En una parcela de forma trapezoidal, entre las calles Lleó XIII y Moreres de Manacor (Mallorca), se encuentra un nuevo edificio de protección pública que busca marcar la diferencia. Con un diseño que integra a la perfección 11 viviendas, 11 plazas de aparcamiento y un local comercial, la propuesta firmada por Oliveras Boix Arquitectes y Cati Mestre Arquitecta se centra en tres objetivos principales.
Ubicado en una esquina inicialmente desfavorecida, el proyecto realizado por la promotora IBAVI logra transformar condiciones poco favorables en un espacio que alberga 11 nuevas viviendas con un nivel destacado de confort y calidad espacial. Este logro se realiza con un enfoque claro en el ahorro energético y la promoción de la interacción social.
Primero, se destaca la habilidad del edificio para integrarse en su entorno, superando las diferencias de altura normativas entre estas calles. La arquitectura logra una transición armoniosa, con una altura de planta baja más tres niveles en la calle Lleó XIII y planta baja más dos niveles en la calle Moreres.
En segundo lugar, se enfoca en optimizar las condiciones de ventilación e iluminación natural para las viviendas. La orientación del edificio y la disposición de patios y pasarelas exteriores garantizan que cada rincón reciba luz y aire de manera eficiente.
El tercer objetivo se centra en la calidad espacial y funcional de las viviendas. El edificio se compone de dos volúmenes de diferente altura, separados por un patio longitudinal que no solo facilita el acceso a las viviendas, sino que también proporciona un espacio comunitario y de intercambio.
Un elemento destacado es la plantación estratégica de enredaderas y árboles de hoja caduca en el patio orientado al sur. Este espacio se transforma en un área sombreada y fresca en verano, mientras que en invierno recibe luz directa, mejorando así las condiciones de confort interior y contribuyendo al ahorro energético.
Así pues, esta nueva edificación, que se ubica en una parcela que permaneció vacía durante años como resultado de la crisis financiera de 2008, no solo representa un renacimiento arquitectónico, sino también una valiosa contribución al objetivo común de disponer de un parque de vivienda pública de calidad.
Enfoque innovador con dos volúmenes de diseño
El volumen uno, de planta trapezoidal, tiene una altura de PB+3. Cada planta acoge 2 viviendas de 2 habitaciones y 1 vivienda de 1 habitación, 9 en total. Los apartamentos se organizan en forma de abanico. A través de la inserción de 2 patios de luces y gracias a la fachada sudeste, ganada con la apertura del patio longitudinal, se garantiza el asoleo de todas las viviendas y la posibilidad de ventilación natural de todas sus estancias. Integrado en este volumen se sitúa el núcleo de comunicaciones verticales del edificio.
El volumen 2, de planta rectangular y proporción alargada, presenta una altura menor, de PB+2, resolviendo así la transición con la edificación vecina de la calle Moreres a la que se adosa por su lado largo. Acoge 2 viviendas de 2 habitaciones cada una, una de ellas adaptada. Cada vivienda dispone de 3 fachadas, dos cortas y una larga, dando al patio longitudinal. Se evita agotar la profundidad edificable, generando así una fachada posterior orientada a sudoeste.
En cuanto a la composición y uso de materiales, la propuesta se conecta con las técnicas tradicionales de la isla, utilizando estuco de cal, fábrica de marés, pavimentos de cerámica y persianas de librillo. Estos elementos no solo cumplen funciones prácticas, como la protección solar y la privacidad, sino que también añaden un toque de color al conjunto arquitectónico.
Con esta propuesta, el edificio no solo se integra en su entorno, sino que también se destaca como un ejemplo de diseño innovador y sostenible, proporcionando a sus habitantes un espacio de vida moderno y cómodo.
Fotografías de José Hevia
