al menos tres años almacenados.

¿Has tenido la oportunidad de colaborar con arquitectos o empresas de construcción en proyectos que valoren y promuevan la artesanía? ¿Cómo ha sido esa experiencia?

«He tenido la suerte de trabajar en muchos proyectos, en su mayoría en edificios antiguos o de construcción vernácula (tradicional) donde se buscaban texturas, colores y diseños especiales y tanto nosotros como técnicos y clientes hemos disfrutado: ellos porque no se imaginaban la cantidad de tipos de acabado, así como la duración de este tipo de revocos. Sin contar con las propiedades térmicas, acústicas e impermeables. Y si entramos en el punto de vista ecológico, la cochura de cal se hace a 900º y el cemento a 1200º, la cal es un purificador del aire, pues absorbe CO2 para su endurecimiento. No existe un material que por sí solo tenga tantas ventajas. Descubrir la cal es una experiencia muy positiva para el que no la conoce».

De hecho, a lo largo de su extensa trayectoria profesional Julio ha intervenido en decenas de construcciones de toda España. Entre todos estos trabajos pueden destacarse los revocos exteriores del Palacio de Trénor, en Asturias; la intervención en el tramo elevado del Acueducto de Segovia; la rehabilitación del Castillo de Turégano, también en Segovia; las labores de rejuntado de piedra realizadas en la Puerta de Alcalá, en Madrid; o los numerosos esgrafiados y otros acabados de cal realizados en innumerables fachadas de edificios residenciales, tanto históricos como de obra nueva, en las ciudades de Ávila, Segovia y Madrid.

Para finalizar, ¿qué futuro ves para los oficios artesanales en el contexto de una industria de la construcción cada vez más automatizada y estandarizada?. ¿Qué medidas estás o se están tomando para preservar y transmitir el conocimiento tradicional de tu oficio a las nuevas generaciones?

«El futuro de las artesanías es muy necesario, pero el relevo reside, como para cualquier otro trabajo, en que se dignifique, con una titulación que además se exija para la realización de estos trabajos y que se valore con unos precios más altos. No es normal que para este tipo de trabajos tan laboriosos tengamos que competir con los prefabricados, sería lo mismo que compitiera en precio un segador con una hoz contra un tractor segadora. Es imposible comparar rendimientos, aunque estoy seguro de que el trigo del segador va a estar más limpio que el del tractor, que además va a generar gases de hidrocarburos que se desprenden en su trabajo y que en mayor o menor medida se van a mezclar con el grano».

«En mi caso particular, el relevo lo ha tomado mi hijo y espero que después lo cojan mis nietos; creo que el relevo reside en la familia, en educar en el buen hacer. Ser artesano “no es lo que hacemos, es lo que somos”, es una forma de vivir y de entender la vida. La mejor forma de transmitir y que esto siga es por contagio, tratando de ser un ejemplo del buen hacer, innovando y transmitiendo que por encima del dinero está disfrutar con lo que haces, la vida es muy corta y debes de buscar tu sitio en ella».

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