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Donde las huellas se elevan y se convierten en luz

A cargo de Estudio ji Arquitectos, este proyecto consiste en la rehabilitación de unas viejas cuadras de caballos para convertirlas en un lugar de retiro temporal para un fotógrafo, un espacio cargado de simbolismo e historia. Los elementos con los que el estudio trabajó fueron los pasos, las huellas marcadas que no desaparecen. En este caso, contaban físicamente con estas huellas usadas y desgastadas: las herraduras de Explorador.

Mariela Apollonio Las Cuadras 06

El concepto esencial de la rehabilitación es una pieza protegida por un “árbol sintético” que resguarda, da sombra y recrea un pequeño bosque. Para comenzar, se vacía la nave longitudinal de 11 x 4 metros aproximadamente y se mantienen sus muros de bloque de hormigón y su cubierta. Hacia el exterior, se despejan las construcciones aledañas para buscar la montaña escondida (Serra Gelada).

Tras tener el volumen vacío, se abre un gran hueco en un extremo que mira al campo de los animales y entre la pieza y campo: un patio amarillo con huecos que enmarcan a los animales.
La fachada es variante según orientación y usos:

  • Sur y oeste: donde se ubican cocina, salón, comedor y dormitorio se ha horadado el muro existente con un ritmo de huecos en forma de herradura a través de los cuales pasa la luz y convierten esos accesos en una celosía que habla directamente del pasado de este edificio.
  • Este: patio inglés de color amarillo y huecos mirando hacia el campo.
  • Norte: huecos circulares de ventilación que actúan de lámparas retro-iluminadas.

Para el interior se buscaba un espacio variante y abierto, pero que contuviese lo esencial para vivir: una cocina, un baño, una cama, una mesa y un sofá. Todo ello en 40 m2. Se trata de una única pieza “mecanismo” en madera de pino que recorre su perímetro y se va transformando según van surgiendo los diferentes usos. Un único espacio en el que los propios elementos de madera lo dividen por usos.

Originalmente, las cuadras contaban con una pequeña cubierta anclada a la fachada principal. En este caso, se reutiliza elevándola sobre la nave principal, sosteniéndola por un “bosque de finos pilares” coloreados y aparentemente sin un orden lógico.

La idea ha sido recrear un “árbol sintético” de policarbonato que crece y se deforma reaccionando según los pasos que debe proteger y culminando en una gran dilatación que se convierte en el nuevo resguardo de los animales. El resultado es una pieza ligera, que deja pasar la luz tamizada por las dos capas de policarbonato, que da sombra y que consigue que el aire recircule y refresque el porche de entrada.

Para el interior se buscaba un espacio variante y abierto, pero que contuviese lo esencial para vivir: una cocina, un baño, una cama, una mesa y un sofá

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