En sintonía con los Acuerdos de París, el Pacto Verde Europeo, la Agenda 2030 de Naciones Unidas y las Agendas Urbanas, los esfuerzos para reducir las emisiones de CO2, principales causantes del cambio climático, están reorientando el sector en diferentes ámbitos: desde el desarrollo normativo al uso de materiales más respetuosos con nuestro planeta y nuevos sistemas constructivos. Resulta capital abordar la descarbonización de nuestro entorno construido con una mirada integral que tenga en cuenta las emisiones de gases de efecto invernadero durante todo el ciclo de vida del edificio.
Partir del proyecto arquitectónico y continuar por la utilización de materiales constructivos de bajo impacto y la gestión responsable de la energía y de los residuos, tanto durante la construcción como a lo largo de la vida útil del edificio, en un proceso de economía circular en el que la mejora de la eficiencia energética de nuestras viviendas lleve aparejada una mejora de su accesibilidad y su habitabilidad para garantizar el bienestar de las personas a largo plazo.
«Más del 50% de los 25,7 millones de viviendas que conforman el parque residencial en nuestro país necesita una rehabilitación urgente»
El desafío requiere reutilizar, minimizar residuos, revalorizar los pocos que queden, reciclar, regenerar y renovar con responsabilidad, impulsando así un cambio de paradigma y de modelo sectorial con el que la Arquitectura, como garante del bien común, está absolutamente comprometida. Así quedó de manifiesto en la última edición de los Premios ARQUITECTURA, en la que se reconocieron obras que aúnan, con gran sensibilidad, sostenibilidad, inclusión y belleza en una apuesta firme y declarada por la calidad arquitectónica. Una calidad arquitectónica que contribuye al bienestar individual y colectivo de las personas, a la economía circular y al reequilibrio medioambiental y territorial frente al fenómeno de la “España vaciada”, y que, en el proceso de rehabilitación integral, les devuelve toda su funcionalidad, les aporta versatilidad y las prepara para responder, de forma óptima y con garantías, a las necesidades de las personas.
Junto a la importancia de adaptar nuestros pueblos y ciudades al calentamiento global, España tiene otro reto: actualizar un parque de viviendas y edificios envejecido que necesita una profunda transformación para responder, de forma integral, responsable e innovadora, a los desafíos actuales. Más del 50% de los 25,7 millones de viviendas que conforman el parque residencial en nuestro país necesita una rehabilitación urgente. En la mayoría de los casos, energética, ya que se construyeron antes de la entrada en vigor de la primera normativa de eficiencia energética, pero también de accesibilidad y de replanteamiento de espacios, como evidenciaron la pandemia de Covid19 y el confinamiento. Los fondos europeos Next Generation representan una gran oportunidad ante ese reto. Una oportunidad, además, para impulsar esa cultura de la conservación y el mantenimiento de nuestros edificios que, hasta ahora, ha sido prácticamente inexistente en nuestro país, y coger la inercia necesaria, más allá de 2026 y de las ayudas, para cumplir con el requerimiento europeo que ha marcado para el año 2050 la descarbonización de nuestras viviendas.
Con la vista puesta en ese horizonte, desde el Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España (CSCAE), hemos editado guías, organizado jornadas profesionales y promovido proyectos destinados a sensibilizar a la ciudadanía sobre los beneficios de la rehabilitación integral para un bienestar duradero, como la campaña ‘La mejor versión’ o la iniciativa ‘RehabilitAcción Ciudadana’, con la Confederación Estatal de Asociaciones Vecinales y la colaboración de la Red de Oficinas de Apoyo a la Rehabilitación, desde el convencimiento de que no se puede perder ni un segundo. El calentamiento global no demora sus efectos.
Es el momento de la transformación y de apostar por la calidad arquitectónica, como una garantía para el bien común. Acometer las reformas necesarias para mitigar y hacer frente a las consecuencias del cambio climático, reduciendo la demanda y los consumos de energía de nuestros hogares, y mejorando también su conservación, su accesibilidad y su funcionalidad, desde una perspectiva integral que optimice recursos, nos permitirá avanzar hacia una sociedad mejor, que se adapta con más flexibilidad y fortaleza a situaciones adversas y escenarios cambiantes. Por eso, sobre todo, para el bienestar de las personas y la preservación de nuestro medio ambiente, calidad arquitectónica.
«Resulta capital abordar la descarbonización de nuestro entorno construido con una mirada integral que tenga en cuenta las emisiones de gases de efecto invernadero durante todo el ciclo de vida del edificio»