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Reforma de vivienda ático dúplex

Este proyecto ha sido realizado por cruz.atelier y ha consistido en la reforma integral de una vivienda dúplex, colindante al edifico de Lagasca 99.

Basado en la necesidad de vaciar, horadar y perforar la estructura de losa de hormigón de 50 cm de canto, para que esta fuera atravesada por la luz y conseguir una vivienda accesible con una nueva escalera que es la protagonista del espacio principal, junto con un muro azul.

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Óscar Cruz describe el proyecto como la muestra no evidente entre la conjunción de dos narrativas superpuestas que aún no se habían conocido: la propia, la de la vida humana y la heredada del propio edificio.

De aquel sueño que tuvieron promotor y arquitecto por realizar una piscina en lo alto de un edificio con traje de sastre mediante prefabricados de hormigón junto a la Castellana, desde donde disfrutar los días azules de verano, fue calculada y proyectada una losa de hormigón armado perfectamente encofrada en su cara inferior, pero que, olvidada por lo brutalista de su belleza, permaneció oculta bajo un cielo raso de escayola, aun siendo evidenciada en el ojo de una sensual escalera de caracol que descubría su circular canto de más de cincuenta centímetros.

Dos estructuras de distinta respuesta, tiempo e identidad convivían en el mismo lugar. Por un lado, aquel gigante que aún pensaba que por sus pilares se transmitía la carga de un oasis mediterráneo que besaba el cielo; y por el otro, aquella ‘cabaña’ doméstica y cotidiana que recuperaba la volumetría normativa repartiendo la azotea no disfrutada entre los vecinos. Un ático dúplex sobre el cual existe una fricción entre dos estadios relacionales topológicos que nunca llegaron a ser.

Bajo esta narrativa contemporánea y priorizando la lectura de las preexistencias e invirtiendo en los valores propios del espacio que conforma por sí mismo la estructura, el nuevo sueño de habitar se produce bajo el listado de tres verbos como forma de acción sobre la materia para la consecución del espacio: vaciar, perforar y horadar.


La obra ha sido ejecutada por la empresa REDO Construcción y se ha centrado en el vaciado completo de la vivienda, de losa a losa, hasta alcanzar el plano inclinado de cubierta, se entiende el elemento estable como potenciador matérico y como escenario sobre el que se producen el resto de las acciones. Ante la obsolescencia de una escalera de caracol que ya no cubre las necesidades de accesibilidad que requiere el habitar, se perfora y refuerza la losa, recuperando probetas y testigos como material apilable y reutilizable como mobiliario. Perforaciones periódicas y consecutivas que descosen la materia para permitir el paso de una escalera blanca más que cómoda. La optimización de uno mismo pasa por liberar el centro con el fin de optimizar el espacio programático. Se horada para optimizar, se horada para iluminar, se horada para encontrar la emoción. Se abren los huecos convenientes en el plano inclinado para que la vivienda sea atravesada por la luz de manera que podamos aprovechar el perímetro de la casa y a su vez, relacionar los dos niveles, las dos estructuras, los dos anhelos. Perforación, horadación y vaciado se entienden como conjunto una vez que la luz atraviesa las dos primeras y baña e impregna la tercera.

El orden, por lo tanto, aparece como préstamo de estructura y acción. Tras el vaciado del interior, un muro ‘azzurro’ cede el protagonismo a la organización de una estancia principal en la que se agrupa, adosada al perímetro, una única banda de siete metros y medio de longitud que contiene todo el equipamiento básico para el habitar, almacenaje, cocina e instalaciones. Equipamiento que mantiene una distancia y separación de diálogo y respeto con la losa y la preexistencia del ojo de la escalera de caracol, haciéndose eco en un plano virtual a doscientos veinte centímetros del suelo que resuena en el despiece de la madera lacada azul. Por otro lado, el muro, separa los espacios más íntimos de baño, lavandería y zona de noche accesible, de la estancia pública de la vivienda. El resto del espacio permite una configuración versátil, de fachada a fondo, caracterizado por el haz de luz que se cuela entre la huella sin tabica y la perfilería de la baranda. Un plano vidriado continuo en el frente de cocina y salón descompone la escalera en un juego de reflejos y fugas. Dispersa y reconfigurada, nada perturba una sala que termina de teñirse con todos los tonos azules imaginables.

En planta alta, dos dormitorios idénticos flanquean la nueva escalera, agrupándose junto a las nuevas ventanas que actúan, por medio del plano inclinado, como privilegiados miradores hacia la ciudad, desde donde observar el cielo de Madrid. La disposición del nuevo espacio permite compartimentar y aislar ambos niveles a favor de una privacidad consentida, haciendo posible la independencia y desvinculación entre moradores, y a la vez, conectarse instantáneamente por medio de olores, susurros y un ‘baja a hacerme compañía’ favorecido por la continuidad vertical entre estancias flexibles.


La casa blanca y neutra busca la simplicidad, el orden y la consecución de unificar el espacio mediante el empleo de tres materiales aportados, madera, cerámica y vidrio; y un préstamo, la gran losa de hormigón.

El uso del color en el resto de la vivienda se limita a un vínculo directo y de relaciones visuales entre el muro azul y la realización de las distintas acciones dentro de los espacios principales flexibles superior e inferior y las zonas más íntimas de la casa.


De aquel sueño que tuvieron promotor y arquitecto, he querido crear una zona azul, algo así como un espacio de significación incansable, donde todo lo que ocurra sea más sencillo y despreocupado, donde poder olvidar un abrigo en el perchero sin importar el contenido de los bolsillos, porque sintamos que estamos donde teníamos que estar. Algo así como una ‘casa’.

Dicen, que la ausencia de aquella piscina dio pie a la imaginación de quienes trazaron la primitiva escalera de caracol. Quería que esta casa mantuviera el anhelo del sol, de este sol de la infancia.

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