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Escenarios domésticos superpuestos de la mano de Ayllón Paradela De Andrés Arquitectos

Ayllón Paradela De Andrés Arquitectos proyecta esta vivienda unifamiliar entre medianeras en el barrio de Hortaleza, en Madrid. Actualmente, se demanda una arquitectura con una flexibilidad más allá de lo estrictamente funcional. La capacidad de mutación de lo doméstico es lo que define la casa contemporánea, entendiéndose ésta como un acumulador de rituales cambiantes e indeterminados. Así, la vivienda debe ser capaz de acoger tanto el programa previsto como el imprevisto, imaginándose al mismo tiempo como lugar de refugio, marco del ocio e incluso espacio de trabajo. Como respuesta a estas premisas, se concibe la casa como un contenedor de múltiples escenarios superpuestos que permiten que la adaptabilidad de uso a lo largo del tiempo sea máxima. Se imagina una vivienda esencial en la que los elementos servidores se reducen al mínimo en favor de espacios servidos libres, abiertos y flexibles. En definitiva, se persigue que la casa maximice las oportunidades de uso para que sus habitantes vivan como quieran y no como la vivienda les imponga.

Para ello, la casa se entierra en el terreno al mismo tiempo que se eleva sobre él, permitiendo liberar la planta baja. Así, se genera un ámbito intermedio abierto-cubierto de acceso a la vivienda, un gran umbral que forma parte del patio en el que se convierte toda la parcela, entendiéndose este como una estancia más de la casa. Las plantas altas cobijan una gran zona de estar polivalente y los dormitorios, mientras que la zona bajo rasante alberga un espacio multifuncional de trabajo ligado a un generoso patio inglés. Así, se consigue obtener en una parcela de poco más de 220 m² una casa de 250 m² con unos espacios exteriores asociados de otros 250 m².

Se genera un ámbito intermedio abierto-cubierto de acceso a la vivienda, un gran umbral que forma parte del patio en el que se convierte toda la parcela

Contexto y materialidad

Al mismo tiempo, la casa se integra en el barrio de forma sutil y natural. Atendiendo al entorno próximo, utiliza materiales tradicionales predominantes en los edificios de la zona, pero desde una revisión contemporánea. Se apuesta por una construcción racional y sincera, donde los elementos que conforman la estructura y los cerramientos se muestran de forma clara y honesta determinando la materialidad de la casa.

Así, la planta baja queda definida por el muro perimetral de ladrillo visto en el que apoya la casa, el cual sirve también de soporte para que crezcan las parras, hiedras y jazmines que aportarán olores y colores cambiantes a lo largo del año. En los niveles superiores, el ladrillo visto se emplea como material estructural en los testeros medianeros para sujetar las losas postesadas que liberan las plantas. Mientras, en los frentes, el muro de ladrillo se desdobla al carecer este de su sentido estructural, entendiéndose como una fachada estratificada que permite alojar en su interior las carpinterías correderas de madera de alerce que conforman los huecos.

Otras vías de eficiencia energética más allá del standard Passivhaus

A nivel energético, la propuesta, atendiendo al clima de Madrid y a su condición de primera residencia, se aleja de las doctrinas del Passivhaus que promueven la hermeticidad y el aislamiento térmico como únicos garantes de la eficiencia energética, aproximándose hacia principios de la cultura holística mediterránea. Así, se apuesta por una gran inercia térmica del conjunto, que unida a la ventilación natural y protección solar regulable de todas las estancias, acompañadas del uso de un suelo radiante-refrescante con producción de energía aerotérmica, aseguran tanto una reducida demanda como un bajo consumo energético.

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