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Cruz y Ortiz enamoran a los Países Bajos

Rijksmuseum

Pieter Cuypers proyectó el Rijksmusem, en Ámsterdam, Holanda, a finales del siglo XIX. Con el reto de hospedar más de 8.000 objetos de arte e historia y acoger la visita de dos millones de personas al año, el museo afrontó hace más de una década el reto de ampliar y renovar sus espacios. Una tarea que ha sido encomendada a Cruz y Ortiz Arquitectos y que se ha visto recientemente concluida con la apertura de puertas del nuevo museo.

Texto: Lucas Manuel Varas Vilachán
Fotos: Duccio Malagamba

La magnitud del proyecto se explica en los más de diez años que ha llevado a Cruz y Ortiz llevarlo a cabo. Su éxito entre las autoridades y la sociedad de Ámsterdam, por la superación de las expectativas en el número de visitantes: en su primer año de vida, el nuevo Rijkmuseum ha recibido a 2,8 millones de personas.

Según explica la memoria del mismo, la intención del estudio con el proyecto era “llegar más lejos con Cuypers”, con una obra que hiciese justicia al arquitecto al tiempo que se reinterpretaban los elementos y espacios monumentales. A grandes rasgos, la actuación en el museo contemplaba una transformación total del museo, con una entrada espaciosa y luminosa, un nuevo Pabellón Asiático y la renovación y reordenación de las salas. Bajo la dirección del arquitecto restaurador Van Hoogevest se reconstruyó íntegramente el esquema decorativo del museo. Además, el arquitecto parisino Jean-Muchel Wilmotte diseñó el interior nuevo de las salas, combinando el esplendor del siglo XIX con el diseño más moderno.

La ampliación del Rijksmuseum no solo tuvo que hacer frente a las dificultades propias de un proyecto de sus características, sino que debió solventar la imposibilidad de suprimir la pasarela para ciclistas que atravesaba el espacio del museo en una ciudad donde la cuestión de las bicicletas no es baladí. No obstante, es la ciudad del mundo más “amigable” con este medio de transporte. Así, la calle, que atraviesa el edificio de norte a sur dividiéndolo en dos partes, obliga al museo a tener dos entradas, ambas hacia el norte, y dos escaleras principales, ocasionando que solo en la planta principal se encuentren conectadas las zonas este y oeste en que el edificio queda dividido por el pasaje en sus dos plantas inferiores.

Las bicicletas mandan
El edificio presentaba las carencias habituales de los museos alojados en edificios antiguos con un aumento constante en el número de visitantes, dos millones al año en el caso de Rijksmuseum: la falta de un hall de dimensiones adecuadas y de otros servicios hoy imprescindibles: áreas de información, tienda, cafetería o auditorio, a lo que se unía una total desfiguración de sus espacios originales, tanto en patios como en las propias galerías. Las múltiples intervenciones en el pasado por las necesidades de espacio expositivo habían llevado a edificar en los patios del edificio original, lo que había provocado un carencia total de luz natural y convertido el recorrido del museo en una experiencia laberíntica para el visitante.

La intervención en el antiguo edificio de Cuypers partía con dos objetivos. Por un lado, abrir una nueva y única entrada al museo, ocupando la nave central del pasaje. Por otro, en liberar los patios y los espacios expositivos, recuperando hasta cierto punto su estado original.

La oposición de las asociaciones de ciclistas mencionada anteriormente imposibilitó llevar a cabo el primero de estos objetivos, aunque sí se ha conseguido generar un gran hall central al unir los patios este y oeste del edificio bajo el pasaje. Un gran espacio que se genera al abrir y conectar los patios, albergando todos los usos imprescindibles para recibir a los visitantes, constituyendo un digno espacio a la escala de la grandiosidad del edificio. Desde el paraje se accede al hall principal, y desde este se inician los recorridos hacia las zonas expositivas, enlazando con las grandes escaleras originales.

La piedra caliza es el material fundamental del nuevo espacio. Se trata de un tipo de piedra no presenta en otras zonas del edificio, pero que actúa como enlace con el pasado, uniendo lo nuevo y lo antiguo con naturalidad. Este mismo material ha sido empleado en las dos pequeñas intervenciones de nueva planta llevadas a cabo en el jardín. Los patios, con suelo levemente inclinado, se conectan bajo el pasaje y sobre cada uno de ellos se ha suspendido una estructura con misiones acústicas y de iluminación, los chandeliers.

*Puedes leer el reportaje completo con más información e imágenes en el número 92 de NAN Arquitectura y Construcción

 

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