“Europa va a crecer menos”, así de contundente, y realista, comenzó la presentación del Informe de Euroconstruct de verano, elaborado por el Instituto de Tecnología de la Construcción de Catalunya (ITeC). Josep R. Fontana, jefe del departamento de mercados de ITeC y responsable de presentar las previsiones del mercado de la construcción en los 19 países de la red Euroconstruct, dejó claro durante su intervención que el crecimiento será menor con respecto a lo que crecía con anterioridad, “lo hará a niveles más discretos, siempre sincrónicos con la economía”.
Sin embargo, matizó que, “el sector no cae, crece menos”, pudiendo encontrar consuelo en el hecho que el cambio de ciclo llega en un momento en que hay mucha obra en marcha y una cartera de proyectos notable.
Este crecimiento inferior se debe a que grandes países como Alemania y Francia se ralentizan, lo que produce un efecto retraso al resto de Europa y apaga el avance de otros ocho países que esperan superar el 3 % para 2019. La previsión para 2020-21 deja a cinco países por debajo del 1 % y otros nueve por encima del 3 %.
En el marco europeo, cabe destacar que la edificación residencial tuvo que acelerar la producción después de la drástica parada que se produjo durante la crisis. El problema es que la intensa aceleración ha hecho replantearse si se debe parar de nuevo para no agotar todas las existencias. En cuanto a la edificación no residencial, hace frente por un lado al deterioro macroeconómico, lo que dificulta el avance, pero emerge gracias al mercado inmobiliario no residencial, que continúa muy activo. Los nichos más vulnerables son las oficinas y el comercio, y las más expansivas la sanidad y la logística.
Por su parte, la ingeniería civil ha frenado su progreso debido a que ha esperado que la economía fuera totalmente sólida para comenzar a invertir de nuevo. El retraso, junto con el Fondo Europeo para Inversiones Estratégicas y los fondos estructurales dirigidos a los países del este, dan ciertas garantías de que el sector se mantendrá activo. Frente a otras décadas donde el auge se concentraba en la energía, en este periodo se centra en las carreteras y el ferrocarril.
¿Qué le depara a España?
“A España el cambio positivo le llegó un año después”, afirmó Josep R. Fontana, lo que revierte las previsiones más negativas de desaceleración, para justificar que la inercia aún aquí no se agota. Se mezclan las previsiones de continuidad con las de enfriamiento en la economía, mientras que en el sector de la construcción predomina el de la continuidad. Nadie puede asegurar que no se cometan los errores producidos con anterioridad, pero en lo que respecta a años anteriores no ha habido excesos que se deban corregir.
En el mercado de la vivienda de nueva construcción, la demanda no se interrumpe: aún se crea emplea, el crédito no empeora y la nueva ley hipotecaria es pro-consumidor. El problema del «crecimiento asimétrico» es que solo hay demanda de vivienda allá donde haya empleo.
En lo que se refiere a la edificación no residencial, tampoco se advierte que el empeoramiento de las expectativas económicas esté disuadiendo a inversores y promotores. Se presenta el próximo año como muy fructífero, pese que hace ya tiempo se agotaron las grandes ofertas que hacían fijar la vista a los inversores en España. Que el stock de la gama alta escaseé ha propiciado la creación de nuevos proyectos, lo que sienta las bases del continuo avance que se espera en este ámbito.
Finalmente, con respecto a la ingeniería civil en España, se plantea un 2019 plano, provocado por los cambios abruptos en la política, que espera recuperar su normal funcionamiento con la vuelta a la normalidad administrativa y legislativa. Esto se produce debido a la proclamación de nuevas políticas sociales, que se intentará reequilibrar a costa de seguir conteniendo la inversión en infraestructuras. “España siente envidia de la ingeniería civil de Europa”, así cerraba Josep R. Fontana la conferencia, tratando el eslabón más débil del sector en España.