Se hicieron un hueco en el escenario gastronómico madrileño hace poco más de dos años, cuando inauguraron en otoño de 2015 el primer miembro de la manada, Teckel. A él le siguieron Pointer, Chow Chow y, hace apenas unos meses, Pomerania.
Si hay un nombre que destaca a la hora de hablar del interiorismo de los restaurantes de moda de la capital, ese es el de María Villalón. Y es que el éxito que han cosechado la manada de locales denominados con razas caninas – Teckel, Pointer, Chow Chow y Pomerania – va ligado directamente a la creación de composiciones armónicas en las que una exquisita selección de texturas, colores y acabados dan lugar a espacios llenos de vida y personalidad.
En el caso del recientemente inaugurado Pomerania, el establecimiento está dividido en dos plantas en las que lámparas de latón, muebles de madera y una selecta vegetación otorgan al restaurante esa filosofía “hygge” que marca el estilo de vida de los países nórdicos. Para ello, Villalón ha configurado ambientes amplios, donde se imponen líneas puras y formas geométricas. Es un lugar que, de día, destaca por su luminosidad, mientras que cuando cae el sol una tenue luz anaranjada concede al local un efecto íntimo y acogedor. En él, prevalecen los materiales naturales, los tonos tierra, grises y arena.
Chow-Chow destaca por un minimalismo emocionante, donde se busca mantener un equilibrio energético
Inspirado en la ciudad de Nueva York, Pointer es el lugar idóneo para celebrar gran variedad de eventos. Para su diseño, la joven interiorista ha apostado por una estética neoindustrial definida por paredes de ladrillo visto, chapas metalizadas, techos industriales con instalaciones vistas y maderas envejecidas. Con una superficie de 565 metros cuadrados, el establecimiento cuenta con dos plantas y tres espacios diferenciados que permiten albergar a 300 personas. Los responsables de llevar a cabo la reforma integral del establecimiento ha sido grupo Archarray, al igual que en Chow Chow, quienes han cambiado todas las instalaciones, tanto de fontanería, electricidad y aire acondicionado. Si nos fijamos en la barra del restaurante, toda ella está revestida con tarima de autor, mezclándose distintos tonos de madera, mientras que en la sala se encuentran unos sillones redondos enlazados unos con otros y tapizados en cuero. En la parte de arriba, el suelo lleva la continuación de lamas de madera combinado con suelo hidráulico, a lo que se suman bancos corridos construidos de obra y recubierto de tela. Con respecto al cuarto de baño, está realizado con microcemento, mientras que las separaciones entre baños están elaboradas con chapa metálica oxidada.
Si nos trasladamos a Chow Chow, el diseño de Villalón se basa en un minimalismo emocionante, donde se busca mantener un equilibrio energético, respetando siempre la naturaleza como valor primordial. Para ello, se han utilizado elementos naturales como la madera, la piel o la piedra, consiguiendo una belleza imperfecta (wabi-sabi), que va evolucionando con el tiempo y con el entorno. Los principios fundamentales para el desarrollo del proyecto, que cuenta con la colaboración de Teresa Hurtado, son el kanketsu (simplicidad), iki (sobriedad elegante) y ma (dar peso sólo a los elementos necesarios). También cabe destacar una escultura realizada por el artista Fernando Oriol que simula un jardín japonés a través de una pérgola de acero cortén. Por su parte, la iluminación juega un papel fundamental en este proyecto, donde la luz natural, procedente tanto de la cristalera de la entrada como del lucernario que preside el salón principal, se combina con luces indirectas muy cálidas, reflejadas en colores neutros que simbolizan la limpieza y el equilibrio. El local tiene capacidad para setenta comensales y está dividido en dos zonas: un salón principal y un invernadero japonés situado en la entrada.
La terraza de Teckel cuenta con mesa de raíz de teca de más de trescientos años
En relación a Teckel, el proyecto del establecimiento ha corrido a cargo de Cousi Interiorismo, huyendo de una visión demasiado industrial o minimalista pero sin renunciar a elementos que no pueden faltar en un entorno vanguardista, como el cemento o las lámparas industriales. La fachada recuerda a las antiguas barberías londinenses gracias al uso de molduras de madera pintada a rayas azules y blancas, mientras que en la entrada unos grandes ventanales otorgan al establecimiento de una intensa luz natural. Por su parte, Maria Villalón ha sido la encargada de configurar la terraza de este local, un espacio atemporal de 30 metros cuadrados y con capacidad para ochenta personas en el que se entrelazan tradición y actualidad con el objetivo de “crear una atmósfera familiar y acogedora donde poder compartir y superponer experiencias”, según aseguran desde el estudio. Los detalles marcan la diferencia y, por ello, la terraza alberga en su interior una imponente mesa de raíz de teca de más de trescientos años y un pintoresco banco de madera con telas de estampado geométrico.
Pincha en las imágenes para verlas a tamaño completo