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Moneo Brock: «Una mejor construcción ayudaría mucho a la arquitectura»

Sin etiquetas ni un estilo definido, el estudio Moneo Brock lleva 25 años apostando por proyectos en los que sostenibilidad y arquitectura se entrelazan con el firme propósito de mejorar la calidad de vida de la sociedad.

Nos reunimos con Belén Moneo y Jeff Brock para conocer las claves de este tándem arquitectónico que aboga por la necesidad de procesos colaborativos, busca potenciar la belleza natural de nuestro entorno y concibe los espacios públicos como un importante bien social. 

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Desde su fundación en 1993 y echando la vista atrás, ¿qué balance hacéis de este cuarto de siglo de Moneo Brock?

Belén Moneo: Los primeros años fueron formativos, sobre todo cuando nos fuimos a Estocolmo en el 94, donde estuvimos dos años llevando a cabo el proyecto del Museo de Arte Moderno. Se trataba de un edificio muy grande con un programa muy diverso en el que hicimos todo tipo de mini proyectos dentro de este gran proyecto: un cine, un auditorio, un restaurante, cocinas, espacios de conservación, fotográficos, oficinas, talleres para niños, biblioteca, etc. Como consecuencia, nos hicimos conocedores de muy diversos programas y pudimos trabajar con un gran equipo de arquitectos, consultores, especialistas y todo tipo de expertos sobre iluminación natural, seguridad del museo, pedagogía de los niños… y fue ahí donde forjamos la identidad colaborativa que luego hemos mantenido. En realidad, el periodo formativo nunca acaba, siempre consideramos que seguimos aprendiendo.

Jeff Brock: Y además hay que tener en cuenta que Suecia es un país con los valores democráticos muy bien desarrollados, y así se plasma en su manera de trabajar. Durante nuestra etapa en Estocolmo pudimos entender su forma de practicar la arquitectura, que es muy colaborativa, casi menos de autor y más de un proceso democrático.

Tras este periodo, ¿cómo fue el salto al asentaros en España? ¿Notasteis un cambio en la mentalidad y forma de trabajar?

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JB: Vinimos a España para llevar a cabo las Termas de Tiberio en el balneario de Panticosa, y ya desde este primer proyecto nos dimos cuenta que la relación entre consultores y arquitectos era bastante diferente a lo que anteriormente habíamos experimentado. En este caso concreto, hubo cambios de ideas, tuvo lugar una rotación del consultor, rehicimos el proyecto… Nos pareció que faltaba rigor, aunque sí que es verdad que eso a la vez nos dio libertad. En EEUU, por ejemplo, tienes que cerrar todo, hasta los colores de la pintura, antes de que el contratista dé un precio.

BM: Yo definiría la construcción aquí como más informal, más flexible. Y a veces es bueno, pero otras tiene su parte negativa. Porque al final muchas cosas no quedan por escrito, se hacen cambios que te pide el cliente pero que luego te lleva a problemas con el constructor.

Y hablando de la manera de hacer arquitectura en nuestro país, ¿en qué medida os ha afectado la crisis?

BM: Estos últimos ocho años han sido años muy difíciles y la carga de trabajo ha menguado mucho. Sin embargo, ha sido una etapa muy positiva porque nos ha servido para saber mejor lo que queríamos hacer, profesionalizar el estudio y conseguir otros objetivos, como por ejemplo la certificación ISO 14.001 para que el estudio estuviese preparado en materia de gestión ambiental. Ha sido un periodo de tiempo para pensar que nos ha permitido estar en una posición mejor para poder ahora conseguir trabajo. Además, los dos hemos estado dando clase en la universidad, y eso ha sido muy enriquecedor para seguir formándonos.

JB: Yo creo que la formación de los arquitectos aquí es excelente y la calidad de arquitectura es de las mejores. El problema reside en las condiciones abusivas entre los clientes, la administración y el gremio.

BM: Con la crisis se ha desprestigiado mucho la figura del arquitecto en España. En estos últimos meses estamos viendo un resurgimiento muy rápido de proyectos, pero creo que se ha perdido la oportunidad de tener un discurso cívico sobre lo que queremos hacer con la arquitectura, sobre lo que es buena arquitectura. Vuelve a haber mucha promoción pero sin mucha calidad, ha sido una oportunidad perdida, durante estos años en los que se podría haber hablado sobre cuál era el futuro mejor para la sociedad y la arquitectura.

“Se ha perdido la oportunidad de tener un discurso cívico sobre lo que queremos hacer con la arquitectura”

Y en este sentido, ¿cuál creéis que es el fin último de la arquitectura? 

BM: Para nosotros es, sin ninguna duda, mejorar la calidad de vida en nuestra sociedad, conseguir mayor bienestar y mejorar el medioambiente y la ciudad.

En esta línea, ¿de qué manera la arquitectura debe mejorar el medio en el que vivimos?

JB: Es en el uso real del espacio, en la participación en el día a día de los ciudadanos, donde nos damos cuenta de la belleza de un proyecto. No se trata de un aspecto puramente visual, sino de una situación experiencial que descubre el usuario al entrar y usar espacios funcionales y equilibrados. En este sentido, la mala arquitectura no presta atención a las condiciones particulares, sino que se busca una solución genérica o llamativa que no aporta valor.

BM: Algo que ayudaría mucho en la arquitectura es que pudiera tener calidad en la construcción. Tenemos que entender que nuestra calle y nuestra ciudad la compartimos, y todos deberíamos aunar esfuerzos para respetarlo. Más que la buena arquitectura, ayudaría mucho una mejor construcción y el cuidado por parte de todos los ciudadanos. Ya sea a través de los letreros de tiendas, mediante el mobiliario urbano o con el pavimento de las aceras, la mejora del aspecto físico de nuestras ciudades está en nuestras manos.

En vuestros proyectos dais mucha importancia a la creación de espacios y diseños sostenibles, ¿cómo lo conseguís?

BM: Hay muchos tipos de soluciones que se pueden dar para apoyar el medioambiente, desde medidas pasivas como la orientación de la casa y el edificio, el control de la radiación solar, la recogida del agua de lluvia o la colocación de plantaciones verdes, hasta soluciones activas como poner paneles fotovoltaicos o usar energía geotérmica. Ahora mismo estamos trabajando en un nuevo proyecto: SUMA POSITIVA, una serie de viviendas sostenibles de diseño que además son prefabricadas que saldrán al mercado dentro de poco.

JB: Y además del tema puramente medioambiental, considero que el deber que tiene la arquitectura a la sociedad, en un sentido más amplio, es que cualquier intervención tiene un impacto en el espacio público, aunque sea solamente una fachada.

En esta línea, ¿qué papel juegan los espacios públicos en el desarrollo de las ciudades?

BM: En el caso concreto de Madrid, vemos ejemplos como los PAUs, donde se ha llevado a cabo un urbanismo con una escala muy poco humana. No se ha hecho un cambio de escala donde haya calles pequeñas, medianas y grandes, sino que todas son iguales, no hay jerarquías. Se han hecho grandes avenidas, pero no se ha dado prioridad al comercio en la calle y las rotondas se han convertido en espacios perdidos que únicamente favorecen la circulación del coche.

¿Qué protagonismo cobra el paisajismo en todo este panorama?

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BM: La relación con el territorio, con el paisaje, es fundamental en la sociedad actual. Y en este sentido, a los arquitectos nos parece que no todos los ingenieros entienden el territorio, el valor que ofrece el mismo, no hacen una lectura histórica del sitio. La naturaleza siempre hay que valorarla y respetarla y, por eso, estamos en contra de las actuaciones poco holísticas con el entorno.

No estamos en contra de hacer carreteras, pero se debería priorizar los trazados para seguir las pautas que ya te da el propio paisaje, restaurando cuando sea necesario el territorio para que no parezca que la carretera es nueva, sino que esta se ha integrado perfectamente dentro del paisaje. No siempre tenemos la suerte de poder trabajar en proyectos paisajísticos, pero cuando podemos nuestro mensaje es el de subrayar el potencial que tiene la naturaleza y el legado del territorio, como en nuestra propuesta para el Parque Can Escandell en Ibiza o el Parque Fluvial del Rio Tajo en Talavera de la Reina.

JB: En esta cuestión también entra en juego el coche privado, el tráfico, los desplazamientos, las prisas, ya que nos enfrentamos a un problema de espacios, volumen y tiempos muy poco sanos para la sociedad.

BM: Hablar de naturaleza es, en definitiva, hablar de bienestar. Siempre hemos pensado que el paisaje está ligado a la arquitectura incluso en el centro urbano. El hecho de tener un árbol o un parque cerca es bueno para la gente que habita la ciudad.

«El periodo formativo nunca acaba, siempre consideramos que seguimos aprendiendo»

Y a la hora de interactuar con el edificio proyectado, ¿cómo establecéis el vínculo entre interior y exterior?

BM: Ahora mismo estamos trabajando en Bogotá en una torre de laboratorios para la Universidad del Rosario donde, al tener un clima tan bueno, podemos hacer un espacio interior abierto. Hemos apostado por el «free cooling», un concepto mediante el cual vamos a poder prescindir de aire acondicionado aunque sea una torre vertical. De este modo, con la ventilación natural nocturna del propio edificio, las brisas y las dobles capas, vamos a poder enfriar todo el calor que se genere con los ordenadores, los cuerpos humanos, etc. durante el día. Y eso nos va a permitir tener esos espacios semiabiertos, semiexteriores y jardines interiores en el edificio.

CASATEC ADRIAN LLAGUNO 02Otro ejemplo es el de la Casa TEC 205 que acabamos de terminar en México, donde cada habitación dispone de un jardín exterior. Siempre que podemos y tenemos espacio intentamos establecer una fuerte conexión donde el usuario casi no distinga si está dentro o fuera.

Hay proyectos como este último, la Casa TEC 205, en los que la apuesta por el color es evidente. ¿Cómo influye en el estado de ánimo de la persona que viva ahí?

BM: El color también es un tema que tiene importancia a nivel de la neuroarquitectura, es decir, cómo el espacio, los ambientes o el entorno te afecta emocionalmente a las personas. Ambos estudiamos arte, por lo que sentimos una fuerte conexión con el mundo artístico y un gran interés por las obras pictóricas. Muchos arquitectos se sienten más cohibidos e intimidados con el color,  pero nosotros hemos arriesgado más en ese aspecto.

Ya se arriesgó en su día Luis Barragán con su colorida arquitectura

BM: Barragán sin duda alguna ha sido una inspiración para nosotros, todo un maestro. Y no solamente importa el color, sino por ejemplo las estancias abiertas al cielo, que siempre han tenido una gran importancia por sus connotaciones casi metafísicas de espacio abstracto infinito.

JB: El origen de este interés por el color viene de nuestros años en Nueva York, cuando trabajamos en interiores. Concretamente, en los espacios industriales convertidos a residenciales, donde nos vimos obligados a emplear materiales que fueran capaces de transmitir, reflejar, cambiar y llevar luz hacia el interior. Este interés por materiales espectrales, rompiendo incluso la luz blanca en colores que diesen dinamismo al proyecto, ha sido una característica que ha marcado nuestra carrera.

¿Cuáles son los materiales por los que tenéis una mayor predilección?

BM: Hemos trabajado en muchos muebles con el metacrilato, pero realmente lo que nos gusta es poder saber cual es el lenguaje intrínseco de cada material, elaborar detalles con el mismo y lograr ensalzarlo. Ya sea la madera por el tipo de juntas o el metacrilato por su fortaleza y transparencia y su colorido.

¿Cómo es trabajar juntos? ¿En qué se basa el éxito de este tándem? ¿Cómo coordináis todo el proceso de diseño y construcción?  

JB: Si bien la producción en el estudio es digital, un rasgo que nos une es la forma de conversar con papel y lápiz entre nosotros, con los bocetos, las perspectivas, los planos, las secciones… Y en ese sentido somos muy analógicos. Además, aunque haya divergencias, respetamos mucho la opinión del otro y siempre estamos dispuestos a escuchar dudas y llegar a una solución conjunta.

BM: La casi totalidad de los proyectos los hemos generado juntos, al menos las ideas iniciales y las decisiones importantes de diseño. A partir de ahí cada uno desarrolla más un proyecto que otro, pero ayuda mucho al arquitecto tener un diálogo, en nuestro caso entre Jeff y yo, para saber que se está yendo por el buen camino.

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