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Un hogar abierto a un idílico entorno montañoso

Este proyecto se sitúa en el pueblo de Amillano, en el valle navarro de Allín, rodeado por dos importantes sierras: la de Lóquiz al sur-oeste y las de Andía y Urbasa al norte. Al ubicarse la parcela en un entorno de reparcelación nueva, la propuesta firmada por FILO Arquitectos contempla abrirse al paisaje, con vistas a la montaña.

Desde el principio, el proyecto se entendió como base de un volumen aislado y puro. El edificio resultante se perfora con los huecos necesarios: las ventanas. La casa pretende, desde su traza rectangular y su materialidad con el mortero de cal, quedar relacionada con la dimensión del lugar, apenas una piedra sencilla en el inmenso verde.


El proyecto tiene la intención de recoger los principios Passivhaus y adecuarlo a la construcción mediante la explotación de todos los recursos energéticos posibles, siendo lo más autosuficiente posible. La fachada principal está orientada al sur para que la vivienda sea lo más transparente posible, aprovechando las vistas lejanas del entorno para situar salones y habitaciones y favorecer la ventilación cruzada.

“No basta con tener certificación energética. Basta con que el entorno de un edificio se perciba, se sienta y se use como amigable, fraterno, produzca sombra, produzca belleza” Solano Benítez

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