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Los premios y reconocimientos del CSCAE reivindican la emergencia climática y la necesidad de transformar las ciudades

El pasado 28 de noviembre el Hipódromo de la Zarzuela de Madrid se vistió con sus mejores galas para celebrar la Noche de la Arquitectura española, una cita que congregó a más de 300 profesionales del panorama arquitectónico con el objetivo de otorgar los premios y reconocimientos del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España (CSCAE).

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Al acto acudieron el secretario de Estado de Infraestructuras, Transporte y Vivienda en funciones, Pedro Saura, y la Alta Comisionada para la Agenda 2030, Cristina Gallach, que fueron los responsables de entregar, junto con Lluís Comerón Graupera, presidente del CSCAE, las condecoraciones otorgadas durante la ceremonia.

En su discurso inaugural, Lluís Comerón destacó que «las ciudades, los edificios y el espacio urbano son respuestas a nuestras necesidades y anhelos, nos referencian y constituyen la forma material de una sociedad, convirtiéndose con el tiempo en su testimonio más valioso». Asimismo, el presidente del CSCAE hizo hincapié en la globalización, el cambio climático, la digitalización, la creciente desigualdad, el agotamiento de los recursos naturales… «Todos estos elementos están alterando de forma precipitada y abrupta nuestras formas de vida, nuestras condiciones de trabajo y nuestras relaciones familiares, sociales y económicas. Esto implica nuevas necesidades a las que los edificios y espacios urbanos deben responder con prestaciones y capacidades diferentes a las actuales», indicó. En su conjunto, los premios otorgados, señaló Comerón, «nos permiten identificar tanto la dirección de los cambios venideros como la de los valores de la arquitectura que debemos preservar».

Por su parte, Cristina Gallach aprovechó su intervención para agradecer al colectivo la manera en la que la profesión «ha asimilado, comprendido y se ha entusiasmado con una agenda transformadora como es la 2030». Sin embargo, la Alta Comisionada quiso resaltar el necesario mensaje de acción, aceleración y trabajo por parte de todos: los Gobiernos, las políticas públicas, los actores sociales, el sector empresarial, la sociedad civil y los profesionales.

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Cristina Gallach.

El Premio de Arquitectura Española recayó, ex aequo, en el Museo del Clima de Lleida y en las catorce viviendas de protección social del proyecto Life Reusing Posidonia, en Sant Ferran (Formentera). En ambos proyectos el jurado ha tenido como referencia los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la “Agenda 2030” de la ONU.

Inaugurado en junio de 2017, el Museo del Clima de Lleida tiene como objeto difundir la ciencia y las características del cambio climático. Frente a “lo considerado como convencional” dentro del ámbito museístico, el jurado ha valorado que resulta desafiante, porque se va construyendo a partir del tiempo y de los elementos naturales la tierra, el fuego, el aire y el agua, provocando así una “ruptura con lo evidente y lógico”. En este proyecto, la arquitectura ejerce una mediación en clave de habitabilidad que facilita la interacción entre los distintos elementos para disfrutar de sensaciones y contenidos medioambientales y climáticos diversos.

Para Toni Gironès, responsable de este encargo, el cometido de la arquitectura se basa en «ejercer una labor de mediación en clave de habitabilidad». «Este proyecto trasciende la condición de museo como objeto edificado, estableciendo un sistema en diálogo constante con los tiempos de los cuatro elementos naturales, planteando una reflexión crítica sobre nuestra relación como especie con el medio en el que habitamos», destacó en su discurso de agradecimiento.

En lo que se refiere a las catorce viviendas de protección social del proyecto Life Reusing Posidonia, consiste en 14 viviendas de protección pública en régimen de alquiler ubicadas en el municipio de Sant Ferran, en la isla de Formentera. Se trata de un proyecto de adaptación al cambio climático promovido por el Instituto Balear de la Vivienda (Ibavi) y la Dirección General de Energía y Cambio Climático de las Islas Baleares, y financiado por el programa europeo LIFE+ en la categoría de gobernanza ambiental. El proyecto vincula patrimonio, arquitectura y cambio climático, y demuestra que la utilización de los sistemas y materiales de la arquitectura tradicional, relegados habitualmente a la rehabilitación, permiten ahorrar más de un 60 % de emisiones de dióxido de carbono durante la construcción de las obras. En las obras se recuperó la posidonia oceánica seca como aislamiento térmico, logrando trasladar que no solo se habita una casa, sino un ecosistema.

En palabras de Carles Oliver Barceló, autor del proyecto junto con Antonio Martín Procopio, Joaquín Moyá Costa, Alfonso Reina Ferragut y María Antonio Garcías Roig, «hemos demostrado que se puede decrecer en consumo de recursos y crecer en confort». Crítico con la situación actual, Oliver ha reivindicado que «se debe incorporar la ecología a la arquitectura y a la vida en general con naturalidad, sin militancia, sin tener que hablar de ella».

Seguidamente, se entregó el Premio de Urbanismo Español al plan de usos del distrito central de Ciutat Vella, en Barcelona —elaborado por el estudio barcelonés 300.000 km/s—, en el que se ha puesto en valor su carácter innovador del planeamiento, tanto en su fase de análisis como de propuesta. Según recoge el dictamen, el plan “aprovecha las herramientas digitales disponibles para generar un nuevo modo de analizar, representar y regular los usos en la ciudad consolidada”. En este sentido, opera sobre la complejidad de un distrito con alta vulnerabilidad residencial a través de un instrumento flexible y dinámico en el tiempo y «consigue integrar retos globales, como la salud y el impacto de las actividades de pública concurrencia derivadas, entre otras, del turismo y los nuevos modelos de negocio, con la perspectiva de la ciudadanía».

Mar Santamaría, cofundadora del estudio, señaló que «hay que evolucionar y transformar el planeamiento urbano desde nuevas metodologías y herramientas, porque las ciudades están cambiando velozmente al ritmo que también lo hacen los ciudadanos y urge una transformación para hacer frente a la crisis climática y social que debemos erradicar».

Por su parte, el Premio de Arquitectura Española Internacional fue concedido al Archivo General del Estado de Oaxaca, en México. Proyectado por Ignacio Mendaro Corsini, este proyecto da respuesta a la necesidad de preservar y restaurar el enorme acervo documental (dieciséis kilómetros lineales de estanterías) de la historia de Oaxaca. El edificio está construido en muros de hormigón de color ocre, aludiendo al tono de las tierras de la Mixteca. Es una arquitectura sabia con la climatología que se funde con la vegetación, logrando que las transparencias cobren vida.

En su dictamen, el jurado ha valorado la hábil integración del edificio con el paisaje y el esfuerzo por conseguir la «adecuada sintonía entre la composición de plantas, alzados y secciones, y el sistema estructural y constructivo escogido, que conecta con la historia de la arquitectura monumental de México». Durante su discurso, Mendaro hizo hincapié en la cualidad emotiva de la Arquitectura «como un valor añadido y nunca pedido, una característica que admiramos de los edificios que han trascendido del pasado».

Además, la ampliación de la Universidad de Alioune Diop, en la ciudad senegalesa de Bambey —obra de Federico Pardos Auber y Javier Pérez Uribarri—, recibió una Mención Especial en el marco de este último reconocimiento.

Finalmente, se hizo entrega a Alberto Campo Baeza de la Medalla de Oro de la Arquitectura. Tras una emotiva laudatio a cargo de Ignacio Vicens, Campo Baeza fue reconocido por el conjunto de su obra y por la coherencia de su trayectoria profesional, en la que convergen «la producción de una obra abstracta y racional y la atención a la percepción de la Arquitectura, en especial, a la exploración visual de los espacios creados».

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En su agradecimiento, el veterano arquitecto destacó que «la Arquitectura es la labor creadora más hermosa del mundo. Así lo creo firmemente y así lo he expresado numerosas veces. En ella me he dejado la vida, el alma, y soy feliz».

Cada premiado contó con un experto que ha glosado la obra galardonada: Llàtzer Moix en el caso del Museo del Clima, Toni Martín Taberner en el del proyecto Life Reusing Posidonia, Santiago Fajardo en el del Archivo de Oaxaca, Olga Subirós en el del Plan de usos de Ciutat Vella e Ignacio Vicens, a cargo de la laudatio a Alberto Campo Baeza.

Para clausurar el acto, Pedro Saura resaltó que de todos los premiados «me emociona el valor estético, humanístico y arquitectónico pero, sobre todo, el valor social de todos ellos». «Todos los proyectos tienen que ver con la eficiencia energética, la integración social, la movilidad, la vivienda social y, en definitiva, con los retos del mundo de hoy», sentenció el secretario de Estado de Infraestructuras, Transporte y Vivienda en funciones.

Conoce todos los reconocimientos al detalle en:

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La ceremonia contó con la colaboración de Asemas y con el patrocinio de las firmas ABB, Murprotec, Schindler, Sika y TAU Cerámica.  

Fotografías: Ana Amado

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