Con la crisis inmobiliaria que asola Occidente, las estrellas del firmamento arquitectónico pueden dar paso a sus delirios creativos en los lugares más alejados del planeta. Esta vez, Zaha Hadid, en El Cairo, roza el más difícil todavía y construye un gigantesco complejo y una arboleda de torres petrificadas.
Como todas las creaciones surgidas de la mente de Zaha Hadid, uno tiene la sensación de situarse en un mundo de ciencia-ficción, en un futurible trasformado en un aquí y ahora, en una asombrosa realidad. Nadie como la arquitecta de origen iraquí para llevar al límite las posibilidades de las proyecciones realizadas con programas de ordenador y nadie como ella para reírse de los dictados que impone la ley de la gravedad. Siempre, al contemplar sus obras, su capacidad visionaria deja el alma en suspenso. Esta vez, Zaha Hadid ha viajado al desierto para realizar dos proyectos en la ciudad de El Cairo.
El primero de ellos, más de 450.000 metros cuadrados de superficie en donde se concentran una ciudad de las artes, salas de conferencias, centros comerciales, oficinas, hoteles… Según Seriff de Salem, director general de esta Expo City, “las actuales salas de exposiciones y conferencias no se ajustaban a los estándares requeridos para las habituales celebraciones internacionales, y así, gracias a este encargo realizado a Zaha Hadid, El Cairo puede competir en igualdad de condiciones con otras ciudades del mundo”.
Para este proyecto, la arquitecta ha reconocido que se ha inspirado en el delta del río Nilo y en la edificaciones que lo circundan. Y es cierto que al observar el diseño a vista de pájaro uno siente cómo esa membrana líquida que cubre los distintos edificios simula el vaivén suave y cadencioso de las olas que lamen las orillas del Nilo. Formas dúctiles, blandas, que se expanden y se retuercen sobre sí mismas. Como siempre, hay una huida deliberada de las aristas, de las líneas geométricas agresivas, todo es pura y suave curva, sensualidad extraída de la propia naturaleza.
Y es ésta, quizá, la llave secreta que descifre la arquitectura de Zaha Hadid, cómo es posible inspirarse en las formas de la naturaleza, en los arroyos, los árboles, las piedras y al mismo tiempo transportar toda esta inspiración terrenal a unos mundos sólo concebibles en un futuro remoto y como escapados de la pantalla de un ordenador. En sus declaraciones recogidas en el momento de la presentación de la Expo City, la propia Zaha Hadid explicó que “para este tipo de espacios se requiere la máxima flexibilidad. Queríamos garantizar que todas las áreas públicas y la composición formal de la mini-ciudad se pareciese a los alrededores de los paisajes de Egipto.