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Casa Ter: sistema, tradición y respeto

Cuando el equipo de Mesura asumió el encargo de Casa Ter, en el Baix Empordà (Girona), se encontró con la suerte de partir sobre un “plan especial de mejora urbana” con unos valores próximos a los que el estudio aspira: se permite trabajar con libertad formal y material desde la sintonía al entorno y el mínimo impacto en el terreno existente con unos límites edificables lógicos. Todo ello bañado por una paleta natural de colores que combina el verde frondoso del bosque con el marrón horizontal de los campos de trigo, al que se le suma el azul del mediterráneo que se asoma a lo lejos, donde se pueden llegar a ver las Islas Medas.

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Mas allá de las características constructivas locales del pueblo en el que se ubica esta vivienda, Mesura entiende que la arquitectura anónima autóctona, a mayor escala, se caracteriza por sus muros de carga (a veces de piedra vista y a veces de ladrillo cubierto con monocapa); sus acotadas ventanas (con carpintería de madera); sus porches en sombra; sus forjados de vuelta catalana (con todas sus diversas aplicaciones); plantas que colonizan sus fachadas y cubiertas…

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En forma de «L»

Un volumen orientado a norte-sur, encarado a las vistas al mar, y un volumen orientado este-oeste, a la arboleda y al campo, definen la volumetría con el fin de adaptarse a la manera de habitar la casa y las decisiones de asentamiento. Esta «L» acota un nuevo espacio en el Empordà, estando formada por dos volúmenes cerrados (uno para la zona de día y otro para la zona de noche) y una rótula (rompiendo la barrera interior-exterior) que se extiende colonizando el solar.

La voluntad de este proyecto es la de hacer una “casa patio” para poder captar la máxima luz solar, a la vez que se genera un espacio íntimo (evitando conflictos con su vecino del sur-oeste). El patio observa la arboleda, en contraste a la cara de la casa abierta hacia las vistas del campo y el mar, quedando acotado por la propia topografía sin necesidad de la intervención arquitectónica física. Así, la vivienda separa dos espacios exteriores de carácter distinto para dar la máxima polivalencia al uso de la casa para todos los días del año y generar distintas relaciones con la naturaleza y paisaje. Es en el encuentro entre los dos volúmenes cerrados donde la rótula funciona como conexión entre estos dos mundos debido a su capacidad de romper la relación interior-exterior con sus grandes ventanales. Este punto hace a su vez el papel de porche, tan elemental en el clima cálido-húmedo. Al agotar el límite edificable, no se presenta posible la idea de hacer el clásico porche anexo a la vivienda, y de esta manera es como surge la idea de que el porche sea realmente un espacio interior variable según la época del año y hora del día.

Así como las estrategias de implantación volumétrica surgen de observar el entorno inmediato, lo mismo pasa con la propuesta constructiva. Acorde con la construcción tradicional con sus muros de carga y el encaje volumétrico, se decide trabajar con módulos de 5,5 m x 5,5 m. Esta modulación surge de la posibilidad de poder hacer un forjado sin alardes estructurales y su encaje con el programa, tanto por distribución como por metros cuadrados.

La voluntad de este proyecto es la de hacer una “casa patio” para poder captar la máxima luz solar, a la vez que se genera un espacio íntimo

Buscando diferentes vistas de valor

Cada espacio interior responde a unas vistas concretas: la habitación en planta primera consigue ver el mar; el porche observa frontalmente el paisaje horizontal; desde la sala de estar se ve el pueblo de Parlavá; y de distintas maneras se observa la arboleda. Toda esta complejidad en las vistas son las que definen las ventanas de la casa, acotando en cada caso la escala y orientación necesarias. La atmósfera de los espacios interiores busca la polivalencia de ser acogedor en invierno y fresco en verano. La cerámica (tanto en su color natural como pintada), el hormigón visto (tanto del forjado como de los zunchos perimetrales) y la madera (en carpinterías y mobiliario) son los materiales que definen la atmósfera que el proyecto busca.

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La cerámica, la gran protagonista

Desde el respeto al entorno, tanto a nivel físico como cultural, se decide que la casa esté construida con cerámica (y puntualmente hormigón), ya que es el material por excelencia utilizado en la zona de La Bisbal. La cerámica no solo tiene un papel estructural, sino que también se utiliza como pavimento y como “junta” en la fachada, con un acabado monocapa (de textura mimetizada con las de los muros desgastados por el paso del tiempo) creado con piedras del río Ter.

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