El icónico arquitecto Richard Rogers, responsable de emblemáticas obras como el Centro Nacional de Arte y Cultura Georges Pompidou en París, el Tribunal Europeo para los Derechos Humanos de Estrasburgo o el edificio Lloyd’s de Londres, ha fallecido a los 88 años. En España, su firma se encuentra en proyectos como las Bodegas Protos de Peñafiel, la reconversión de la barcelonesa plaza de toros Las Arenas en centro comercial y la inigualable T4 del aeropuerto de Madrid-Barajas.
Pionero del movimiento arquitectónico high-tech, Rogers siempre ha entendido que las ciudades están hechas de personas, no de edificios, y que lo que importa es la vida entre los mismos. «Las ciudades son un escenario donde las personas actúan y los edificios son los decorados que enmarcan la actuación. Un lugar para todos».
Su estudio basa su trabajo en la comunidad, el trabajo en equipo, la equidad, la colaboración y la responsabilidad social. Durante su trayectoria profesional, el aclamado arquitecto ha defendido que «la arquitectura es demasiado compleja para ser resuelta por una sola persona. La colaboración está en el centro de todo mi trabajo. Disfruto de la dinámica que fluye cuando diferentes disciplinas, desde la sociología a las matemáticas, pasando por la ingeniería y la filosofía, se unen para crear soluciones. Esta integración crea un ethos que sirve mejor y una estética que simboliza mejor el mundo moderno. Nadie es más importante para la claridad de un proyecto que un cliente ilustrado».
Rogers Stirk Harbour + Partners cree que una sólida visión social es la fuerza motriz de una mano de obra feliz y productiva, siendo fundamental para el desarrollo de una sociedad civil sostenible. Desde su estudio destacan que Rogers era un hombre de inmenso empuje y carisma, «un hombre de civismo e integridad, dedicado al arte y la ciencia de la arquitectura, del urbanismo, de la vida de la ciudad, del compromiso político y del cambio social positivo. Su amor por la gente, por el debate, por compartir opiniones, por explorar nuevos caminos y por el trabajo cooperativo y creativo, se reflejó en el despacho que fundó, y que sigue abrazando y desarrollando esos ideales en la actualidad».
Rogers fue galardonado con el Premio Pritzker de Arquitectura en 2007, alzándose también con la Medalla de Oro del RIBA en 1985 y la Medalla de la Fundación Thomas Jefferson en 1999. Además, ha recibido el Premio Praemium Imperiale de Arquitectura 2000, el León de Oro a la Trayectoria (La Biennale di Venezia) 2006 y la Medalla de Oro Tau Sigma Delta 2007, entre un sinfín de reconocimientos por toda una vida de entrega a la profesión.
