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Batlleiroig: «Nuestro lema es fusionar ciudad y naturaleza»

El paisaje, la edificación y el planeamiento vertebran su trabajo, poniendo especial énfasis en conceptos como la biodiversidad de los territorios, el ciclo natural del agua, el cuidado del impacto medioambiental, el comportamiento energético de los materiales constructivos o la relación entre los tejidos construidos y su entorno natural. El discurso de Enric Batlle y Joan Roig está cargado de buenas prácticas, de dedicación, colaboración, creación, desarrollo y, en definitiva, de compromiso con la arquitectura. Cruzamos las lamas de madera que conforman la entrada de su estudio, situado en Esplugues de Llobregat, para conocer de cerca la visión y filosofía del despacho catalán.

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© Héctor Mediavilla

Vuestros inicios se sitúan en 1981, casi cuatro décadas en las que habéis abordado proyectos de diferente índole, pero siempre con unos valores muy arraigados. ¿Cuál diríais que es vuestro motor y razón de ser?

Enric Batlle. Consideramos que la arquitectura no es solo el edificio en sí mismo, sino aquel proyecto que contribuye a mejorar el paisaje y la ciudad. Y en esta línea, como nuestros inicios tienen una predominancia muy elevada en el mundo del paisaje, nos gusta decir que trabajamos para mejorar la relación entre ciudad y naturaleza. En este despacho nos centramos en planeamiento, arquitectura, paisaje… Y, aunque a veces puedan parecer compartimentos estancos, para nosotros son interdependientes. Nuestro lema es “fusionar ciudad y naturaleza”, en el sentido de que trabajamos para hacer ciudades mejores, desde la arquitectura, los edificios y los espacios públicos dentro y fuera de la ciudad que estamos proyectando.

Ahora que se habla tanto de renaturalizar las urbes, ¿cómo podemos introducir todo esto sin quedarnos en el “poner algo verde”?

EB. En el estudio nunca perdemos de vista la relación de nuestros proyectos con los espacios naturales próximos, con aquellas zonas verdes que podemos conservar y reinventar. Aquí, en nuestro estudio, estamos cerca de un parque donde hacemos bajar un rebaño de ovejas cada cierto tiempo porque hemos preparado la ciudad, el espacio público, para que la montaña entre en la ciudad. Históricamente, se ha trabajado como si la ciudad fuese un ente autónomo de los espacios naturales cercanos, que iba creciendo en mancha de aceite y que generaba sus parques, pero siempre como piezas interiores. Y ahora es el momento de hablar de relaciones entre este interior y este exterior. Para mí los términos sostenibilidad o renaturalizar no quieren decir nada por sí mismos, en Batlleiroig nos dedicamos a traducir esto en acciones. Por ejemplo, un nuevo planeamiento establece un nuevo crecimiento urbano con un parque longitudinal que conecta la montaña -de donde bajan a pastar las ovejas- con la ciudad y que a la vez permite llegar a él con un nuevo carril bici. Si no se diesen todos estos ingredientes, podría parecer que renaturalizar es solamente poner verde.

¿Qué medidas propondríais en tipologías de oficina?

EB. Renaturalizar es llevar a cabo acciones para que nuestros edificios sean saludables para las personas que van a habitar allí. Estas acciones engloban muchas decisiones válidas pero debemos ser consecuentes y no caer en modas y artificios. Con esto me refiero a que los usuarios vivirán mucho mejor con una terraza a la que poder salir que con un muro verde falso. En el caso de las oficinas, que hasta hace muy poco no contaban con terrazas, la vegetación exterior puede contribuir también a absorber la radiación solar y, por tanto, a que el edificio consuma menos. Sin olvidar que, además, está comprobado que el trabajador aumentará su productividad pudiendo salir al exterior y disfrutar del contacto con el aire libre y la vegetación.

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Parque de la Marina. © Jordi Surroca

Y en el caso de los no lugares, los espacios en la frontera, ¿cómo se pueden dignificar?

Joan Roig. Todo es ciudad y todo es naturaleza, luchamos para tumbar esa diferenciación. Los no lugares que antes se entendían como “ya será ciudad”, ahora entran dentro de la misma en tanto que son parte de la naturaleza.

EB. Si el problema es que no tienen accesibilidad, nuestro deber será conectarlos bien. En el caso de Barcelona, aunque muchos ciudadanos tienden a pensar que es una ciudad muy densa, el 52 % del espacio es libre. La razón es que contamos dentro de ese porcentaje espacios que nuestros ciudadanos no están percibiendo como suyos, como usables, porque no están conectados. Por poner un ejemplo, antes el río Llobregat era un no espacio, era un lugar que los urbanistas calificaban de vacío, y resulta que era una pieza clave, igual que en Madrid el Manzanares.

¿Cómo definiríais la trama urbana de Barcelona?

EB. Nos gusta mucho asociarla al concepto “ciudad de ciudades”, huyendo de esta manera de la idea ciudad-suburbio. Esto quiere decir que debemos trabajar para que nuestra metrópoli tenga muchos centros de intensidad y el objetivo es que todos estos centros tengan su identidad, que haya actividad económica y productiva y que brillen con luz propia. Así evitaremos multitud de emisiones de CO2 , como por ejemplo el que genera el transporte de personas o el transporte de alimentos que podrían ser Km0.

“Todo es ciudad y todo es naturaleza, luchamos para tumbar esa diferenciación”

Si nos paramos a analizar el distrito 22@, un claro ejemplo de transformación de suelo industrial en el que se aúnan negocios y tecnología, ¿cómo creéis que está concebido? ¿Es un modelo a seguir?

EB. El hecho de que sea la zona preferida de todos los inversores ya es algo muy positivo. Desde nuestra perspectiva y experiencia, teniendo en cuenta que hemos proyectado varios edificios ahí, vemos que se trata de un modelo de urbanismo que permite desarrollar la ciudad con unas reglas muy fijas y claras pero, al mismo tiempo, con mucha flexibilidad. El plan urbanístico de 22@, a la hora de ser concebido, se hizo de una forma bastante moderna, permitiendo el desarrollo con pequeños planes isla por isla en los que no hay discusión de los parámetros urbanísticos. Esto es algo muy positivo porque no hay discusiones que den pie a decir “quiero hacer más o menos”. Sin embargo, esta flexibilidad a veces es criticada porque permite muchas diferencias entre unos edificios y otros, y es aquí donde entraría en juego el saber hacer de los arquitectos y de los que lo juzgan, que sería el Ayuntamiento.

Las sedes corporativas que habéis llevado a cabo tanto en el 22@ como en otros puntos de la ciudad se han visto influenciadas por los nuevos modos de trabajo. ¿Cómo se ve esto reflejado en su arquitectura?

EB. Los edificios de oficinas están cambiando mucho porque se empiezan a entender como lugares donde la gente vive. El bienestar de las personas que trabajan en su interior y los servicios que estas requieren han provocado que se apueste por terrazas, espacios públicos exteriores, espacios comunes, gimnasios, que tengan mejores condiciones de sostenibilidad, confort y luz natural. A esto se le ha sumado la revalorización del concepto “aire”, que nosotros traducimos en volumen gracias a la altura de las plantas y que, combinado con la desaparición de los pilares, permite espacios más diáfanos, más flexibles, que después permiten cualquier tipo de interacción interior. Todo ello sin olvidar que cada vez más se elimina el concepto de lugar fijo de trabajo y se introduce el “free seating”, que generará cada vez mayor diversidad de espacios donde desarrollar nuestro trabajo.

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Sede corporativa de Massimo Dutti en Tordera. © Jordi Surroca

¿Habéis notado esta gran revolución también en el mundo de la vivienda?

EB. El mundo de la vivienda está donde estaba cuando nosotros empezamos a trabajar. Si cogiéramos la planta de una vivienda de los despachos de arquitectura de los años 80, veríamos que hay muy poca diferencia con respecto a lo que se hace ahora. Hay algunas promociones en Barcelona de protección oficial, de promoción pública, que intentan promover algún cambio, pero la mayor parte de los promotores están vendiendo pisos de dos o tres dormitorios que tienen un programa con dos lavabos, una cocina… Están cambiando muy poco las formas de vida.

JR. La única salvedad sería que algunos han incorporado espacios comunes de mayor calidad, parecido a lo que ocurre en las oficinas. Volviendo al ejemplo de 22@, lo interesante que tienen estas oficinas es que cuentan con sus propios servicios. Una oficina habitual en Barcelona confía en que los bares son externos, las guarderías son las que hay por alrededor, quizá no tengan ni parking… Y luego nos paramos a analizar el edificio corporativo de la Comisión del Mercado de Telecomunicaciones, proyectado por nosotros, y nos encontramos con que tiene guardería, espacios exteriores propios, un jardín en la cubierta, espacios comunes de office, ocio, descanso… Son lugares más que para trabajar, para vivir. En definitiva, vivir trabajando.

En lo que se refiere al Campus Administrativo de la Generalitat de Cataluña, primer edificio de Cataluña que consigue LEED Platinum y certificación WELL, ¿cómo repercute esto en el usuario?

EB. En el caso del LEED, nos centramos en el edificio en sí, en su eficiencia energética, entrando en juego acciones pasivas. Creemos que en un edificio de oficinas se puede ahorrar con mejores protecciones solares, cubiertas verdes, zonas ajardinadas que bajan la temperatura…Por su parte, en lo que respecta al WELL, el foco de atención está en el bienestar y confort de las personas. En este último caso, habla de cómo las personas que trabajan en él tendrán mejor aire, agua, comida, relación con la naturaleza, podrán desarrollar su actividad física, etc.

JR. Siempre siendo conscientes de que los espacios verdes no se llaman verdes porque tengan este color, los espacios verdes son de colores. Hay flores, plantas… Nos gusta la biofilia del lugar, que no todo se reduzca a poner césped, es muy importante que haya biodiversidad en su vegetación.

¿Y qué papel juega la iluminación natural?

EB. Hay que plantearse cómo hacer edificios de oficinas que tengan mucha iluminación exterior, pero que no necesariamente el 100 % tenga que ser de cristal. En este sentido, en el estudio estamos volviendo a la tipología de pilar en fachada, que permite no tener obstáculos en la planta y a la vez reducir la superficie de vidrio en fachada.

JR. En los primeros edificios de oficinas de Chicago la iluminación natural era muy importante ya que la gente escribía a mano sobre papel o a máquina y necesitaba mucha luz natural. Esta aporta sobre todo confort y poder levantar la mirada hacia una vista más lógica. Ahora, con las pantallas de los ordenadores, la luz natural directa o indirecta provoca problemas y, por tanto, los parámetros también cambian. Lo que antes era un requerimiento básico de todos los promotores de oficinas, que era emplear el máximo de cristal, ahora tiende a ser algo combinado que favorezca a la gente que esté trabajando en el interior.

A la hora de elegir materiales, ¿por cuáles os decantáis?

EB. Lo hemos utilizado todo, pero sí que es verdad que hay tendencias. Por ejemplo, hemos hecho un edificio en Can Batlló que se integra con la Barcelona del siglo XIX de ladrillo, pero utilizando lamas de cerámica, un material que se comporta a nivel de temperatura mucho mejor. En este sentido, hay un cierto retorno de materiales naturales, tanto por su comportamiento climático como por su vinculación a la historia y materialidad del lugar.

Cambiemos de tipología, analicemos la restauración paisajística del vertedero de la Vall d’en Joan, ¿qué solución se propuso al problema medioambiental que había surgido?

EB. El vertedero del Garraf es la solución a un problema que, a día de hoy, no se debería repetir si nos concienciásemos en no generar residuos y fuésemos más estrictos en todo lo relativo al reciclaje. En ese lugar del Garraf, que después fue parque natural, resulta que se tiraron durante cuarenta años las basuras de Barcelona, y esto producía unos problemas medioambientales enormes: se contaminaban los freáticos y la atmósfera, no había vida… El proyecto consistió en resolver y, además, generar un nuevo paisaje. Recurrimos a una solución muy común de nuestro estudio: establecer un sistema agrícola que, cultivando de forma tradicional, conseguía recuperar la vida. Curiosamente, nuestra intervención añadió algo que no estaba en el origen del encargo: considerar que aquel lugar, que era el peor de la metrópoli, tenía que pasar a ser el lugar por el que acceder al Parque Natural, haciéndolo público, transitable, que todo aquel que quisiese pudiese pasear por él.

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Restauración paisajística del vertedero de la Vall d’en Joan.
© Jordi Surroca

Acabemos por el principio, echando la vista atrás hasta llegar a vuestro primer concurso, la construcción del Cementerio Metropolitano de Roques Blanques.

EB. El concurso consistía en proyectar un cementerio mediterráneo, un encargo que resolvimos como si fuera un jardín, cubierto de pérgolas verdes e incidiendo en el hecho de integrar el cementerio en el paisaje. Era algo que adelantaba lo que nos ha pasado con la mayor parte de los proyectos de este despacho, y que tiene que ver con la relación con la naturaleza —con independencia de la particularidad de la tipología de trabajo—. Cabe resaltar que, 37 años después, hemos llevado a cabo en el mismo cementerio el “Camí del Bosc”, un camino para enterrar cenizas que, en el fondo, es una metáfora que sirve para explicar que sigue siendo un cementerio, pero que cambia la relación con la muerte. Los materiales que se emplean son “Cradle to Cradle” que certifica que son 100% biodegradables y que con el tiempo se integrarán en la naturaleza sin dejar residuos. Un planteamiento de cementerio completamente opuesto al construido en los 80, que era de nichos de hormigón y tenía la intención de perdurar en el tiempo. Aún así, la raíz del planteamiento la misma, que es integrar lo que nos pide el cliente en el paisaje a través del sistema del jardín.

No hay tipología que se os resista. Teniendo en cuenta la maestría con la que abordáis todos vuestros proyectos. ¿Con qué os quedáis? ¿Especializarse o diversificarse?

JR. Ambos. Para hacer un campo de fútbol, tienes que hacerte especialista de estadios, aunque no hagas ninguno más. Con el siguiente que lleves a cabo ya podrás proclamarte especialista en ello, porque lo has estudiado en profundidad y lo has construido. También hay que apuntar que la capacidad de diversificación es un tema generacional. A diferencia de los arquitectos que acaban de finalizar sus estudios, nosotros cuando salimos de la escuela empezamos a hacer todo tipo de cosas, desde un proyecto de paisaje a una tienda, edificios de oficinas y viviendas, un cementerio, un parque… En cinco años prácticamente hicimos de todo, además de concursos de temáticas muy diferentes. La oferta actual de diversidad de programas y tipologías no es tan grande, ni tampoco la cantidad de concursos que hay en este momento.

EB. La esencia de nuestro estudio es que trabajamos en muchas materias. Nos gusta decir que somos especialistas en cada una ellas, pero a la vez contamos con un equipo muy transversal.

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Recuperación de las Antiguas Guixeres d’Igualada. © Jordi Surroca + Gael del Río
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