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Castellana 44: un acto en diez variaciones

En el edificio de oficinas Castellana 44 nos encontramos con que la rehabilitación de una pieza en un enclave tan privilegiado como este, sin pretender convertirse en un objeto referencial, quiere formar parte de la cornisa que siempre se encuadra tras la abundante vegetación del Paseo de la Castellana. Se propone la reutilización de elementos singulares que permiten una vigencia de los valores que dieron lugar al edificio original de mano del arquitecto José María Bosch y Aymerich en el año 1977. El edificio original se divide mediante una línea de flotación constructiva y conceptual entre el mundo sobre rasante, compuesto por unas plantas con una estructura sofisticada y colgada, luces de forjado generosas mediante postesados, y el mundo bajo rasante oscuro y pesado.

En este proyecto, a cargo de Aybar-Mateos Arquitectos y Estudio Álvarez-Sala, se propone difuminar el límite entre el mundo superior y volumen bajo rasante mediante su puesta en valor, a través de la inserción de luz natural y vistas cruzadas del exterior que lo transforman en un espacio intermedio iluminado y con un acceso propio. En el volumen suspendido se construye una fachada transparente y colgada que quiere potenciar el propósito original de escala distorsionada mediante sus límites difusos y condición porosa, permeable, potenciando la verticalidad y la visión de un de prisma flotante.

El sótano se convierte en un espacio con entrada de luz natural a través de patios que iluminan la nueva cafetería y el vestíbulo de acceso al salón de actos. Gracias a esta operación, el acceso a este primer nivel bajo rasante puede realizarse a través del vestíbulo del edificio o desde la calle, permitiendo su uso independiente.

En el volumen suspendido se construye una fachada transparente y colgada que potencia el propósito original de escala distorsionada

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