Fiel a su filosofía de entender y analizar las necesidades de cada cliente para crear espacios únicos, el interiorista Diego Rodríguez ha aunado elegancia, tendencias y las aplicaciones técnicas más vanguardistas en una vivienda de 800 m2 emplazada en la madrileña, y exclusiva, urbanización de La Finca. Como elemento cohesionador, el mármol y el roble son los grandes protagonistas de este proyecto en el que se ha apostado por utilizar pocos materiales, manipularlos y darles distintos acabados, jugando con las geometrías en los panelados de las paredes, techos y suelos. “La filosofía era crear un lenguaje y atmósfera donde todo funcionase perfectamente, pero con un hilo conductor de diseño, texturas, colores y materiales”, asegura el interiorista. Para ello, se han abierto espacios y replanteado la distribución inicial de la casa, ganando luz y amplitud.
Sofisticación y sobriedad se dan la mano en este encargo gracias a la gran apuesta por mobiliario de diseño italiano, combinado con piezas propias a medida. Entre los grandes atractivos de este proyecto, una escalera volada de mármol Calacatta vertebra el espacio y conduce al inquilino hacia el sótano, convirtiéndose en uno de los elementos arquitectónicos más singulares de la vivienda. Cabe destacar también el dormitorio, de 100 m2, cuyo cabecero, mesillas y pie de cama, en terciopelo de Romo, están diseñados por Diego Rodríguez. En lo que se refiere al cuarto de baño de la suite, delimitado únicamente por unos paramentos en cristal lacado, destaca un lavabo en mármol negro Marquina y los grifos suspendidos cromados. El porche y el jardín, firmado por el paisajista Jesús Ibáñez comparte materiales, cromatismo y un estilo de líneas puras con el salón y el comedor, ubicados en el primer piso. “El mobiliario del porche no es el típico de exterior, se pretende que haya una continuidad como un segundo ambiente del salón”, asegura Diego Rodríguez.
Piezas exclusivas para un proyecto único
Sobre un mueble Carson, diseñado por Rodolfo Dordoni para Minotti, un cuadro de Miró sorprende a los amantes del arte, a lo que se suma una escultura de Rafael Amorós y una lámpara Taccia de Achille & Pier Giacomo Castiglioni para Flos. Por su parte, en la zona bar y biblioteca, ubicadas en el sótano, se ha apostado por el sofá Freeman y la mesa Song, también bajo la firma de Rodolfo Dordoni, mientras que en la zona de confort se encuentran sillones Alina, de Antonello Mosca para Giorgetti, rodeando una mesa diseñada por Diego Rodríguez e iluminada con las lámparas Mito, de Occhio. La cocina destaca por una isla central en roble alistonado y entrecalle de acero mate en la que, una vez más, se ha confiado en el artista Rafael Amorós a través de una pieza singular.
