El equipo liderado por Sara Baldasano, Damián Figueras, Daniel Muñoz y Daniel de Reparaz, junto a Jordi Torra como arquitecto técnico, ha respetado la casa en su totalidad y utilizado materiales que contrastan con la estructura original.
En la Casa Museo, se han utilizado materiales como planchas de Deployé y metacrilato para establecer un registro estético que cree un nuevo diálogo y no compita con lo existente.
Una de las características destacadas es la experiencia digital que comienza en la recepción de la Casa Museo. Se ha diseñado un túnel visual hecho de metacrilato para sumergir al visitante entre dos épocas. Se utiliza la geometría de los arcos del piso principal donde solía vivir la familia Amatller. Este juego visual envolvente se logra mediante el efecto de la iluminación y la capacidad del metacrilato para transportar la luz.
El túnel nos guía hacia la cafetería, y poco a poco nos adentramos en una experiencia propia del Ensanche barcelonés. Encontramos una terraza interior llena de vegetación y calma que nos conduce a la entrada y tienda del museo.
Estos espacios han sido diseñados cuidadosamente para brindar una experiencia única y complementar el legado arquitectónico de la Casa Museo Amatller. La utilización de materiales contemporáneos como el Deployé y el metacrilato permite crear una atmósfera moderna y atractiva, sin restar protagonismo a la arquitectura original.
El equipo ha trabajado conjuntamente con la Fundación Casa Amatller para recuperar, en la medida de lo posible, parte del patio existente que existía en la casa original y previo a la construcción del volumen posterior en los años 70. Para ello, se ha creado un puente sobre el patio inglés existente que une ambos volúmenes y retranqueado una crujía a la fachada del volumen posterior, creando un gran porche, que potencia la sensación de amplitud exterior a la vez que se relaciona con el acceso y la tienda del museo digital.
La premisa del equipo fue entender el patrimonio existente original, que fue alterado con la construcción de los años 70, y cómo poder combinar las necesidades de espacio y uso de un nuevo museo en el siglo 21. Además, de cómo vincular, mejorar y recuperar el patio posterior existente, ahora reconvertido en la terraza de la cafetería.
El desarrollo del proyecto, que ha durado 20 meses y movilizado a más de 50 personas, entre estudios, ingenieros, arquitectos y expertos en sistemas de realidad aumentada, ha demostrado ser una reforma compleja al ser la Casa Museo Amatller patrimonio histórico. Así, ciertas reestructuraciones que pueden verse sencillas, como derribar muros, se han planeado minuciosamente para ajustarse al nuevo proyecto y, sobre todo, a la estructura original.
La intervención realizada es un ejemplo de cómo se puede transformar un patrimonio histórico en un espacio beneficioso, moderno y atractivo para la ciudad.