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Carlos Rubio: «La ciudad es el mejor invento que ha hecho la humanidad»

Junto con Norman Foster, se encuentra sumergido en uno de sus encargos más interesantes y personales, la rehabilitación arquitectónica y adecuación museística del Salón de Reinos del Buen Retiro. En su historial destacan grandes proyectos como Madrid Río o la Torre PwC —el tercer rascacielos más alto de la capital española con 52 plantas y 236 metros de altura—, aunque el verdadero motor y alimento continuo de su estudio es la vivienda, como es el caso de la revolucionaria promoción Valdebebas 127. Carlos Rubio es capaz de viajar al Madrid de los Austrias a través de sus palabras, teletransportándose también al futuro para indagar qué les depara a nuestras ciudades en los próximos años. Os invitamos a entrar en este túnel del tiempo, abróchense los cinturones.

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Amplias zonas verdes, espacios públicos, coches voladores… ¿Cómo vislumbra Carlos Rubio las ciudades del futuro?

La ciudad es sinónimo de convivencia, de satisfacer esa necesidad que tenemos de estar unos con los otros, es el mejor invento que ha hecho la humanidad. La que conocemos y vivimos es una ciudad mediterránea, compacta, densa, en la que la vida urbana se produce en la calle con mucha intensidad, muy alejada de esa vida suburbana norteamericana que vemos en las películas con casas aisladas, con mucha zona verde, una calle ancha y sinuosa que va moviéndose entre árboles… Eso no crea espacio urbano, ni intensidad urbana, ni vida de contacto.

La ciudad lleva transformándose desde sus orígenes, pero ahora coexisten una serie de inventos —que no son de ahora, sino de hace diez y veinte años—, que se hacen fáciles a la sociedad y permiten una sucesión de inventos derivados. Si miramos atrás, vemos que la ciudad del XX se desarrolla en altura porque alguien inventó el ascensor, pero no exactamente el día que se inventó comenzó a crecer la ciudad. Fue necesaria la aparición de una industria capaz de generar aparatos elevadores al alcance de promotores y usuarios. Y como este ejemplo, tenemos la introducción del coche para sustituir la tracción animal, la industria del acero, el teléfono, la electricidad, etc. Todo ello da lugar a la ciudad que conocemos, que sustituye a otra que fue también buena pero que llegó a un momento de colapso.

“Cuando tengo la planta armada y cosida, veo las circulaciones, la forma de entrar la luz, la sección… ya pueden entrar otras personas a intervenir en el proyecto”

En el caso concreto del coche y la movilidad en las urbes, ¿hacia dónde se tiende?

Está en camino un nuevo vehículo que todavía no tenemos muy claro en que va a consistir, que posiblemente sea autónomo, compartido, ni tuyo ni mío, que es de la ciudad y nos servirá para esa movilidad nueva a la que estamos abocados. Al igual que no vamos al aeropuerto a ver si hay plazas en el avión, el coche no lo utilizaremos para venir a Madrid si no tenemos un sitio reservado previamente. Madrid tiene la suerte de que tiene muchos aparcamientos bajo rasante, y ese es el hecho diferencial que ayuda a que sea una ciudad con un potencial de desarrollo muy superior al de muchas ciudades europeas en este momento.

Tanta transformación y cambio frenético… ¿Cómo se asimila desde la visión del arquitecto?

El arquitecto tiene que tener esa visión de hacia dónde vamos, está obligado a prever el futuro. De alguna manera, cuando recibimos un encargo no es algo inmediato, no vamos a degustar un plato inmediatamente como en un restaurante. Esa ciudad de futuro va a ser necesariamente más densa, porque el planeta necesita protegerse y que las ciudades no se extiendan indefinidamente. El mundo ya es más urbano que rural. Las ciudades van a crecer haciéndose cada vez más compactas y altas, requiriendo más espacio público, —ocupado a día de hoy por vehículos aparcados en la calle—. Nadie puede estacionar nada privado en la calle esperando ponerse en funcionamiento, los coches tienen que desaparecer de las aceras. Y la tendencia es que el espacio público cada vez sea más natural, incluso puede darse el caso de tener que realizar demoliciones selectivas para que esa naturaleza fluya por dentro de la ciudad.

¿Qué no puede faltar nunca en un proyecto de Rubio Arquitectura?

Por la forma de trabajar, soy un arquitecto que le da mucha importancia a la planta. Un proyecto es una necesidad de alguien para cubrir unas expectativas que tienen que quedar muy claras. Una vez se comprende esto, hay que encajar esa forma de vida, esas necesidades, ese programa funcional en una planta. Como decía Le Corbusier, “la batalla de la arquitectura se libra en la planta”. Cuando esta está armada y cosida, veo las circulaciones, la forma de entrar la luz, la sección, los sótanos, la cubierta, la volumetría… me da la tranquilidad de que el proyecto empieza a funcionar y ya pueden entrar otras personas a intervenir en él.

¿De qué manera se plasma esta forma de trabajar en un proyecto residencial?

En el caso de los proyectos residenciales, para nosotros son la savia del estudio y tienen un alto nivel de exigencia. El reto de encajar la planta en una vivienda me parece un proceso muy interesante e, incluso, me parece más difícil que encajar por ejemplo un museo donde realmente nos enfrentamos a un núcleo bien puesto y una circulación. La exigencia de los promotores con las viviendas es mucho mayor y está más limitada por el trabajo de otro arquitecto urbanista que antes ha decidido cuál es el ancho, el grueso, la crujía, la densidad, la altura, etc. Y luego el promotor hace números y dice “yo quiero aquí siete viviendas, de cuatro dormitorios…”.

En el caso de Valdebebas 127, una promoción residencial de 201 casas repartidas en ocho torres, ¿cuál es su mayor atractivo?

En este caso fue un concurso que fuimos invitados por Valenor, un promotor muy excepcional, muy atípico. Normalmente, el promotor solo se fija en la inversión, el rendimiento y la comercialización pero, en el caso de César Cort, nos encontramos con un profesional que se entusiasma y hace que el proyecto viva de otra manera. Valdebebas 127 ha servido para experimentar un material que no se había probado todavía, como es el Dekton de Cosentino, una piedra artificial sorprendente que supera las características de las piedras naturales, fomentando la sostenibilidad, la eficiencia energética y la conservación del planeta. El edificio estaba pensado para hacer manzanas cerradas o en C, y desde el estudio planteamos unas torres delante y un bloque detrás, permitiendo de este modo sacar más partido a la posición y a las vistas hacia el parque.

Como trabajo con la planta, me interesa mucho saber cómo se organiza la vida para que en una vivienda la zona de estar tenga la mejor y mayor iluminación. En este caso, había una torre e hicimos todo lo posible para que los salones estuviesen en la esquina, que fuesen los que disfrutasen de las dos orientaciones, casi cruzadas, que tuviesen terraza con vistas al parque. En cada planta te buscas un reto que al final es el que te guía en el proyecto.

“Las ciudades van a crecer haciéndose cada vez más compactas y altas, requiriendo más espacio público ocupado a día de hoy por vehículos aparcados en la calle”

¿Qué suponen estas zonas en plena transformación urbana, como Valdebebas, Montecarmelo o el Ensanche de Vallecas, para el desarrollo de Madrid?

Para la ciudad son previsiones de desarrollo que se van colmatando y llenando, son barrios vivos que encajan perfectamente en una ciudad tan dinámica, con tanta energía y poder de atracción como es Madrid. Para que un barrio tenga solera y peso tienen que pasar muchos años y, poco a poco, iremos viendo como acaban comportándose. Al fin y al cabo, serán otras generaciones los que terminen habitando esos edificios, como en su día pasó con el barrio de Salamanca o el Madrid de los Austrias.

Y hablando del Madrid de los Austrias, abordemos la rehabilitación del Salón de Reinos del Museo del Prado, ¿qué intervenciones se van a llevar a cabo?¿Qué hay detrás del lema “Traza oculta”?

El Salón de Reinos es un gran desconocido para muchos madrileños, una pieza pequeña de un enorme y extenso palacio que estuvo ahí situado. Esta joya toma su nombre de los escudos de los Reinos de España, que se conservan a día de hoy, pintados en su bóveda. Los arquitectos pueden tener muchas veces la tentación de volver al origen, de limpiar todo lo que es el añadido y enseñar el edificio tal y como era en origen, pero de alguna manera eso es negar parte de la historia, es negar que se han ido depositando distintos usos y actividades en el edificio, quitarle páginas a la historia. En este proyecto, hemos querido encontrar un equilibrio, haciendo una selección de qué debía desaparecer, qué permanecer y qué añadir. En ese sentido, salvamos escrupulosamente el Salón de Reinos con los cuadros, galería y pinturas que ya se encontraban en él. Salvamos los torreones y sacamos a la luz una fachada sur, que había estado oculta durante muchos años. La vamos a recuperar y mostrar tal y como fue en el siglo XVII.

“En el Salón de Reinos recuperamos una traza oculta, una fachada que vamos a rehacer y mostrar tal y como fue en el siglo XVII”

Este edificio ha quedado aislado. ¿De qué modo se revitaliza su conexión con la ciudad?

Como está atravesado por una calle, el propósito es que se pueda circular por ella, que sea transitable, que esté abierto para poder circular por el espacio sin pagar una entrada. Y una vez has entrado, puedes comprar un libro, un regalo o ver un centro de interpretación en el que descubras lo que significa este enclave para la historia de Madrid. Este edificio cede suelo al espacio público, Norman Foster hizo hincapié en la necesidad de enseñar la fachada recuperada a la ciudad y no hacerlo dentro de una urna o del propio edificio. En esta línea, se va a enseñar con la crujía y la anchura que tuvo en su origen, y todo lo demás va a ser espacio público cubierto por un atrio que soporta la sala de exposiciones temporales situada en la parte superior. Y volviendo al origen de esta entrevista, remarcaría la idea de que en la ciudad llegará un momento en el que cada vez habrá menos coches aparcados, aunque sigan circulando vehículos por la calle principal.

¿Cómo es trabajar con Foster?

Un honor, un orgullo y una satisfacción. Es un hombre al que siempre he considerado uno de los grandes arquitectos del siglo XX y XXI. Posiblemente sea el primer arquitecto global de la historia de la arquitectura, construyendo en todos los continentes, en todos los tamaños y para todo tipo de clientes. Que nos llame para colaborar y que escoja Madrid como ciudad en la que asentarse es un privilegio para todos.

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