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Entre París y Valencia: transformación de un oscuro y húmedo bajo en un cuidado taller artesano

Proyecto de transformación de un bajo situado en pleno corazón del barrio de El Carmen (Valencia) para ser el espacio taller artesano de un parisino con mucho mundo a sus espaldas. El artista encontró en Gosende Salvado · Studio  el equipo capaz de extraer el je ne sais quoi de un espacio que le haría compatibilizar sus días entre París y Valencia.

Conocer al propietario de este bajo conlleva recorrer Francia, Tailandia y Grecia con música rock de fondo y encontrándote a cada paso objetos y muebles de rastros de Paris y Jalón. Su gusto por la artesanía, el sabor de lo auténtico y la buena música hizo que conectara desde el primer momento con los arquitectos y diseñadores Carlos Gosende y Merxe Navarro.

Ellos le aportaron la experiencia y el diseño que necesitaba para transformar un bajo oscuro y sin ventilación en un taller en el que poder desarrollar su gusto por la ebanistería y disfrutar de sus vinilos en pleno corazón de El Carmen. Gestionando desde la licencia en un edificio protegido en el centro histórico de la ciudad hasta el diseño del mobiliario hecho a medida que pudiese aprovechar el máximo la superficie disponible y la gestión de los diferentes profesionales intervinientes en la obra.

Para el cliente, este proyecto era una forma de conectar con la ciudad. Ambos se conocían desde hacía tiempo y ahora buscaba el lugar en ella donde poder disfrutar de sus aficiones y guardar sus discos, donde escuchar música y preparar una frugal cena de verano. El primer punto del estudio Gosende Salvado fue ayudarle a elegir el espacio y en la Calle Corona, esa con tanta capas de historia y un gran potencial, encontraron el perfecto para él.

Lo primero fue retirar las capas que ensuciaban el ambiente y establecer un punto de partida sano. Aislar del suelo, limpiar paredes, eliminar añadidos, aumentar la entrada de luz a través del patio posterior. Dejar el espacio desnudo para que hablase desde el corazón de sus paredes. En una superficie de apenas 36 m² debía acoger diferentes escenarios y exponer objetos de toda una vida. Sus paredes se tratarían dejando al descubierto la crudeza de su construcción para acoger obras de arte relacionadas con el mundo de la música rock y el arte desde los años 60 hasta hoy.

Los espacios mínimos de cocina y baño se apropiaban del patio interior del edificio y captaban la luz a través de un lucernario de hierro y vidrio que refuerza la idea de artesanía y crudeza material que reina el espacio. Por otro lado, el diseño de la cocina a medida está realizado en panel contrachapado marino, capaz de aguantar los avatares de la vida de un artesano en su taller, y que se las ingenia para extraer el máximo de almacenaje disponible en tan pocos metros.

En definitiva, se ha llevado a cabo la transformación de un bajo a través de la crudeza material, la artesanía y el diseño en un pequeño espacio que compendia las aficiones de una persona que ha recorrido intensamente el mundo junto a su guitarra eléctrica. 

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