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“Cada vez más, la ciudad y el entorno piden que el protagonismo del arquitecto se diluya”

Tras más de cincuenta años al servicio de la arquitectura, Carlos Ferrater Lambarri (Barcelona, 1944) sigue viviendo su profesión con la intensidad y devoción del primer día, pero con la experiencia y el conocimiento que ha ido acumulando durante todo este tiempo. Su precisión a la hora de afrontar cualquier proyecto, su incesante apuesta por la interrelación entre el espacio, el volumen y la luz o su compromiso con el entorno que le rodea son solo algunas de las virtudes que definen su trabajo, y que le han hecho merecedor de reconocimientos tan importantes como el Premio Nacional de Arquitectura o el Premio FAD, hasta en cuatro ocasiones. Ferrater presume orgulloso de las piezas angulares de su estudio OAB, sus hijos Borja, Lucía y Xavier Martí, así como Núria Ayala como Directora de Proyectos, sin los cuales no existiría esta plataforma en la que la transversalidad se convierte en el eje central de su actividad.

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Parece que la arquitectura en el mundo habla español. En una mano tenemos el Pritzker a RCR y, en la otra, el León de Oro de la Bienal de Venecia del pabellón español. Sin embargo, ¿cómo valorarías la situación actual dentro de nuestro país?

En primer lugar hay que distinguir entre la arquitectura muy vinculada a la ciudad o al paisaje y aquellas otras más personales con el énfasis puesto en la autoría. La construcción ha sufrido en los últimos años una ralentización como consecuencia de la crisis, la burbuja inmobiliaria y los excesos cometidos, lo que ha afectado a muchos profesionales y empresas de este país que realizaban una arquitectura más comercial, por no decir mediocre, pero también a los buenos arquitectos que ante la falta de trabajo lo han tenido que buscar fuera de España. Los grandes despachos que había en Barcelona prácticamente han desaparecido o se han reciclado en otros países, por lo que cual el panorama, si hablamos en general, yo diría que no es extraordinario.

Sin embargo, el que los arquitectos se hayan internacionalizado también ha sido beneficioso en muchos sentidos. Por ejemplo, se ha dejado de hacer la arquitectura comercial, repetitiva, que provocó la burbuja al tiempo que derminados estudios de arquitectura, con más ambición, mejor dotados y en su mayoría jóvenes se han embarcado en concursos y proyectos en otros países.  Ello ha dado lugar a que arquitectos como Barozzi-Veiga, que ganaron el premio Mies, o RCR, que han realizado proyectos en Francia o en los Países Bajos, hayan tenido un gran  reconocimiento a escala global.

“Hay que entender las geometrías como mecanismos instrumentales para pasar de las primeras ideas a la realidad construida”

¿Y en el caso concreto de OAB?

Nosotros hemos trabajado desde OAB más en el ámbito privado, aunque también hemos hecho muchos proyectos públicos. Algunos de esos clientes privados han sobrevivido a la crisis, muy pocos, por lo que hemos podido seguir trabajando con ellos en proyectos de menor dimensión. Y en algunos momentos entre el 2008 y el 2010 llegamos a tener hasta el 80% del trabajo del estudio fuera de España, en países como Francia, Italia, Turquia, México o Marruecos.

¿Cómo ha sido la evolución desde las 54 viviendas del complejo SantJust Park, tu primera obra, hasta los proyectos que estáis finalizandoactualmente en Tánger?

Ferrater3Aquellas primeras casas en Sant Just, que hoy ya están catalogadas, salieron de un estudio en el que trabajábamos apenas dos o tres personas. Durante muchos años tuve un equipo de cuatro o cinco personas hasta que hacia el año 2005 algunos jóvenes arquitectos entre ellos mis hijos y mi yerno, me propusieron crear un nuevo estudio, una plataforma transversal que pudiera atender encargos de mayor envergadura internacionalizando una parte de nuestro trabajo. Decidimos, con la ayuda principalmente de Borja, aprovechar el cuerpo teórico que había ido acumulando en los años interiores a partir de la praxis de determinados proyectos de una mayor complejidad como la Estación de  Zaragoza, el Museo de las Confluencias en Lyon o el Parque de las Ciencias de Granada y de esa decisión surgió la creación de Office of Architecture in Barcelona OAB en el año 2006.

En esta línea, ¿crees que hay algún proyecto o época concreta que haya marcado un antes y un después en tu carrera?

Cuando empecé lo hice con edificios pequeños, de arquitectura casi íntima, vivienda unifamiliar, interiorismo o pequeños equipamientos. Y con estos trabajos llegamos a los años olímpicos donde mi trabajo dio un gran salto de escala y pude proyectar y construir proyectos de gran dimensión y trascendencia en las cuatro áreas olímpicas.

A partir de 1993 la construcción sufrió una severa crisis y en mi caso aproveché esta situación para realizar proyectos de menor dimensión aunque pensados como pequeños manifiestos. De ellos surgieron proyectos como la escuela de Lloret, prototipo para una nueva manera de entender la enseñanza, la primera casa para mi hermano el fotógrafo en Llampaies, el edificio Impiva en Castellón, el Fitness Centre, el Club Náutico del Estartit o el pequeño Pabellón en Menorca fueron ejemplos de esta manera de hacer.

También en el año 1989 con el proyecto transversal e interdisciplinar del Jardín Botánico se había producido un salto cualitativo en el que el énfasis en la abstracción y la manera de entender un nuevo paisaje construyendo naturaleza desde el artificio, me ayudó a profundizar en los aspectos más sintácticos de la arquitectura minimizando aquellos otros que tienen más relación con la figuración de un vocabulario.

¿Qué papel juegan las geometrías en este cambio?

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Paseo Marítimo de Benidorm

Es necesario entender las geometrías de la complejidad como mecanismos instrumentales para pasar de las primeras ideas, bocetos e intuiciones a la realidad construida. Con lo cual, ya en los avances de un proyecto con la instrumentación geométrica se generan los mecanismos constructivos que darán pie a la obra construida. Ejemplo de ello sería el Paseo Marítimo de Benidorm, un proyecto de gran complejidad estructural donde cobran importancia las formas, las cintas que se entretejen, o la forma de generar un nuevo paisaje vinculado al hedonismo. El resultado de esta forma de trabajar nos ha llevado a la creación de proyectos como el Edificio Mediapro, la Casa AA (Origami House), la Barcelona Roca Gallery, la segunda casa para un fotógrafo en el Delta del Ebro o los edificios de viviendas en Barcelona y Bilbao, entre otras experiencias proyectuales.

Tras tantos años de experiencia, ¿qué relación existe entrela continuidad de los procesos y que cada obra sea singular?

Cada obra es una nueva experiencia, se pone el reloj a cero. La experiencia a veces es un lastre, con lo cual debes saber controlarla, porque sino reformularías siempre el mismo proyecto. Caerías en el estilo, que para mí es la muerte del arquitecto.Es evidente que hay una línea de continuidad, pero es una línea más procedimental que metodológica. No se trata de que haya un método de hacer el proyecto, sino que la forma de aproximación al proyecto se produzca de una manera semejante. Eso es lo que nos permite a los integrantes de OAB hacer proyectos tramados, sin jerarquías, por lo que trabajamos en equipo unos con otros.

«Caer en el estilo es la muerte del arquitecto”

En este sentido, ¿cuál es el rol que deberá adoptar el arquitecto?

El arquitecto debe ser un mediador en todos estos procesos proyectuales y atender a las razones de los diferentes integrantes de los grandes equipos. Lo importante para mí sería conseguir que al final de la intervención siguieran manifestándose aquellas intuiciones definidas en los primeros bocetos.

¿También será necesario apostar por proyectos transversales e interdisciplinares, no? 

Esa es la principal cuestión y condición de la arquitectura. El trabajo conjunto de ingenieros y arquitectos se debe ampliar con otras disciplinas en el campo de la ecología, la botánica, la horticultura, o el paisajismo. Pero también es indispensable trabajar con abogados, economistas técnicos o especialistas. Así la arquitectura resulta más diversa y se facilita la labor de esta nueva complejidad interdisciplinar. Creo que este fenómeno transversal es el que marcará la arquitectura del futuro. No creo en el arquitecto como director de orquesta, sino como mediador que posibilita el que todas estas diferentes especialidades se conjuguen en un proyecto arquitectónico en el cual al final se manifiesta la autoría compartida.

No podemos olvidar tampoco la importancia de la luz en tus proyectos

Para mí la luz es la materia prima. Siempre digo a los alumnos que la luz es el único material de construcción que es gratis, ¿por qué lo usamos mal entonces?  Jugar con la luz, tamizarla, esconderla, crear sombras, crear ambientes, crear emoción… porque al final si no hay luz no hay espacio.

“La experiencia a veces es un lastre, por lo que debes saber controlarla. Sino reformularías siempre el mismo proyecto»

¿Qué te gustaría que se recordase de tus obras?

Ferrater2A mi cada vez me interesa más el que se diluya la autoría, lo cual tiene dos motivaciones. Una es que dentro de OAB la autoría es compartida, con lo cual mi autoría personal es una parte de la autoría colectiva. Eso es un proceso en el que todos aceptan con generosidad, porque no se trata de pactos o negociaciones, sino que los proyectos surgen del debate y de la discusión.

Esta condición también es importante cuando trabajamos en la ciudad o en el paisaje. Ellos son los que mandan. Los arquitectos han de perder protagonismo ya que lo más importante es que los proyectos respondan a la condición urbana y del entorno natural. Esa dilución de la autoría es interesante porque por una parte hay una cierta colectivización del trabajo y por otra cada vez más la ciudad y el paisaje demandan que los protagonismos se diluyan en aras de construir edificios y espacios públicos más atentos a la condición urbana y del entorno natural.

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